Algunas mujeres disfrutan con el sexo anal: por qué no debería ser un placer culpable

Avergonzar a las mujeres por disfrutar del sexo anal es perjudicial para su salud, bienestar y autonomía sexual. <a href="https://www.gettyimages.co.uk/detail/news-photo/woman-lying-on-bed-with-arms-raised-portrait-elevated-view-news-photo/82144239?adppopup=true" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Archive Photos / Stringer;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Archive Photos / Stringer</a>

¿Qué es lo primero que le viene a la mente cuando piensa en sexo anal? ¿Piensa en dolor, miedo, coacción? ¿Piensa que el sexo anal es obsceno, duro, aventurero, tabú y quizás más sucio que otras formas de sexo? ¿Piensa en el sexo entre personas homosexuales? ¿O piensa en placer, romance, amor, conexión, intimidad, confianza y alegría?

Las investigaciones sugieren que es común asociar el sexo anal con el estigma, la vergüenza y la sospecha, con percepciones negativas que dominan la comprensión del comportamiento sexual anal.

Cuando se representa como algo que ocurre entre hombres y mujeres, tanto la investigación médica como la cultura popular tienden a ver a los hombres como los penetradores, a las mujeres como las receptoras y al sexo anal como una actividad sexual arriesgada que tiene un elemento coercitivo.

Por ejemplo, en la serie estadounidense Sexo en Nueva York, uno de los personajes principales, Charlotte York, se sentía perturbada y angustiada porque su novio quería practicar sexo anal. “No quiero ser la chica de ‘por detrás’, porque… Nadie se casa con la chica de ‘por detrás’. ¿A quién se le ocurriría algo así?”, le dice a su pareja.

Y, por supuesto, está la célebre escena de Fleabag, en la que el personaje de Phoebe Waller-Bridge accede a practicar sexo anal con el “tío del culo”, mientras declara a la cámara:

“Después de un polvo normalito, te das cuenta de que va directo hacia tu culo, pero estás borracha, y él ha hecho el esfuerzo de venir hasta aquí, así que le dejas. Está excitado”.

Esto también se refleja en un episodio de la comedia estadounidense The Mindy Project dedicado al sexo anal “accidental”.

Estas representaciones escandalizan a los espectadores y ponen el placer de los hombres y su deseo por encima de los de las mujeres. Rara vez se las ve a ellas como instigadoras o penetradoras activas, especialmente entre parejas femeninas, y casi nunca se las muestra como entusiastas de la práctica.

Nuestro equipo de investigación llevó a cabo una serie de grupos de discusión con 20 participantes de entre 19 y 56 años. Entre ellos había profesionales de la salud sexual y gente interesada en el tema, como jóvenes y personas que trabajan con jóvenes. El objetivo del estudio era explorar las percepciones del sexo anal, debatiendo cuestiones como: ¿qué es el sexo anal?, ¿quién lo practica y por qué motivos?

En las charlas se asumió inmediatamente que el sexo anal era una preferencia sexual masculina, antes de considerar siquiera que tuviese que ver con el placer femenino. Los participantes expresaron que las mujeres que desean sexo anal son percibidas como aventureras, interesadas en prácticas sexuales experimentales o, de alguna manera, algo “fuera de lo común”.

Imagine que conoce a una mujer que dice abiertamente que le gusta penetrar a su novio cada dos noches. ¿Se la consideraría atrevida? ¿Salvaje? ¿Pervertida? ¿Sería objeto de prejuicios por sus preferencias sexuales? ¿Sería juzgada?

Nuestra investigación sugiere claramente que sí. Tal vez estas actitudes negativas no sean sorprendentes. Después de todo, incluso algunos médicos se muestran reacios a hablar de sexo anal con las mujeres, lo que supone un riesgo potencial para la salud.

El sexo anal es habitual, a pesar del estigma

La investigación también pone de manifiesto la preocupación de algunos profesionales de la salud sexual por el hecho de que las mujeres puedan verse influidas por su pareja masculina para practicar sexo anal o puedan tomar la decisión de practicar sexo anal sin estar plenamente informadas. Esto nos lleva a preguntarnos si las mujeres están atendiendo sus propios deseos sexuales o los de los hombres.

La mayoría de nuestros participantes pensaban que el sexo anal era un área descuidada en las relaciones y la educación sexual. Y definitivamente no se presenta como si fuese algo placentero.

Es difícil calcular cuántas personas en general, y mujeres en particular, practican sexo anal. Muchas personas no se sienten cómodas hablando abiertamente de su vida sexual debido a factores geográficos, contextuales e interseccionales como la raza, la religión, el género y la sexualidad.

Tampoco existe un consenso claro sobre lo que constituye sexo anal, ya sea practicar sexo oral en el ano, penetrar a alguien con un dildo, introducirle un dedo, practicar el coito pene-anal, dar un masaje anal u otras actividades. Pero algunas estimaciones muestran que algo más de un tercio de las mujeres estadounidenses han practicado sexo heterosexual pene-ano.

Otros estudiosos han argumentado que hay más adultos y adolescentes que practican sexo anal que los que tienen una cuenta en X (antes Twitter).

En contra de los prejuicios negativos inmediatos que pueden surgir alrededor del sexo anal, estas estimaciones sugieren que practicar sexo anal es relativamente común entre las mujeres como parte de una actividad sexual más amplia.

Entonces, teniendo en cuenta tanto estos prejuicios como la falsa consideración de que se coacciona a las mujeres para que lleven a cabo esta práctica, ¿cómo debería hablarse adecuadamente del sexo anal?

Poner en primer plano la seguridad y el placer de las mujeres

La atención al placer sexual de las mujeres está sorprendentemente ausente de las conversaciones sobre educación sexual y afectiva, y de la práctica clínica de la salud sexual. En nuestra investigación argumentamos que el sexo anal debe incluirse en la educación sexual como parte de un amplio abanico de prácticas que proporcionen placer.

Lo que debería preocuparnos no es la práctica del sexo anal per selas mujeres practican sexo anal queramos reconocerlo o no– sino la falta de educación sobre el tema que, de abordarse, podría aumentar la alfabetización sexual de mujeres y chicas jóvenes.

No estamos animando a nadie a practicar sexo anal si no lo desea, pero nuestra investigación hace hincapié en que si las jóvenes van a practicarlo, tienen derecho a conocerse para poder hacerlo de forma segura, consentida, placentera y positiva.

Hemos puesto de relieve suposiciones implícitas que deben ser cuestionadas y desestigmatizadas, como qué es realmente el sexo anal, quién es el instigador principal y si las mujeres son participantes activas que desean practicarlo por su propio placer.

Educar sobre el sexo anal centrándose en el placer femenino permite un mayor grado de elección que será beneficioso para todas las implicadas.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.