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Multimillonario enfrenta condena de cárcel por tener sexo en avión con una menor de edad

Imagen genérica de una avioneta privada. (Foto: AP)
Imagen genérica de una avioneta privada. (Foto: AP)

Los dos últimos años de la vida del multimillonario Stephen Bradley Mell pasaron de ser una aventura a un desastre total, al punto que enfrenta una condena de cinco años en una prisión federal más el mismo periodo bajo supervisión de las autoridades.

Mell, quien fue liberado tras pagar una fianza de un millón de dólares y poner la casa de su madre como prueba de seguridad, se declaró culpable en mayo de de mantener una conducta sexual ilícita y de recibir pornografía de una menor de 16 años, con quien mantenía un idilio.

Su sentencia será definida el próximo 12 de julio.

Según la página My Central Jersey, Mell, quien tenía una certificación como piloto iba a enseñarle a la menor cómo manejar una aeronave.

"Su amor por volar, junto con la paz, la serenidad y la alegría que obtuvo al estar en el aire, se convirtió en la fuente de sus mejores recuerdos", de acuerdo a los documentos presentados en corte.

Pero Mell no era un tipo corriente. Provenía de una familia adinerada y siempre se había destacado por ser un emprendedor que logró llevar la empresa de su padre a los niveles más altos hasta que se convirtió en presidente y recibió el reconocimiento de todos.

Además, contaba con una maestría en Psicología, era voluntario en su comunidad y siempre tenía tiempo para invertir en sus dos hijos y su esposa, sin contar los premios y reconocimientos que recibió por su desempeño.

"Mell tiene toda una vida de contactos en el área de Nueva Jersey, muchos de los cuales son profesionales muy respetados", resaltaban los documentos legales presentados por su abogado, Robert Bianchi, quien anteriormente se desempeñó como fiscal del Condado de Morris.

Un giro inesperado

Cuando Mell conoció a la menor, en 2017, ella tenía 15 años. Los documentos indican que la madre de la jovencita fue quien gestionó las clases de aviación.

Las comunicaciones -que mayormente se establecían por Snapchat- pronto comenzaron a volverse sexuales cuando Mell le preguntó si ella sabía “cómo practicar sexo oral”.

Tiempo después, la invitación se volvió más personal cuando Mell, que entonces tenía 51 años, le ofreció pasar algún tiempo a solas en su enorme casa de Bedminster, en Black River Road, uno de los vecindarios más lujosos de Nueva Jersey.

Para junio de 2017, Mlil ya había realizado actos sexuales orales con la menor, de acuerdo a la denuncia presentada en la corte. Un mes después tuvieron relaciones sexuales y le compró la píldora anticonceptiva del día después seguido de un mensaje en donde le aseguraba que la extrañaba.

“Si estás nerviosa te dolerá más”, le dijo antes de tomar un vuelo con ella en su avión privado como parte de una clase que terminó “con una conducta ilícita”. Ambos volaron desde Barnstable hasta Cape Cod, en Massachusetts. En el trayecto de regreso Mell puso la aeronave en modo piloto y tuvo sexo con la menor.

La misma escena se repitió al día siguiente y durante todo lo que restaba del 2017, cuando Mell le pidió a la menor que le enviara mensajes de texto, fotos y videos con un perfil sexual.

Su obsesión no se detuvo. Cuando la niña cumplió 16 años, Mell le regaló una tarjeta y reservó la habitación de un hotel en la ciudad de Nueva York. “Déjame conseguir una habitación y estaremos listos”, decía uno de los mensajes enviados.

Ambos viajaron de manera separada a la urbe y se encontraron en el sitio previsto. Mientras tenían relaciones sexuales Mell tomó una foto en donde se veía claramente la zona genital de la menor, según los documentos de la corte.

“Confía en mí, el sexo es increíble, pero también lo es estar cerca de ti”, le dijo Mell en otro mensaje después de haberle pedido que consiguiera un método anticonceptivo.

Pero sus impulsos lujuriosos le costaron caro. Además de enfrentar la justicia por un acto criminal, Mell enfrenta el divorcio que le presentó su esposa.