Las mujeres jóvenes se encuentran en la vanguardia de las manifestaciones en Tailandia

Panusaya Sithijirawattanakul, una dirigente del movimiento de protesta, en Bangkok, el 13 de agosto de 2020. (Adam Dean/The New York Times)
Panusaya Sithijirawattanakul, una dirigente del movimiento de protesta, en Bangkok, el 13 de agosto de 2020. (Adam Dean/The New York Times)
Chumaporn Taengkliang, una dirigente del movimiento de protesta, en Bangkok, el martes 22 de septiembre de 2020. (Amanda Mustard/The New York Times)
Chumaporn Taengkliang, una dirigente del movimiento de protesta, en Bangkok, el martes 22 de septiembre de 2020. (Amanda Mustard/The New York Times)

BANGKOK — Durante las últimas semanas, decenas de miles de personas se han reunido para participar en una serie de manifestaciones a favor de la democracia en Tailandia. Entre sus filas impera una fuerza política emergente: las jóvenes.

Muchos de los organizadores iniciales y más elocuentes de las movilizaciones han sido mujeres estudiantes. Al parecer, también en las manifestaciones recientes las mujeres han conformado la mayoría de los participantes.

Aunque las protestas buscan exhortar a la vieja guardia de Tailandia con el fin de que se implementen ideas nuevas, también han abordado una serie de inquietudes que no suelen discutirse en la escena nacional. Muchas de ellas son exclusivas de las mujeres, entre las cuales está el aborto, los impuestos a los productos usados durante la menstruación y las reglas escolares que hacen que las niñas deban someterse a una versión anacrónica de la femineidad.

Por encima de todo, las mujeres se pronuncian cada vez más contra el patriarcado que desde hace mucho tiempo controla el Ejército, la monarquía y el monacato, las instituciones más poderosas de Tailandia. Se han sumado a un conjunto más amplio de voces que buscan tener mayor participación en un país donde la democracia ha estado en retroceso, aunque los retos para las mujeres siguen siendo excesivos incluso dentro del movimiento de protesta.

“La monarquía y el Ejército detentan todo el poder en Tailandia”, afirmó Panusaya Sithijirawattanakul, una de las estudiantes de un grupo que ha promovido la oposición política. “Me atrevería a decir que los hombres mantienen casi todo el poder en Tailandia”.

Las manifestaciones están cimentadas en la oposición al Ejército, el cual dio un golpe de Estado en 2014. Los generales que lideraron el golpe afirmaron que una de las principales razones para llevarlo a cabo fue proteger a la monarquía de sus detractores.

La postura del gobierno con respecto a los asuntos relacionados con las mujeres ha incentivado a algunas activistas. El primer ministro Prayut Chan-ocha, el líder del golpe, quien conservó su puesto después de las disputadas elecciones del año pasado, ha relegado la idea de la igualdad de género, a pesar de ser el dirigente de un comité nacional destinado a conseguir ese anhelo.

“Todos dicen que tenemos que hacer justicia, que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos”, señaló durante un discurso sobre capacitación vocacional en 2016. “La sociedad tailandesa se deteriorará si pensamos de esta manera”.

Prayuth, un general retirado, comentó que las mujeres tenían el mando en el hogar.

“Fuera de la casa, nosotros somos importantes”, añadió, refiriéndose a los hombres. “En el trabajo, nosotros tenemos el poder”.

Estas ideas han irritado a las mujeres.

“Desde el golpe de Estado, se ha estado acrecentando la supremacía masculina social”, señaló Chumaporn Taengkliang, cofundadora de Mujeres por la Libertad y la Democracia, una alianza política que ha ayudado a dirigir las movilizaciones en contra del gobierno en Bangkok.

Eso tiene que cambiar, añadió Chumaporn.

“Las mujeres no vamos a quedarnos en segundo plano”, comentó. “Somos la primera línea de combate”.

En algunos aspectos, no debería ser algo nuevo que las mujeres estén ayudando a dirigir el movimiento de protestas en Tailandia, cuya sociedad, en alguna medida, es una de las sociedades asiáticas más igualitarias para las mujeres. Les otorgó el derecho al voto en 1932 y fue uno de los primeros países de la región en hacerlo. Más mujeres tailandesas que hombres asisten a la universidad. Ellas conforman el 45 por ciento de la fuerza laboral. Cerca del 40 por ciento de las empresas privadas están dirigidas por mujeres, una cifra más elevada que el promedio global.

No obstante, las mujeres no tienen voz en instituciones como el Ejército o la monarquía. Su representación política es mínima. Las mujeres solo ocupan el 14 por ciento de los escaños en el Parlamento. (Al menos eso ha mejorado después del golpe de 2014, cuando solo el cinco por ciento de la legislatura estaba integrada por mujeres).

Pese a que las mujeres guerreras son famosas en la historia de Tailandia por haber ayudado a repeler a los invasores extranjeros, la principal academia militar del país no acepta mujeres. El año pasado, la Academia Real de Cadetes de la Policía de Tailandia, que durante casi una década aceptó el ingreso de aspirantes femeninas, volvió a cerrar sus puertas para las mujeres que solicitaban ser admitidas.

Las mujeres han participado en anteriores movimientos de protesta. Una base conformada por las llamadas “tías”, muchas procedentes de las zonas rurales que la élite gobernante de Bangkok no toma en cuenta, fue fundamental para formar una fuerza opositora llamada Camisas Rojas que ocupó el centro de Bangkok durante semanas antes de la sangrienta represión que se ejecutó en 2010.

Sin embargo, casi no se había visto mujeres en el liderazgo de las protestas.

“En anteriores movimientos por la democracia, la mayoría eran hombres”, señaló Jutatip Sirikhan, estudiante de la Universidad Thammasat, en Bangkok, que este mes fue arrestada por su participación en las actuales manifestaciones. “Hasta ahora, Tailandia no ha tenido ningún movimiento político de género”.

Conforme aumentaron las movilizaciones de este verano, las mujeres tomaron los escenarios de las manifestaciones para censurar una brecha salarial persistente y denunciar lo que definen como la cultura de la violación. Condenaron que el gobierno hubiese clasificado los productos para la higiene femenina como cosméticos, ya que eso los somete a impuestos más elevados.

Destacaron las leyes sobre el aborto que, en su opinión, no les brindan a las mujeres el control sobre su propio cuerpo porque restringen ese procedimiento a casos en los que está en juego la salud mental o física. También se pronunciaron contra los populares concursos de belleza en Tailandia, los cuales, según ellas, segregan a las mujeres como recatados objetos decorativos. (Una reina de la belleza que manifestó su apoyo a las movilizaciones en favor de la democracia fue censurada en internet por tener la piel oscura).

“La actual generación de jóvenes posee el vocabulario para nombrar lo que está mal con la sociedad cuando se trata de asuntos relacionados con el género”, señaló Duanghathai Buranajaroenkij, experta en estudios de género de la Universidad Mahidol en Bangkok. “Cuando comencé a estudiar el género, la mayoría de la gente de Tailandia ni siquiera sabía mirar las cosas a través de esa perspectiva”.

El fin de semana pasado, durante una movilización nocturna, la más grande desde el golpe de 2014, las oradoras señalaron las tradiciones patriarcales del palacio real de Tailandia. Las leyes de sucesión especifican que la corona debe ser para un heredero varón. El Consejo Privado, un grupo selecto de asesores del monarca, está conformado exclusivamente por hombres.

El rey Maha Vajiralongkorn Bodindradebayavarangkun se ha casado cuatro veces. Dos de sus esposas anteriores fueron expulsadas. El año pasado, el rey le quitó los títulos a su consorte real, una posición parecida a la de una amante oficial que, hasta que él la reinstauró, no había existido desde antes de que el país aboliera la monarquía absoluta en 1932.

La consorte fue acusada de “comportamiento indebido y deslealtad al monarca”. Pero este mes, el palacio anunció que había sido reinstalada en su posición anterior. No se sabe por qué.

El sábado en la noche, en una manifestación frente al Gran Palacio Real, Chumaporn, cofundadora del Mujeres por la Libertad y la Democracia, habló de un asunto que pocas veces se debate en un país donde criticar al rey puede ser motivo de hasta quince años de cárcel. (El rey no estaba en el palacio porque pasa la mayor parte de su tiempo en Alemania).

“Le pedimos añadir otro asunto”, dijo Chumaporn, aclamada por la multitud. “Destruir la estructura de superioridad de los hombres bajo la monarquía”.

No obstante, las movilizaciones del fin de semana también demostraron que un movimiento impulsado por muchos dirigentes ahora se está aglutinando en torno a menos personas, y la mayoría son hombres. De los dieciocho oradores principales del sábado, solo tres eran mujeres. (Sin embargo, Panusaya presentó una carta de protesta dirigida al rey).

This article originally appeared in The New York Times.

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