Mosquitos en las ciudades: un reto para la salud pública
Cada vez vivimos más en las ciudades. Según un informe de la ONU, en 2050 más del 68% de la población global residirá en áreas urbanas. Este fenómeno trae consigo ventajas, pero también impacta en otras formas de vida con las que compartimos el entorno y comporta desafíos para nuestra salud.
Los mosquitos son un gran ejemplo de cómo los animales con los que convivimos en las ciudades pueden afectar a nuestra salud. Las ciudades ofrecen un ambiente propicio para la proliferación de algunas especies de estos insectos.
Las hembras de los mosquitos pican a distintas especies de vertebrados, incluido el ser humano, para obtener de la sangre las proteínas que necesitan para realizar sus puestas.
Los mosquitos afectan nuestra vida cotidiana en las ciudades: generan molestias evidentes a través de sus picaduras y, además, pueden afectar negativamente la salud de los seres humanos y animales silvestres y domésticos al actuar como vectores de enfermedades graves como el virus del Nilo Occidental, el dengue, el chikungunya y el zika. Pero las ciudades pueden condicionar también la distribución y abundancia de estos molestos insectos.
Vigilancia y control de mosquitos en las ciudades
Las áreas naturales tienden a albergar más especies y una mayor densidad de mosquitos que las ciudades. No obstante, ciertas especies de mosquitos encuentran en los entornos urbanos las condiciones ideales para completar su ciclo vital.
Tal es el caso del mosquito tigre (Aedes albopictus) y el mosquito común (Culex pipiens), que aprovechan pequeñas acumulaciones de agua en la vía pública o en las propiedades privadas para reproducirse, depositar sus huevos y desarrollar sus larvas y pupas para posteriormente emerger en forma de adultos de vida aérea.
Para reducir el riesgo de aparición de casos y brotes de las enfermedades descritas, evitar las molestias ocasionadas por las picadas de mosquitos a los ciudadanos y salvaguardar la salud pública, las autoridades locales están implementando programas de vigilancia y control de mosquitos en entornos urbanos en distintas ciudades. Para ello es crucial adoptar estrategias efectivas, pero sostenibles económicamente y que minimicen el impacto ambiental de las actividades asociadas al control de mosquitos.
En este contexto, un estudio desarrollado en colaboración entre la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), la Universidad de Granada (UGR), el Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB) ha revelado cómo los mosquitos utilizan diferentes infraestructuras en Barcelona ciudad para reproducirse, en particular las fuentes ornamentales y los imbornales (los sumideros que drenan el agua de lluvia desde las calles al sistema de alcantarillado).
Este trabajo, en el que hemos participado los autores de estas líneas, subraya la importancia de comprender estos patrones con miras a optimizar las estrategias de vigilancia y control del vector y de los casos en humanos.
Larvas en fuentes e imbornales
El estudio se centró en la presencia de tres especies de mosquitos urbanos (Aedes albopictus, Culex pipiens y Culiseta longiareolata) en infraestructuras como imbornales y fuentes ornamentales. Entre 2015 y 2019, se realizaron 234 225 visitas a 31 333 imbornales y 1 817 inspecciones a 152 fuentes ornamentales. Solo el 0,72% de estos registros detectó larvas de mosquitos.
La presencia de mosquitos varió por distrito, con mayor abundancia en Horta-Guinardó y Sarrià-Sant Gervasi, áreas conocidas por elevada densidad residencial y espacios verdes. Particularmente, Sarrià-Sant Gervasi, con zonas al aire libre como patios y jardines, resultó idónea para la cría de mosquitos, lo que amplifica su propagación hacia áreas públicas.
El estudio también resaltó la relevancia de los imbornales en el mantenimiento de poblaciones de mosquitos, pero no todos los tipos de imbornales suponen el mismo riesgo y algunos son mucho más preferidos por los mosquitos. Los imbornales sifónicos y areneros, al propiciar la acumulación de agua, resultaron más propensos para la presencia de larvas de mosquitos. Por otro lado, los imbornales directos, al no retener agua en su base, no presentaron riesgo para la cría de mosquitos.
La influencia del calor y las lluvias
Además, la presencia de mosquitos varió notablemente a lo largo de los años de muestreo, posiblemente debido a las fluctuaciones anuales de factores como temperatura y precipitación. En realidad, las condiciones climáticas ejercen un impacto significativo en la dinámica de las poblaciones de mosquitos.
Aunque altas temperaturas pueden impulsar el desarrollo y la abundancia de estos insectos, también pueden provocar la desecación de sitios de reproducción, afectando negativamente a su actividad. Por su parte, lluvias intensas pueden desencadenar tanto la eclosión de larvas como reducir su presencia al arrastrarlas desde los imbornales al sistema de alcantarillado.
En Barcelona, observamos tendencias variables en la presencia de larvas en fuentes ornamentales, siendo las condiciones ambientales un factor primordial que influyó en su existencia en dichas estructuras. Una mayor presencia de larvas coincidió con temperaturas más altas en semanas previas al seguimiento.
Además, la presencia de vegetación y la falta de recirculación o cloración del agua en las fuentes también tuvieron repercusiones sobre la abundancia de estos insectos. Algo tan sencillo como la presencia de un surtidor en una fuente redujo significativamente la presencia de larvas de mosquitos al crear alteraciones en la masa de agua que no eran compatibles con el desarrollo de las fases larvarias.
Eficacia de tratamientos larvicidas
A lo largo de la historia, se han empleado diversos productos químicos para controlar las poblaciones de mosquitos en entornos naturales. Sin embargo, la aparición de resistencia en estos insectos y el impacto ambiental negativo han impulsado la búsqueda de enfoques más respetuosos con el medio ambiente.
Una alternativa ha sido el uso de tratamientos larvicidas biológicos, como el Bti (la bacteria Bacillus thuringiensis israelensis), una opción segura, respetuosa y eficaz. Estos tratamientos resultaron efectivos en reducir la presencia de larvas de mosquitos en los imbornales de Barcelona.
Las tasas de recolonización, es decir, la detección de larvas en áreas tratadas previamente, se ven afectadas negativamente por el tiempo transcurrido desde el tratamiento. Tras un período de entre 10 y 25 días, se incrementa la probabilidad de encontrar nuevamente larvas en los imbornales. Por ello, es crucial mantener una vigilancia regular y una planificación adecuada de los tratamientos en las diversas infraestructuras para lograr un control sostenible y eficaz de las poblaciones de mosquitos.
Un enfoque colaborativo para proteger la salud pública
Comprendiendo cómo las infraestructuras hídricas y el clima en las ciudades influyen en la reproducción de los mosquitos, podemos mejorar la gestión y proteger la salud pública.
Estudios multidisciplinarios que combinan enfoques de entomología, epidemiología y ecología, al analizar datos reales de control de poblaciones de mosquitos, nos permiten optimizar las estrategias de control.
Por un lado, el estudio identifica pequeños cambios en la estructura de imbornales y fuentes que reducen la presencia de mosquitos en ellas de una manera estable. Por otro lado, es necesario ajustar la frecuencia y el tiempo de los tratamientos para reducir la presencia de larvas y mantener bajas las poblaciones de mosquitos.
Esta estrategia combinada permite reducir las molestias por sus picaduras y el riesgo de transmisión y aparición de casos autóctonos de arbovirosis (virus transmitidos por artrópodos).
La colaboración entre la comunidad científica y las autoridades es crucial para abordar este desafío y lograr una vigilancia y un control efectivos tanto de los casos como de los mosquitos en áreas urbanas. Barcelona busca convertirse en un referente en la gestión de mosquitos y protección de la salud pública mediante un enfoque pro-activo y colaborativo.
Jordi Figuerola Borras recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación / Agencia Estatal de Investigación (proyectos PID2021-123761OB-I00, PLEC2021-007968, SGL2021-04-003, LWE2021-03-008), FEDER "Una manera de hacer Europa", Union Europea NextGenerationEU/PRTR, de la PTI de Salud Global del CSIC, de la Junta de Andalucía (contratos de apoyo a las Actividades de vigilancia entomológica para el virus West Nile) y de la Fundacion "La Caixa" (Proyecto ARBOPREVENT / HR22-00123).
Josué Martínez de la Puente recibe financiación de proyectos de investigación por parte del Ministerio de Ciencia e Innovación (MCIN/AEI/10.13039/501100011033; proyectos PID2020-118205GB-I00 y CNS2022-135993), de la Junta de Andalucía (Proyectos I+D+i Junta de Andalucía 2021: proyecto P21_00049) y del Organismo Autónomo Parques Nacionales (proyecto PN2022-2945).
Tomás Montalvo Porro recibe fondos en el marco del grupo PREVICET que pertenece al Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP)
Andrea Valsecchi, Cristina Rius i Gibert, Juan Pablo Millet Vilanova y Silvia Brugueras no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.