Muerte en Bariloche: cómo se contrae la mononucleosis y qué tan habituales son los cuadros con complicaciones
Una adolescente de 17 años de Verónica, provincia de Buenos Aires, murió el viernes pasado mientras estaba de viaje de egresados en Bariloche tras haber quedado internada en una clínica privada. La menor tenía mononucleosis, una infección viral que se contrae a través del contacto con saliva de una persona portadora. El deceso se produjo por una complicación asociada con un proceso infeccioso (shock séptico), según dieron a conocer los medios locales.
La adolescente, de acuerdo con la información que trascendió, comenzó con “mucha fiebre y otros síntomas”, fue atendida por el servicio médico contratado por la empresa Baxter y, en esa primera asistencia, se decidió el traslado al Sanatorio San Carlos, donde falleció. Medios de Río Negro citaron que la chica había tenido síntomas previos al viaje. Ante una mejoría, recibió el apto médico para sumarse a la travesía con sus compañeros.
Pero, ¿qué es la mononucleosis? Es una enfermedad por el virus de Epstein-Barr, que se transmite sobre todo a través de la saliva. Se la conoce, también, como la “enfermedad del beso” porque requiere contacto estrecho con la saliva de un portador, aunque no solo a través de los besos.
La transmisión se da además al compartir vasos y utensilios. De ahí la recomendación de lavar bien los objetos que usan los pacientes y no compartirlos, aunque el tiempo que el virus puede permanecer activo también hace difícil prevenir el contagio con medidas higiénicas.
“Es muy común que se dé en los adolescentes, que no suelen tener anticuerpos. De hecho, la edad de más frecuencia de esta infección viral es en la adolescencia”, explicó Juan Carlos Cisneros, médico infectólogo y vicedirector del Hospital Muñiz. “En general, es un cuadro leve y autolimitado [desaparece sin más intervención] que genera mucho cansancio, con síntomas que empiezan de forma abrupta, pero es benigna en la mayoría de los casos. Preocupa porque puede inflamar el hígado y agrandar el bazo”, continuó.
“Es muy común que se dé en los adolescentes, que no suelen tener anticuerpos. De hecho, la edad de más frecuencia de esta infección viral es en la adolescencia”, explicó Juan Carlos Cisneros, médico infectólogo y vicedirector del Hospital Muñiz. “En general, es un cuadro leve y autolimitado [desaparece sin más intervención] que genera mucho cansancio, con síntomas que empiezan de forma abrupta, pero es benigna en la mayoría de los casos. Preocupa porque puede inflamar el hígado y agrandar el bazo”, continuó.
Para Fernando Burgos, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), el shock séptico por mononucleosis infecciosa “es extremadamente raro”, aunque consideró que “en casos excepcionales, puede haber complicaciones graves, como hepatitis, ruptura esplénica o, inclusive, afecciones hematológicas”.
El shock séptico, en tanto, está más asociado con “infecciones bacterianas, mientras que la mononucleosis es de origen viral”, aclaró el pediatra, que integra la Subcomisión de Medios de la SAP y el Departamento Científico de la Fundación Vacunar.
“No obstante -continuó-, en personas inmunocomprometidas o con coinfecciones bacterianas graves (por ejemplo, por meningococo) podría ocurrir una complicación” como esa. Son esas infecciones secundarias las que, según agregó, “pueden desencadenar la sepsis, que no es una manifestación directa de la mononucleosis”.
De ahí, la importancia de “buscar otros patógenos involucrados” en esos casos.
No tan específicos
La mononucleosis se manifiesta como un estado gripal inespecífico. Los síntomas más comunes son fiebre alta, dolor de garganta, decaimiento general e inflamación de los ganglios, sobre todo los del cuello, y pérdida de apetito. Lo primero que refieren los pacientes es un resfrío con dolor de garganta.
Puede o no aparecer dolor abdominal, pero sí es frecuente la inflamación del hígado (hepatitis). A todo chico con signos de insuficiencia hepática, se le hace una prueba de laboratorio para descartar o confirmar esta infección, entre otras más.
Una vez diagnosticada, cualquiera sea la edad, el tratamiento incluye reposo absoluto y, de acuerdo con los síntomas, antitérmicos. No deben usarse antibióticos porque, más allá de que la causa es viral, Cisneros insistió en que “es contraproducente” porque puede agravar el cuadro.
Es por todo esto que se la considera una enfermedad “muy heterogénea”, pero que con el diagnóstico y las indicaciones adecuados los pacientes mejoran sin secuelas. Eso incluye reposo, dieta, hidratación y controles periódicos. La franja etaria más común es la de entre 14 y 25 años.
Riesgo de cáncer a largo plazo
Uno de los aspectos más preocupantes que resaltó Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, es la posibilidad de que, años después de la infección, los pacientes desarrollen linfomas, específicamente el linfoma de Burkitt. “El virus queda dentro de los linfocitos, que son las células defensivas en la garganta, y en algunos casos, puede comenzar a reproducirse descontroladamente, lo que aumenta el riesgo de linfomas”, advirtió.
Grupos de riesgo
La mononucleosis afecta principalmente a adolescentes y adultos jóvenes, aunque también puede presentarse en niños mayores de 8 o 9 años. “Es muy rara en niños pequeños”, señaló López. En relación a un caso reciente que resultó en la muerte de una joven, explicó que “los adolescentes y adultos jóvenes están más predispuestos a desarrollar la enfermedad de manera grave”. Añadió que los deportistas, como los jugadores de rugby, deben tener especial cuidado, ya que el agrandamiento del bazo durante la enfermedad puede conllevar graves riesgos. “Si el bazo se rompe por un golpe, es necesario realizar una cirugía de urgencia”, alertó.
Prevención y transmisión sin síntomas
En cuanto a la transmisión, López destacó que una persona puede contagiar el virus incluso si no presenta síntomas. “El virus puede permanecer activo en la garganta de alguien que no tiene síntomas y ser transmitido a otra persona”, aclaró. Por eso, es crucial el contacto estrecho para que se produzca el contagio, aunque el portador del virus no siempre sabe que lo tiene.