“Muta cada dos o tres meses”: para un inmunólogo español, la clave para luchar contra el Covid-19 son las vacunas pancoronavirus

"La [subvariante] BA.5 nos ha sorprendido a todos. Escapa a la inmunidad de los anticuerpos", dijo Marcos López Hoyos
"La [subvariante] BA.5 nos ha sorprendido a todos. Escapa a la inmunidad de los anticuerpos", dijo Marcos López Hoyos - Créditos: @GETTY IMAGES

MADRID.- Una nueva ola de Covid (la séptima o la octava, según cómo se cuente) tiene otra vez a buena parte de España contagiada o, al menos, rodeada de personas que están pasando la enfermedad. El culpable tiene el mismo nombre de siempre: SARS-CoV-2, como se llama técnicamente el coronavirus, pero ha vuelto a cambiar de apellidos. Ahora son los sublinajes BA.4 y (sobre todo) BA.5 de la ómicron los que provocan que circule como la pólvora, aunque la enfermedad sea ya muy distinta de la que vivimos hace dos años. Marcos López Hoyos, cántabro de Torrelavega a punto de cumplir 54 años, analiza esta nueva realidad como presidente de la Sociedad Española de Inmunología y director del Instituto de Investigación Sanitaria Valdecilla.

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–¿Nos ha vuelto a sorprender el virus?

La [subvariante] BA.5 nos ha sorprendido a todos. Su arquitectura antigénica [composición molecular] cambia claramente con respecto a la primera ómicron y a las anteriores variantes. Escapa a la inmunidad de los anticuerpos, aunque es complicado saberlo a nivel de células T [la protección más profunda que evita la enfermedad grave] porque no hay datos. Probablemente, lo que está haciendo es inducir la hospitalización en gente con patología crónica o muy mayor, con más de 80 años.

–Pero, ya sea por las vacunas, por las mutaciones o por ambas, la gravedad no tiene nada que ver con las primeras olas.

No tiene nada que ver incluso con la delta. Es menos grave, pero con los datos que tenemos de Reino Unido y Portugal, parece que está induciendo más hospitalización que la BA.1 [la primera ómicron que llegó a finales de 2021]. Sin embargo, no se acompaña de UCI. Los pacientes ingresan en planta, pero no tienen esos cuadros respiratorios tan graves, por lo menos de entrada. Un tema muy importante que está pasando con SARS-CoV-2 es que está mutando a un ritmo importante, generando variantes y subvariantes cada dos o tres meses. No da tiempo a desarrollar un [anticuerpo] monoclonal efectivo, no da tiempo a que las indicaciones de los antivirales estén validadas con datos clínicos en vida real, con las variantes actuales. Va todo tan rápido que no da tiempo. Igual sucede con las vacunas. Pfizer y Moderna parece que tienen la bivariante [formulada] con la alfa y la ómicron, pero con la BA.1. Lógicamente, será siempre mejor que la original [a partir del primer virus de Wuhan], pero no es suficiente. El virus siempre va más rápido de lo que podemos reaccionar.

–¿Es partidario de una cuarta dosis de la vacuna para quien ya tiene la pauta completa y el primer refuerzo?

Por un lado, tenemos la opción de la bivariante: aunque haya escapes, creo que es útil, más que la de Wuhan únicamente. Y, por otro lado, va a haber nuevas vacunas por el camino. Por ejemplo, en España está la de Hipra, que puede tener sus posibilidades, porque puede generar un tipo de respuesta que puede aportar ciertos beneficios.

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–¿Sería como sumar una protección más completa?

–Sí. Pero tenemos que buscar otros modelos de vacunas. La idea es una que sea pancoronavirus, [que funcionen] independiente de que salgan variantes. Idealmente, que se pueda aplicar a nivel nasal o respiratorio para que sea más efectiva en la puerta de entrada.

Pero ahora mismo no están disponibles ni estas ni las bivariantes ni la Hipra. ¿Pondría una cuarta dosis ya con la vacuna original?

–Ahora lo que mejor veo es intentar evitar la infección. Mucha gente está vacunada con tres dosis y ha pasado la ómicron; se ha visto que esto induce una inmunidad más potente que si pasas la ómicron sin estar vacunado. Tenemos una protección adecuada frente a la gravedad y en ese sentido podemos estar tranquilos y podemos ir empezando a poner una cuarta dosis en otoño, comenzando por los más vulnerables. Y habrá que ver si lo hacemos con la bivariante o con otras que está revisando la EMA [siglas en inglés de la Agencia Española del Medicamento].

–¿Estamos viendo más reinfecciones y más rápidas que nunca antes?

Claro. Los anticuerpos neutralizantes te pueden evitar la infección, pero siempre reaccionan frente a la estructura completa [del virus], no la degradada que sí reconocen las células T. Así que si hay una mutación, [los anticuerpos] ya no reconocen al virus; va a escapar y es lo que está ocurriendo. Ojo, en cuanto a infección, no a enfermedad grave. Por eso hay gente que tuvo la BA.1 en Navidad y ahora la BA.5.

–¿Estas mutaciones están provocando menos fiabilidad en las pruebas de antígenos que compramos en las farmacias?

En principio, los test antigénicos no están fallando, detectan partes del virus que no están mutando. En los casos que conozco están dando positivo desde muy al principio de los síntomas.

–Parece que los nuevos sublinajes han acortado su periodo de incubación.

Sí, pero no tengo evidencias ni conozco ningún trabajo [publicado que lo demuestre].

–¿Es partidario de la mascarilla en interiores?

–Yo la uso. En cuanto entro a un sitio interior me pongo mascarilla. Es el medio que tenemos para protegernos hoy en día, junto con que los positivos se autoaíslen lo máximo posible para no infectar a nadie. Lo que no veo bien es ir a un centro comercial y [que esté] todo el mundo sin mascarilla, como si esto ya hubiera pasado. Y ha pasado en el sentido de que ya no es el Covid de cuando no teníamos vacunas que inducía gran cantidad de hospitalización y muertes. Ahora es un catarro gripal que sí que descompensa pacientes y mata a gente, ojo, no quitamos importancia. Porque sobre todo descompensa a los más mayores, a los más vulnerables. Todos nos queremos olvidar del Covid, pero no podemos olvidarnos del todo. Está ahí.

–En marzo y abril se eliminaron casi todas las medidas: aislamiento de casos positivos, mascarillas, indicación de test en menores de 60 años... ¿Daría algún paso atrás?

Por ejemplo, no entiendo por qué hemos dejado de tener datos de incidencia en la población general. Conocer la situación nos viene bien a todos. Sabemos que estamos en más de 1000 casos por 100.000 [habitantes] en más de 60 años [la media española es de 1135], suponemos que en población general estará 3000 o más. Pero lo asumimos, no lo sabemos. Hay un cansancio pandémico, está claro, estamos todos hasta las narices y evidentemente la economía no se puede parar. Pero hay situaciones que hemos abandonado… y usar la mascarilla en un interior no lo veo un gran problema; siempre son mejores las comidas en terrazas y exteriores. Son una serie de cosas que deberíamos hacer sin que nos limiten.

–¿Volvería a la mascarilla obligatoria?

Yo la uso [responde tras un silencio de unos segundos].

–¿Cómo espera que evolucione el virus?

Va a seguir mutando y no sabemos si nos va a sorprender o no. Muta constantemente, cada dos o tres meses tenemos una variante o subvariante. Y cada seis meses, una que nos sorprende. En Navidad de 2020 tuvimos la beta; la delta en julio, la ómicron en Navidad de 2021 y ahora tenemos la BA.5. Lo que estamos viendo es que las variantes tienen mayor capacidad de reinfectar, pero no parece que vayan a más [gravedad]. Y digo parece porque no lo tengo claro con la BA.5. Creo que esta enfermedad se quedará en un catarro viral como puede ser la gripe. Pero, como ocurre con la gripe, hay gente a la que descompensa y muere.

–¿Cree que puede suceder aquí algo parecido a lo que ocurrió en Portugal con la BA.5, que provocó una gran tasa de contagios, pero no una enorme afección hospitalaria?

–Eso es lo que tenemos que ver. Entre las vacaciones y las bajas del personal sanitario, los recursos están muy limitados. Tenemos que ver hasta dónde sube este pico, si se queda en esta semana, aguantaremos. Si sigue subiendo, probablemente tendremos estrés y dificultades en los hospitales, porque hay recursos limitados y si sigue aumentando la incidencia va a haber más necesidad de hospitalización de gente y va a seguir poniendo en tensión al sistema.

Por Pablo Linde

©EL PAÍS, SL