La mujer que creó las ciencias forenses con casas de muñecas en miniatura para investigar muertes inexplicables

La imagen muestra uno de los 18 dioramas realizados por Frances Glessner Lee para adiestrar a los investigadores a analizar escenas de crímenes. (Foto de Bonnie Jo Mount/ El Washington Post vía Getty Images)
La imagen muestra uno de los 18 dioramas realizados por Frances Glessner Lee para adiestrar a los investigadores a analizar escenas de crímenes. (Foto de Bonnie Jo Mount/ El Washington Post vía Getty Images)

Frances Glessner Lee fue una mujer innovadora que se negó a aceptar las limitaciones que se le impusieron en la conservadora sociedad estadounidense del siglo XIX. Fue la primera capitana de policía de Estados Unidos, la “madre de la ciencia forense” y ayudó a fundar el primer Departamento de Medicina Legal en la Universidad de Harvard.

Frances nació en la comodidad de una familia adinerada de Chicago, Illinois, en 1878, hija de un fabricante de maquinarias agrícolas y de una reconocida orfebre. Tuvo el privilegio de ser educada por tutores privados en una mansión de 13 habitaciones. En sus ratos libres jugaba con su hermano mayor y desarrolló una enorme afición por Sherlock Holms, el personaje principal de las novelas del autor británico Arthur Conan Doyle.

Tal y como se esperaba de una dama aristocrática de su época, a Frances no solo le enseñaron las nociones básicas de literatura, geografía, anatomía, botánica y matemáticas sino que también desarrolló destrezas en el bordado, la costura y la elaboración de casas de muñecas en miniatura.

Su aspiración de estudiar medicina se vio truncada porque Harvard no permitía el acceso a estudiantes mujeres en esa escuela (y no lo haría hasta 1945) y su padre no la autorizó a asistir a ninguna otra universidad. Activa y curiosa, Frances no se conformó con quedarse en casa mientras su hermano estudiaba derecho y decidió viajar dos años por Europa para recorrer los paisajes que antes había conocido en los libros.

A su regreso, “hizo su debut” en la sociedad y se casó poco después con el abogado Blewett Lee, con quien tuvo tres hijos antes de divorciarse en 1914. Uno de sus hijos dijo que el fracaso del matrimonio se debió en parte a que su madre tenía “un impulso creativo junto con una gran destreza manual” que no era compartida por su padre.

La chispa que lo cambió todo

El episodio que le daría un vuelco a su vida ocurrió en 1929, a los 51 años. Coincidió una temporada en un hospital con su amigo George Burgess Magrath cuando ambos se recuperaban de una dolencia médica. Cómo médico forense y experto en medicina legal, George pasó largas horas conversando con Frances sobre los detalles de su trabajo en la investigación criminal.

Luego Frances tuvo la oportunidad de presenciar las autopsias realizadas por George, quien creía que los órganos del cuerpo humano eran tan bellos y perfectos que deberían ser considerados una obra de arte. Su próximo paso fue estudiar la literatura que existía sobre esos temas y hacer amistades entre investigadores policiales y médicos para aprender de ellos.

Francés decidió mudarse al estado de New Hampshire luego de heredar la fortuna familiar y utilizó su herencia para ayudar a establecer el Departamento de Medicina Legal de Harvard en 1931.

Mientras más comprendía sobre la escena de un crimen, Frances identificó que el problema recurrente en muchas investigaciones era que los detectives no entendían la importancia de preservar las evidencias. El desconocimiento los llevaba a contaminar el área y a destruir pruebas claves que impedían la resolución de los casos.

Ella comprendió que los detectives necesitaban herramientas para abordar de manera científica la búsqueda de los culpables de un crimen. Entonces se valió de su ingenio y de sus habilidades artísticas para construir pequeñas casas de muñecas que simulaban la escena de un crimen para enseñar a sus alumnos a identificar las pistas.

Un visitante ilumina el diorama “Ático” de Frances Glessner Lee que fue exhibido en la Galería Renwick en Washington el 23 de enero de 2018. (Foto MANDEL NGAN/AFP vía Getty Images)
Un visitante ilumina el diorama “Ático” de Frances Glessner Lee que fue exhibido en la Galería Renwick en Washington el 23 de enero de 2018. (Foto MANDEL NGAN/AFP vía Getty Images)

La obsesión por sus casas de muñecas

Sus dioramas, que son representaciones tridimensionales de una escena o paisaje, eran meticulosas réplicas que simulaban de manera precisa la escena de un crimen. Cada detalle desafía el poder de observación de los alumnos, como el ángulo de los minúsculos agujeros de las balas, los patrones de salpicadura de la sangre o la decoloración de los cadáveres en miniatura.

Los objetos de los dioramas no eran “de juguete” sino que eran réplicas exactas de la realidad: Los lápices tienen grafito para escribir, las bombillas funcionan, las persianas se pueden bajar y subir, los frascos están etiquetados. Hasta los periódicos impresos eran idénticos a los encontrados en los casos estudiados.

“Los estudios resumidos sobre muertes inexplicables”, como los llamaría la misma Frances resultó ser un método pedagógico tan efectivo que todavía se utilizan en los talleres de capacitación forense en Baltimore.

El médico forense Bruce Goldfarb y biógrafo oficial de Frances plasma la obsesión de la pionera en representar con exactitud hasta el más mínimo detalle en su libro 18 pequeñas muertes: La historia no contada de Frances Glessner Lee y la invención de la ciencia forense moderna.

Goldfarb asegura que el proceso de trasladar la realidad a miniaturas era increíblemente costoso. La habitación roja, un diorama de 2,5 cm por 30,5 cm, costó entre 3.000 y 6.000 dólares de la época, que equivalen entre 40.000 y 80.000 dólares en la actualidad.

Frances dictaba seminarios para enseñar a analizar los dioramas. Allí proporcionaba notas con algunos elementos de cada caso y daba 90 minutos para analizar la escena.

Existe una solución para cada escena del crimen de los 18 dioramas, pero se mantienen en secreto porque el punto no es resolver el crimen, sino entrenar el ojo de los detectives para detectar detalles minúsculos que parecen insignificantes.

El legado de Frances

Diorama “Vivienda de tres habitaciones”, de Frances Glessner Lee. (Foto MANDEL NGAN/AFP via Getty Images)
Diorama “Vivienda de tres habitaciones”, de Frances Glessner Lee. (Foto MANDEL NGAN/AFP via Getty Images)

A los 66 años, Frances fue nombrada directora educativa de la Policía Estatal de New Hampshire y capitana de policía de la fuerza: la primera mujer en los Estados Unidos en ocupar ese cargo.

Goldfarb dijo que Frances nunca realizó un arresto, aunque estaba dotada de todo el poder policial para hacer cumplir las leyes penales del estado. Su energía e interés en el ámbito policial estaba concentrados en la capacitación de los detectives estudiantes.

Frances murió en 1962 pero sus seminarios siguen siendo impartidos en la Oficina del Médico Forense Jefe en Baltimore, Maryland.

Goldfarb dice que el curso se parece mucho al original diseñado por Frances como las lecciones sobre lesiones por objetos cortantes y contundentes, estrangulamiento, ahogamiento y patrones de salpicaduras de sangre, aunque han agregado todos avances tecnológicos que han ocurrido desde entonces, como la identificación del ADN.

El legado de Frances no termina con haber roto muchas barreras en un área dominada por hombres. También es una precursora del movimiento feminista porque retrató el aislamiento de las mujeres en el hogar y expuso los actos de violencia doméstica.

De los 18 dioramas que construyó, la mayoría representan las distintas habitaciones de una casa y en 12 la víctima es una mujer.

“Negándose a limitar su identidad e intelecto a las comodidades de la vida doméstica, recreó, en miniatura, variantes de los mismos espacios que buscaba trascender. Al hacerlo, Glessner Lee creó su propio lugar liminal, ubicado entre las esferas propietarias de lo público y lo privado, lo masculino y lo femenino, tal como se definieron (y cuestionaron) las categorías a lo largo de su vida”, escribió Laura J. Miller en un ensayo sobre Frances.

Fuentes: The Line Up, Smithsonian American Art, Aljazeera, National Geographic, Harvard Magazine.

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