En el Mundial de Qatar, los líderes globales mezclaron deporte y diplomacia

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El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el presidente francés, Emmanuel Macron, durante un partido del Mundial en Al Khor. (Kirill KUDRYAVTSEV / AFP) - Créditos: @KIRILL KUDRYAVTSEV

NUEVA YORK.- Fueron apareciendo uno tras otro, más seguido que las tarjetas amarillas o los goles de penal, en los soleados estadios de Qatar.

Ahí estaba el presidente de Francia, Emmanuel Macron, alentando el miércoles pasado a su equipo, que derrotó a Marruecos y llegó a la final de la Copa del Mundo que jugará contra la selección argentina en Doha.

También estuvo la representante Ilhan Omar, demócrata del estado de Minesota, que publicó en internet una foto de junto al exjugador inglés David Beckham en el partido entre Estados Unidos y Gales. “Fue divertido ver un partido del Mundial con él”, escribió en el posteo.

El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, en una visita al Oxygen Park en Doha, Qatar
El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, en una visita al Oxygen Park en Doha, Qatar - Créditos: @Karim Jaafar/Pool via AP

El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, también estuvo presente en ese partido, en la víspera de un encuentro con funcionarios qataríes para dialogar de asuntos políticos. El alto funcionario estadounidense vio el primer gol del equipo norteamericano en el torneo, convertido por Tim Weah, el hijo del presidente de Liberia, que estaba con Blinken en el palco.

El martes pasado, en una cumbre con líderes africanos en Washington, Blinken recordó ese momento cuando presentó al presidente George Weah, que también es una leyenda del fútbol. “Lo mejor de todo fue darse vuelta y ver tu cara mientras veías a tu hijo marcar el gol. Pude ver el orgulloso extraordinario que había en tu rostro mientras todo el estadio lo alentaba”, dijo Blinken. “Se ve que están hechos de la misma madera”, añadió.

El torneo siempre ha sido un punto de encuentro para dignatarios, pero en este eso es más notorio porque el anfitrión, Qatar, un reino minúsculo y opulento del Golfo Pérsico, decidió hace más de una década dar un paso adelante organizando un evento que, como se sabe, capta la atención de todo el planeta.

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El presidente de la Asociación de Fútbol de Qatar, Hamad Bin Khalifa Bin Ahmed Al Thani; el presidente de la FIFA, Gianni Infantino; el presidente francés, Emmanuel Macron, y el presidente de la Federación Francesa de Fútbol, Noel Le Graet, en el estadio Al Bayt, en Al Khor. (Photo by Giuseppe CACACE / AFP) - Créditos: @GIUSEPPE CACACE

El reino logró ese objetivo, a pesar de las críticas persistentes por sobornos, abusos de los trabajadores migrantes y criminalización de la homosexualidad.

La Copa del Mundo también le dio a Qatar un rol más importante como mediador diplomático. Incluso antes del torneo, el presidente Biden había definido a Qatar como un “gran aliado no miembro de la OTAN”, y los funcionarios estadounidenses habían recurrido a ese país para facilitar los diálogos con Irán, los talibanes en Afganistán y los palestinos.

El evento es otro ejemplo de cómo, con frecuencia, la política y el deporte se mezclan. Los líderes mundiales y los altos funcionarios fueron llegando a Qatar desde el inicio de la Copa del Mundo, el 20 de noviembre pasado, para ver partidos y participar de reuniones, y a veces incluso quedaron lejos del centro de atención.

Algunos dirigentes, incluido Weah, pasaron tanto tiempo en Doha que los ciudadanos de sus países se preguntaron con sarcasmo cuáles son sus prioridades. Weah dijo que obtuvo financiamiento para un proyecto de autopista tras una reunión con el emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani. Por su parte, la política griega y exvicepresidenta del Parlamento Europeo, Eva Kaili, que en los últimos días fue acusada en un escándalo de sobornos que involucra a Qatar, presenció el partido inaugural desde un palco VVIP con suelo de mármol.

Este Mundial se desarrolla en uno de los momentos más tensos de la historia mundial reciente, mientras muchos países lidian con la guerra de Rusia contra Ucrania, la pandemia del coronavirus, inflación, escasez de alimentos y desastres climáticos. El torneo ofrece un marco donde los dirigentes extranjeros pueden hablar de esos asuntos y al mismo tiempo mezclarse entre las hinchadas.

Conversaciones

El miércoles, Macron se reunió con funcionarios qataríes en Doha y dijo que las conversaciones continuarían el domingo, cuando regresaría al país para la final de la Copa del Mundo.

James Cleverly, ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, dijo que mantuvo “conversaciones difíciles” con los qataríes en torno a los derechos humanos.

Bob Menendez, demócrata por Nueva Jersey y presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, dialogó con el ministro de Exteriores de Qatar en relación a Afganistán, Libia y el Líbano.

A la ceremonia inaugural del Mundial asistieron más de una decena de jefes de Estado, mayormente de los países de Medio Oriente. El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed ben Salman, que durante 43 meses encabezó un bloqueo regional de Qatar que terminó el año pasado, también estuvo presente, en una muestra de unidad con el emir de Qatar.

“El impacto de la Copa del Mundo se extiende más allá de la comunidad del fútbol”, dice Ali al-Ansari, vocero del gobierno qatarí. “El mundo nunca ha estado tan dividido, así que este tipo de eventos son un recordatorio oportuno de que tenemos mucho más en común de lo que pensamos”, añadió.

Los funcionarios estadounidenses aprovecharon la oportunidad. Además de Blinken y de Omar, desde las tribunas alentaron otros políticos, como Christopher S. Murphy, senador demócrata por Connecticut; Todd Young, senador republicano por Indiana; Darrell Issa, representante republicano por California, y el alcalde de Nueva York, Eric Adams.

El alcalde, que vio el partido entre Estados Unidos y Países Bajos de los octavos de final, dijo ante la prensa que pagó todos sus gastos con dinero propio.

La agenda de Adams no especifica con quién se reunió, pero el alcalde posteó una foto junto al entrenador del equipo estadounidense, Gregg Berhalter, y dijo que estaba de visita, entre otras cosas, para observar el sistema de tránsito y estudiar cómo ayudar desde la ciudad de Nueva York en el desarrollo de la Copa Mundial de Fútbol de 2026, que será organizada entre Estados Unidos, Canadá y México.

El nuevo embajador estadounidense en Qatar, Timmy T. Davis, asistió a muchos partidos y posteó de manera regular sobre el torneo, y hasta publicó un video junto al embajador de los Países Bajos en el que se los ve preparando el desayuno antes del partido entre sus países.

En un evento cultural celebrado en Doha en los días previos al Mundial, Davis dialogó con la modelo estadounidense Bella Hadid, cuyo padre es palestino. Qatar es un férreo defensor de los palestinos, y los hinchas de fútbol árabes y el equipo marroquí hicieron flamear la bandera palestina en las calles y los estadios.

No sorprende que durante el Mundial, Blinken y los qataríes hayan establecido un diálogo estratégico en materia de seguridad y asuntos económicos.

El deporte es parte de la diplomacia: el 21 de noviembre, antes de asistir al partido entre Estados Unidos y Gales, Blinken apareció en un parque de Doha para participar de un evento con funcionarios qataríes, mexicanos y canadienses para promocionar los intercambios de futbolistas jóvenes.

Blinken dijo que el fútbol “es una forma muy poderosa de unir a las personas”. Pero en otra aparición pública, criticó a la FIFA, el ente que gobierna el fútbol, por su amenaza de penalizar a los futbolistas que se pusieran el brazalete arcoíris a favor de la inclusión.

Blinken planea ver la final Francia-Argentina con su familia, en su casa, así que se perderá la oportunidad de cruzarse con Macron en Doha.

Edward Wong