La muerte de un agente en Miami revela el peligro de la ‘capacitación realista’

La muerte de Jorge Arias pareció un accidente fortuito: el veterano agente de Aduanas y Protección Fronteriza murió de un disparo de un colega durante una sesión de entrenamiento en un popular campo de tiro al aire libre de Tamiami Trail, al oeste de Miami-Dade.

Sin embargo, los denominados “disparos involuntarios” en los que se ven implicados agentes de las fuerzas del orden ocurren con más frecuencia de lo que la opinión pública cree, según los expertos.

Un agente de Doral, herido a escasas pulgadas del corazón, sobrevivió a uno hace tres años. Y solo en los últimos cuatro meses ha habido al menos tres baleados en tiroteos de entrenamiento en todo el país.

En agosto, una agente de Washington DC perdió la vida al recibir un disparo de un instructor en una biblioteca pública. Arias murió en octubre por los disparos de un compañero de entrenamiento que no debía estar armado con una pistola. El mes pasado en el norte de Texas, una agente de policía resultó gravemente herida al recibir un disparo en la cara en una escuela primaria durante un entrenamiento para “agresores activos”.

Estos accidentes ocurren en un momento en que muchas fuerzas del orden intensifican el entrenamiento “basado en la realidad” en respuesta al aumento de los tiroteos masivos y en escuelas, así como de otras amenazas. Aunque su objetivo es salvar la vida de los ciudadanos y de los propios agentes, los expertos afirman que unas prácticas de seguridad descuidadas pueden hacer que el entrenamiento resulte peligroso o incluso mortal.

“La inmensa mayoría de estas muertes ocurre entre los instructores, los que —mediante las mejores prácticas— deberían estar capacitados para hacer lo correcto”, afirma Ken Murray, un instructor de Policía del área de Orlando que creó unas normas de seguridad ampliamente usadas para la capacitación basado en la realidad.

Pero calcular cuántos tiroteos ocurren cada año en el entrenamiento policial es todo un reto. A nivel nacional, no existe ningún organismo que haga un seguimiento de los tiroteos policiales por “disparos involuntarios”, y mucho menos de los que ocurren durante los ejercicios de entrenamiento. Tampoco se exige que estos tiroteos se comuniquen a la Policía Estatal de la Florida (FDLE), que acredita a los departamentos de policía del estado y forma parte de una comisión que recomienda normas y entrenamiento.

Murray, fundador de la Reality Based Training Association, afirma que este año ha contabilizado al menos cuatro incidentes de este tipo y calcula que suele haber dos muertes al año en todo el país. Los cargos penales son poco frecuentes, pero los agentes que hieren o matan por error a sus compañeros enfrentan suspensiones u otros castigos.

Necesidad de más capacitación

Según los expertos, en los departamentos de Policía de todo el país, el aumento de los tiroteos masivos ha hecho que sea urgente ir más allá de la simple práctica de la puntería en los campos de tiro.

KeVonn Mabon, de 27 años, decide cuándo apretar el gatillo durante un entrenamiento de escenario en la academia de policía de St. Petersburg en diciembre de 2020.
KeVonn Mabon, de 27 años, decide cuándo apretar el gatillo durante un entrenamiento de escenario en la academia de policía de St. Petersburg en diciembre de 2020.

Las sesiones de entrenamiento se hacen a menudo en “casetas de tiro” diseñadas específicamente para la policía, instalaciones cubiertas usadas para simular situaciones peligrosas que inducen a la adrenalina y a las que podrían enfrentarse algún día los agentes, como un agresor que ataca un negocio. Hoy en día, también es común que los agentes hagan simulacros en espacios públicos reales, como escuelas, iglesias, centros comerciales e incluso edificios abandonados.

Lina Mino, policía de Sansom Park, Texas, sobrevivió a un disparo en la cara el mes pasado mientras participaba en un entrenamiento contra agresores activos en una escuela primaria de un suburbio de las afueras de Fort Worth. El instructor que dirigía la sesión, organizada por una empresa privada, fue suspendido de su cargo policial en un condado cercano.

“Fue un entrenamiento contra agresores activos en escuelas”, dijo el jefe de Policía de Sansom Park, James Burchfield, a WFAA-ABC8. “Desde que pasó la [masacre escolar] de Uvalde, todos los departamentos del estado han estado tratando de someterse a este entrenamiento”.

En los simulacros, los agentes que llevan equipo de protección usan a veces pistolas equipadas con diversas balas del tipo “cartucho de marcaje”, que dejan manchas de colores similares a bolas de pintura. También pueden usar réplicas de pistolas “inertes” de colores brillantes que no descargan nada, o pistolas que solo emiten rayos láser inofensivos.

“Hace cuatro décadas, cuando empecé en esta profesión, no apuntábamos a nadie con una pistola en los entrenamientos”, afirma Bill Lewinski, científico del comportamiento residente de Illinois y director ejecutivo del Force Science Institute, que se dedica a la capacitación de agentes. “Incluso si apuntabas con una pistola de plástico a alguien en el aula, se enojaban contigo”.

Dijo que con la disponibilidad de balas de simulación, el entrenamiento de los agentes en escenarios reales es “una habilidad importante”.

Los problemas suelen surgir cuando los agentes llevan sus propias armas, con munición real, a las sesiones de entrenamiento.

Pete Blair, que dirige Advanced Law Enforcement Rapid Response Training (ALERRT) en la Universidad Estatal de Texas, dijo que en las sesiones de entrenamiento de su grupo en todo el país se examina a todo el mundo en busca de armas reales, incluidos los instructores, al entrar en el lugar, y cuando regresan de los descansos. “Y eso incluye un detector de metales y un cacheo”, explicó Blair.

Ya que los participantes no disponen de armas de fuego real, el personal adicional puede permanecer armado, pero no puede participar en ningún entrenamiento. “Básicamente, están allí como agentes de seguridad”, dijo Blair.

Tragedia para el CBP

Tres meses después, el CBP sigue sin ofrecer una explicación de qué ocurrió exactamente o porqué fallaron los protocolos de seguridad cuando Arias, de 40 años, un veterano instructor de armas de fuego destinado en el Aeropuerto Internacional de Miami, fue baleado por un compañero de entrenamiento el 19 de octubre.

Estaban entrenando en Trail Glades Range, una instalación gestionada por el condado, en Tamiami Trail, cerca de los Everglades. Es uno de los pocos campos de tiro al aire libre de Miami-Dade y es muy popular entre los dueños de armas y los amantes de tiro al plato. Las instalaciones están abiertas al público, pero hay un campo de tiro “táctico” separado, en un camino de grava, reservado a las fuerzas del orden y a los instructores de armas de fuego. El CBP entrena allí con regularidad.

Entrada a la zona del campo de tiro táctico donde un agente de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos murió en un accidente de entrenamiento en el campo de tiro de Miami-Dade Trail Glades en octubre.
Entrada a la zona del campo de tiro táctico donde un agente de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos murió en un accidente de entrenamiento en el campo de tiro de Miami-Dade Trail Glades en octubre.

El campo táctico es similar a la sección pública: los agentes que disparan se colocan en podios y disparan a blancos rodeados por una berma, un gigantesco montículo de tierra a 100 yardas de distancia.

El campo de tiro de Trail Glades no suele usarse para simulacros. Pero eso es lo que ocurrió cuando Arias fue fatalmente baleado. Múltiples fuentes policiales dieron cuenta de lo que reveló la investigación:

Múltiples fuentes identificaron al agente de CBP que le disparó a Arias como Daniel Chávez, aunque no ha sido identificado públicamente por la agencia federal o la Policía de Miami-Dade, que está investigando el tiroteo. Él y Arias eran los instructores ese día en el campo de tiro, donde los agentes recibían entrenamiento sobre “porte oculto” y “combate cuerpo a cuerpo”. Tras una charla a primera hora de la mañana, los agentes entregaron sus armas de servicio cargadas, que estaban guardadas en una gran armería.

Se les entregaron armas rojas de entrenamiento e hicieron varios ejercicios, según las fuentes. Esa misma mañana, los alumnos tuvieron un descanso.

Las fuentes dijeron que Chávez aparentemente se rearmó con su arma de servicio antes de dirigirse al baño ubicado en la instalación principal. Esto tampoco es inusual. Los agentes suelen rearmarse si, durante un descanso, se aventuran en lo que se considera un “espacio peligroso” potencial, en este caso, donde hay miembros del público disparando munición real. Pero Chávez, según las fuentes, no cambió su pistola Glock por el arma de entrenamiento antes de reincorporarse al grupo.

El agente de Aduanas y Protección de Fronteras Jorge Arias recibió un disparo mortal cuando impartía una clase sobre armas de fuego en un campo de tiro de West Miami-Dade.
El agente de Aduanas y Protección de Fronteras Jorge Arias recibió un disparo mortal cuando impartía una clase sobre armas de fuego en un campo de tiro de West Miami-Dade.

El entrenamiento se reanudó, pero lo que pasó exactamente a continuación sigue sin estar claro. Se desconocen los detalles exactos de la última demostración de entrenamiento, pero Arias recibió un disparo en el pecho. Y, según las fuentes, otros agentes de CBP declararon a los investigadores que se estaban alejando y no vieron cuando ocurrió el disparo.

Chávez y otros agentes intentaron desesperadamente salvar a Arias, que fue trasladado en helicóptero al Ryder Trauma Center. Los médicos lo declararon muerto más tarde.

Los detectives de homicidios de Miami-Dade no pudieron ver por sí mismos lo que ocurrió. La parte táctica del campo de tiro no está equipada con un sistema de videovigilancia.

El abogado de Chávez, Jeffrey Weiner, declinó hacer declaraciones.

La Fiscalía Estatal de Miami-Dade, como es habitual, revisará la muerte de Arias para determinar si Chávez infringió alguna ley penal, como la de homicidio involuntario. Expertos legales pronostican que no será el caso de Chávez porque lo que hizo probablemente no alcanza el nivel de negligencia culpable, mostrando un “desprecio imprudente por la vida humana”.

Murray, el instructor de la Policía, dijo que las sesiones de entrenamiento necesitan “espacios controlados” claramente definidos: el personal de seguridad da a los participantes una pulsera para entrar y se la quita cuando salen. Aunque no sabía exactamente qué ocurrió en el caso Arias, el error de olvidarse de asegurar un arma real es un error común.

“Ignorar los protocolos de seguridad de las mejores prácticas es un fenómeno muy común. Es arrogancia”, dijo Murray. “Los entrenadores son los peores infractores. Creen que pueden salirse con la suya”.

La zona táctica del campo de tiro de Miami-Dade Trail Glades, donde murió un agente del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos en un accidente de entrenamiento.
La zona táctica del campo de tiro de Miami-Dade Trail Glades, donde murió un agente del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos en un accidente de entrenamiento.

Responsabilidad penal

Cuando los tiroteos son lo suficientemente atroces, en ocasiones los agentes son acusados.

En el suroeste de la Florida en 2016, un bibliotecario jubilado de 73 años fue muerto a tiros por el entonces agente de Punta Gorda Lee Coel, durante una sesión de la academia de ciudadanos. Coel, simulando ser un ladrón de autos, disparó su arma de servicio con lo que creía que eran balas de salva, un método mal visto por los expertos en entrenamiento de simulación. En realidad, el arma de Coel estaba cargada con balas planas que parecen de salva pero que pueden ser mortales.

Coel fue acusado de homicidio involuntario y condenado a 10 años de libertad condicional.

El mes pasado, un teniente retirado de la policía de Washington DC, llamado Jesse Porter, fue acusado de homicidio involuntario tras dispararle mortalmente a la agente de biblioteca Maurica Manyan, de 25 años, cuando terminó un entrenamiento con porras en una biblioteca. Porter, que había estado dirigiendo el entrenamiento, había estado jugando antes con una pistola naranja de entrenamiento, según dijeron los testigos a los investigadores, y parecía estar jugando de nuevo cuando disparó por error su arma real, según los abogados de la familia de la agente fallecida.

La abogada Chelsea Lewis, de Plantation, culpa al gobierno del Distrito Federal —incluido un sargento de Policía en activo en el entrenamiento— de permitir que Porter fuera armado contra los protocolos.

“En todo el país parece haber un gran apoyo a las fuerzas del orden. No sé por qué no se presta más atención a garantizar que los entrenamientos sean seguros”, dijo Lewis, que junto con el abogado Chris Kleppin tiene previsto presentar una demanda por homicidio culposo.

Probable sanción disciplinaria

Aunque es posible que Chávez no enfrente en última instancia cargos penales, pudiera ser objeto de medidas disciplinarias internas por parte de CBP. Un portavoz de la agencia, Zach Mann, se negó a discutir la disciplina o si habría cambios en los protocolos de seguridad de las armas de fuego. “Todos los aspectos de este incidente siguen siendo objeto de investigación”, dijo.

El caso es similar a otro reciente tiroteo en un entrenamiento policial en el sur de la Florida, que llevó a la suspensión de dos agentes de Policía de Doral. El escenario: la “casa de tiro” del Instituto de Capacitación de Seguridad Pública de Miami-Dade, administrada por la Policía del condado y usada a menudo por otros departamentos policiales.

El 26 de julio de 2019, el sargento de Doral Eric Fernández —instructor certificado— programó un entrenamiento de última hora sobre “tácticas de entrada y registro de habitaciones”, según un reporte de los fiscales. Fernández le pidió al agente Edward Portal, que no es instructor, que lo ayudara a enseñar a dos escuadrones separados de agentes.

Los alumnos dijeron más tarde a los investigadores que se les ordenó guardar sus armas de fuego en los autos y que se les entregaron pistolas rojas de entrenamiento que solo emiten rayos láser. Sin embargo, Fernández y Portal siguieron armados con sus pistolas de servicio, a pesar de que el centro de tiro está en un campus seguro gestionado por la Policía del condado.

Un aprendiz recordó a Fernández diciendo que Portal sería la única persona que permanecería armada “en el caso de que se presentara una situación en la que la acción policial fuera inminente”, dice el memorando de la Fiscalía Estatal. Los alumnos les dijeron a los investigadores que Fernández y Portal, durante los juegos de rol, a menudo les quitaban las pistolas rojas de entrenamiento para representar las técnicas adecuadas.

Durante un escenario, sonó un disparo hecho por Portal. “Carajo, me disparaste”, se oyó gritar a Fernández. Fue trasladado de urgencia al hospital y sobrevivió. “Tuvo suerte de no morir. Le dio a dos pulgadas por encima del corazón”, declaró a principios de mes Rey Valdés, portavoz de la Policía de Doral.

Un agente de policía de Miami-Dade empuña un arma de entrenamiento durante un entrenamiento de agresor activo en Palmetto High el 1° de agosto de 2022.
Un agente de policía de Miami-Dade empuña un arma de entrenamiento durante un entrenamiento de agresor activo en Palmetto High el 1° de agosto de 2022.

Los fiscales eximieron a Portal, diciendo que creía que tenía un arma de entrenamiento y disparó “sin ninguna intención consciente de hacer daño.” Aún así, los dos no escaparon al castigo. Fernández, el organizador, fue suspendido 30 días y puesto en libertad condicional durante 18 meses. Portal fue suspendido 20 días.

“Los protocolos funcionan si se siguen”, dijo Valdés.

Antes del tiroteo, el personal del campo de tiro de la Policía de Miami-Dade, con camisas rojas, ya verificaban dos veces si había armas reales cuando los agentes usaban las instalaciones. Después del tiroteo de Doral, esos mismos agentes del campo de tiro del condado deben monitorear ahora a cualquier otra agencia que use el campo de tiro, según informó el departamento.

El director de la policía de Miami-Dade, Alfredo Ramírez, dijo que incluso él tiene que guardar su arma bajo llave, someterse a un control y recibir una pulsera cuando asiste a los entrenamientos, aunque no participe directamente.

“Tenemos que vigilarnos unos a otros”, dijo Ramírez. “Podríamos tener todas estas normas, pero al fin y al cabo, la amenaza del error humano siempre está ahí”.

Charles Rabin, redactor del Miami Herald, contribuyó a este artículo.