Murió la artista chilena Lotty Rosenfeld

A los 77 años, víctima de un cáncer de pulmón, falleció ayer en Santiago de Chile la artista y activista Carlota Eugenia Rosenfeld Villarreal, más conocida como Lotty Rosenfeld. Había nacido en esa misma ciudad en junio de 1943. Comprometida con el arte conceptual y acciones en el espacio público, llegó a estar presente con su obra en algunos de los principales museos del mundo.

"Con profundo pesar nos enteramos del fallecimiento de la artista Lotty Rosenfeld. Cofundadora del Colectivo Acciones de Arte (CADA), desde sus grabados y el videoarte su práctica artística fue un instrumento de compromiso social", declaró la ministra de las Culturas de Chile, Consuelo Valdés. CADA nació en 1979 como una respuesta a la dictadura de Augusto Pinochet y formó parte de la escena de vanguardia del país vecino. Rosenfeld participó en ese grupo junto con el sociólogo Fernando Balcells, la escritora Diamela Eltit, el poeta Raúl Zurita y el artista Juan Castillo. La renovación teórica y la fusión de arte y vida social guiaron las acciones de CADA y, en especial, el trabajo de Rosenfeld, que también integró el grupo Mujeres por la Vida.

En los años 60, estudió artes plásticas en la Universidad de Chile, donde fue alumna de Florencia de Amesti, Eduardo Vilches y Kurt Herdan. Su trabajo se desarrolló en la técnica del grabado hasta finales de la década de 1970 cuando, a causa de las circunstancias políticas y sociales en Chile, reinventó su práctica y la ligó al espacio público. A partir de entonces desarrolló una obra que se distinguió por su carácter crítico, performativo y multidisciplinario.

Una de sus intervenciones más emblemáticas fue Una milla de cruces sobre el pavimento, de 1979, en la que intervino los alrededores del Palacio de La Moneda en su país con cruces blancas sobre la calle. Con variantes, realizó esa misma acción en torno a la Casa Blanca en Washington, el Muro de Berlín y la Plaza de la Revolución en La Habana, entre otras "arquitecturas" del poder real y simbólico. El registro de esa obra forma parte de la colección del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), el Museo Reina Sofía y de la Tate de Londres, que la compró en arteBA en 2014 por iniciativa de José Roca.

PUBLICIDAD

"No conozco a muchos artistas que hayan logrado desarmar los compartimientos estancos del arte como lo logró Lotty -escribió Gabriela Rangel, directora artística del Malba-. Sus cruces en el pavimento son las señales que animaron mis primeros pasos hacia la búsqueda de un lenguaje sin adjetivos". Acerca de las imágenes que documentan esa acción artística en un video, la poeta chilena Elvira Hernández escribió: "¿A dónde conducen esas pavimentadas calles de dios?/ (dios entre paréntesis mini minúsculas letra chica)/ los signos lisos a dónde llevan/ el pavimento parchado/ abrojo de la tierra".

"Me interesa dar cuenta y que la gente pueda reflexionar cómo acata órdenes, donde actúa el poder de manera subliminal, para ir creando sujetos irreflexivos, obedientes, porque eso es conveniente para todos los sistemas", declaró en 2007, cuando fue invitada a la 12ª edición de la Documenta de Kassel.

En 2013, en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla se organizó una muestra antológica de su obra, con el acertado título de Lotty Rosenfeld. Por una poética de la rebeldía. En 2015, representó a Chile en el Pabellón Nacional de la 56° Bienal de Venecia junto con la fotógrafa Paz Errázuriz en la muestra Poéticas de la disidencia, que estuvo al cuidado de la ensayista y crítica franco-chilena Nelly Richard.

Con la escritora Diamela Eltit, realizó a fines de los años 80 El Padre Mío, un ensayo sobre la fragmentación social basado en entrevistas a un esquizofrénico. "Conocí al Padre Mío en 1983 -recordó Eltit-. Lotty Rosenfeld me acompañaba en torno a la ciudad y los márgenes, por múltiples hospederías, barrios prostibularios y diversas situaciones de vagabundaje que ella iba documentando en video". Al final de la dictadura de Pinochet, realizó la videoinstalación Cautivos, con imágenes de un hospital en las afueras de Santiago, combinadas con secuencias televisivas de un juicio a disidentes cubanos y otras de Mathias Rust, el aviador alemán que aterrizó en la Plaza Roja de Moscú, en mayo de 1987.

A lo largo de su vida, la artista que provocó al poder en espacios públicos recibió varias distinciones, entre otras, el Primer Premio de Grabado del Salón Nacional, en 1978; el Premio Especial del Jurado de la Primera Bienal Internacional de Video en Tokio, en 1982, y el Premio Altazor Artes Visuales, en 2001 y 2003. A inicios de este año, cuatro de sus obras fueron donadas al Museo Guggenheim de Nueva York.