El mundo artístico por fin le da reconocimiento a un artista mexicano

LA PEÑITA DE JALTEMBA, México — Roberto Gil de Montes no está seguro como, a principios de 1970, se convirtió en un fenómeno artístico a nivel mundial. Gil de Montes insiste en que ha hecho el mismo trabajo durante medio siglo, pintando varios días a la semana y produciendo retratos surreales y estilizados de personas comunes que conoce en su vida cotidiana.

No obstante, hace menos de tres años, le llegó un correo electrónico mientras estaba en su casa en el pueblito pesquero de La Peñita de Jaltemba, en el pacífico mexicano, donde ha vivido durante más de dos décadas. Era de un amigo que tenía un amigo que trabajaba en una galería en la Ciudad de México llamada Kurimanzutto. Querían saber si a Gil de Montes le interesaría exponer su obra ahí. El artista jamás había escuchado hablar de Kurimanzutto.

Gil de Montes hizo una llamada rápida a uno de sus directores de ventas, Malik Al-Mahrouky, y luego se entrevistó con el cofundador, José Kuri. A continuación, lo invitaron a exponer algunas de sus obras en la galería.

Iba a ser una exposición pequeña, con unas cuantas obras en una sección emparedada del lugar y el público estaría restringido debido a los lineamientos de la pandemia. “No iba a haber inauguración”, narró Gil de Montes, y explicó la razón de que sus expectativas fueran mínimas. “Las visitas a la galería serían solo con cita”.

No obstante, las pinturas se vendieron por completo en unos cuantos días.

Kurimanzutto (una galería internacional de primer nivel con una nómina de artistas de todo el mundo) intuyó que había dado con algo bueno. Poco después, llevó una muestra de la obra a la edición de la feria de arte Frieze de Nueva York de 2021. “Y en Frieze me conoció la curadora de la Bienal de Venecia, Cecilia Alemani”, afirmó Gil de Montes.

Alemani le dio un espacio en su exposición “La leche de los sueños”, que tuvo lugar en la legendaria bienal Arsenale de Venecia en abril de 2022. De nuevo, fue un éxito. Los cuadros fueron muy elogiados y después se vendieron a museos y coleccionistas privados, además de que el artista recibió invitaciones para participar en más exposiciones.

Kurimanzutto hará de Gil de Montes la pieza central de su oferta artística de viernes a domingo en Paris+ by Art Basel, a la que le seguirá una muestra individual en su galería satélite del barrio neoyorquino de Chelsea, del 10 de noviembre al 22 de diciembre.

“En ocasiones, es solo cuestión de sincronización”, dijo Alemani cuando se le preguntó en una entrevista telefónica el mes pasado por qué la obra de Gil de Montes había cobrado popularidad de repente. “Si no estás sincronizado con la época, quizá tu obra no sea reconocida”.

Lo que Alemani quiere decir es que es el mundo del arte el que ha cambiado, no el artista.

“Estamos en un momento en el que la gente empieza a mirar fuera del canon”, aseveró Al-Mahrouky. “Y creo que Roberto encarna distintas facetas del arte anticanónico”.

Si los extranjeros están de moda, Gil de Montes tiene la obra y la historia personal adecuadas para el momento. “Me han llamado inmigrante, mexicano, mexicoestadounidense, hispano, chicano, homosexual, ‘queer’, todo eso”, dijo durante una entrevista en su casa.

Gil de Montes nació en Guadalajara y se mudó con su familia al este de Los Ángeles cuando era adolescente. Al principio de su carrera, se vinculó al movimiento artístico chicano de Los Ángeles y, en 1978, fue uno de los fundadores de Los Angeles Contemporary Exhibitions, o LACE, un espacio experimental que dio a conocer ampliamente la escena artística de la ciudad.

Gil de Montes lleva mucho tiempo trabajando como artista profesional. Durante muchos años estuvo representado por la Galería Jan Baum de Los Ángeles, que cerró en 2007. Tenía clientes habituales, realizó algunos proyectos públicos de gran repercusión y participó en numerosas exposiciones individuales y colectivas.

Pero las cosas “cambiaron radicalmente”, dijo, cuando Kurimanzutto entró en escena.

Gil de Montes dijo que luchaba contra las etiquetas que le ponía la gente, aunque reconocía que a menudo encajaban. Como muchos artistas chicanos, documenta escenas de la vida cotidiana mexicana y mexicoestadounidense. La manera en la que integra en sus paisajes la iconografía de la cultura precolombina e indígena huichol es un guiño a su herencia mexicana.

En cuanto al elemento “queer”, Gil de Montes pinta sobre todo hombres, a menudo jóvenes, con buena condición física y sin camiseta. En uno de sus cuadros más conocidos, “El Pescador”, rinde homenaje al “Nacimiento de Venus” de Botticelli, aunque sustituye a la diosa desnuda del pintor renacentista por un pescador musculoso recostado en una concha marina de gran tamaño.

“Creo que mi sensibilidad pictórica es gay”, señaló. “No soy misógino en absoluto, pero pinto hombres”.

Últimamente se considera a sí mismo surrealista porque así es como describen su obra. Sus cuadros pueden tener una calidad onírica, con objetos que aparentemente tienen poca relevancia agrupados en el mismo lienzo: humanos que interactúan entre sí, pero también con tigres, búhos y tortugas. Sus personajes, siempre serios y silenciosos, miran directamente al espectador, incluso de manera hipnótica. A veces sus rostros están cubiertos por máscaras u ocultos tras velos.

Gil de Montes suele pintar desde la memoria, evocando escenas de años pasados, y eso también se nota en su obra: las cosas pueden parecer fragmentadas, vagas, ilógicas. En “El sueño”, de 2013, un hombre retoza en una playa con un tigre. En “Domingo”, de 2022, tres figuras masculinas pasan un día en la playa; les puso cuerpos y toallas, y uno sostiene una grabadora sobre la cabeza, pero no hay detalles en sus rostros.

Aunque la evolución de los gustos de los coleccionistas de arte ha abierto la puerta a artistas como Gil de Montes, su habilidad particular y manera de ver el mundo fue lo que lo ayudó a salir adelante, comentó Rita González, curadora en jefe de arte contemporáneo del Museo de Arte del Condado de Los Ángeles y seguidora desde hace tiempo de la carrera del artista.

“La obra de Roberto es interesante porque es realmente transnacional, y lo era mucho antes de que el término se popularizara y se pusiera de moda”, aseveró. “Es superestadounidense, pero también supermexicano, y esa es la naturaleza híbrida de estar entre culturas”.

c.2023 The New York Times Company