¿Qué puede hacer una muñeca contra la pedofilia?

Ninguna inclinación sexual recibe condena social tan unánime como la pedofilia. Esta repulsión ha obstaculizado las investigaciones sobre el deseo de hombres adultos de mantener relaciones íntimas con menores. Poco se ha comprobado entonces sobre los orígenes del comportamiento de los pedófilos y la efectividad de terapias para prevenir que la atracción erótica se transforme en abuso.

image

Una muñeca sexual adulta de elevada factura puede cotizarse en el mercado en varios miles de dólares (dsdoll.com - Wikimedia Commons)

La distribución de muñecas sexuales que replican el cuerpo de niñas ha despertado cierta indignación en medios digitales y redes sociales. La noticia llega bien tarde a Occidente porque la compañía japonesa Trottla las produce desde hace más de una década. No obstante, el hecho ha energizado el debate sobre cómo la sociedad trata a individuos muchas veces agobiados por la culpa, aunque jamás hayan materializado sus fantasmas.

Muñecas sexuales, ¿remedio o aberración?

Shin Tagaki, un pedófilo confeso, fundó la empresa Trottla para proveer de muñecas a personas que manifiestan interés por cuerpos impúberes. Desde su fábrica al norte de Tokio, Tagaki ha despachado alrededor del mundo las reproducciones a tamaño natural, elaboradas a partir de una mezcla de elastómeros termoplásticos que imitan la textura y consistencia de la piel humana. La página web de la compañía afirma que sus productos no son juguetes sexuales.

Sin embargo, Tagaki cita a sus clientes pedófilos para justificar la existencia de Trottla. En una entrevista publicada por la revista The Atlantic, el hombre de negocios nipón aseguró haber recibido misivas de agradecimiento de personas que no cometían crímenes sexuales gracias a las muñecas. En su opinión, si bien el móvil de la mayoría de los compradores es el sexo, otros utilizan a las niñas sintéticas para aliviar la soledad.

El artículo del magazín estadounidense trascendió a medios de prensa y redes sociales. Lectores de los periódicos británicos Mirror e Independent expresaron opiniones encontradas sobre el negocio de Tagaki. Mientras algunos calificaron de enfermos a los clientes de Trottla y sugirieron que deberían suicidarse por esa inclinación sexual, otros elogiaron la idea porque da una solución práctica a un problema difícil de comprender y tratar.

Los criterios disímiles sobre las muñecas sexuales para pedófilos hacen eco a la discusión en la comunidad científica, que aún no ha fraguado un consenso sobre el tema.

¿Cómo lidiar con la pedofilia?

La quinta edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders define la pedofilia como un interés sexual intenso y recurrente en niños impúberes. Expertos canadienses han propuesto un concepto aún más polémico, según el cual la pedofilia sería una orientación sexual como la heterosexualidad y la homosexualidad. En consecuencia, cualquier tratamiento para “curarla” resulta inútil.

image

Pocas causas despiertan tanta indignación como la repulsa al abuso sexual infantil (AFP)

De hecho, algunas investigaciones apuntan a una configuración neurológica singular como la causante de este comportamiento atípico. Estímulos que generalmente generan respuestas paternales y de protección, engendran respuestas eróticas en los pedófilos.

A pesar de las contradicciones en el campo, los científicos insisten en la diferencia entre pedófilos y quienes cometen actos de abuso sexual infantil. Mientras la mayor parte del primer grupo no cede a sus impulsos, los segundos ejecutan sus crímenes, incluso si no se sienten sexualmente atraídos por los menores.

Se estima que entre uno y dos por ciento de los hombres son pedófilos. Otros cálculos elevan a uno de cada cinco los varones adultos que podrían experimentar una atracción erótica de este tipo. Los estudios entre mujeres apenas comienzan a aparecer. En el Reino Unido, por ejemplo, las mujeres protagonizan el cinco por ciento de los casos de abuso sexual infantil.

Hasta el momento los tratamientos ofrecen pistas incompletas, porque las terapias psicológicas y los medicamentos han sido utilizados sobre todo entre quienes cometieron crímenes sexuales. ¿Cómo impedir que un pedófilo ceda ante sus impulsos? ¿Cómo convencer al resto de la sociedad de aceptarlos, no como enfermos, sino como personas con una inclinación sexual cuestionable, pero no condenable per se?

El estigma obstaculiza los estudios de la pedofilia. Pocos se arriesgan a revelar su historia por temor a la probable condena social. Pero solo el conocimiento profundo de esta inclinación sexual permitirá a la ciencia hallar respuestas a la angustia de los afectados y, en consecuencia, vías para prevenir el abuso sexual infantil.