Morras Malditas, el podcast que reclama el poder de narrar historias

CIUDAD DE MÉXICO, octubre 30 (EL UNIVERSAL).- Jannis y Maldo pasaron de enviarse audios de Whatsapp con historias terroríficas, como una forma de entretenerse durante el encierro por la pandemia de Covid-19, a ser las voces que dan vida a Morras malditas, un podcast de relatos sobrenaturales y sueños macabros que ya supera los 66 mil suscriptores en YouTube.

Narraciones que se desarrollan en hospitales, hoteles, transportes públicos, bosques y casas embrujadas; dulces, trenzas, libros y mechones cargados de misterios; espejos, puertas y llamas que conducen a otros mundos y, por supuesto, entes de todo tipo que han dejado sin aliento a las miles de personas que las escuchan por más de una hora.

"Al principio éramos las que íbamos a buscar las historias. A partir de que el pódcast empezó a despegar, la gente comenzó a mandarnos sus historias", cuenta la periodista oaxaqueña Janet Mérida, Jannis, cuya familia es originaria de Santos Reyes Tepejillo, en la Mixteca.

En su bandeja de entrada tienen al menos 2 mil 500 correos de personas que les enviaron sus textos, a los que ellas se encargan de agregar "el saborcito" que las caracteriza y con el que han alcanzado el Top 3 de podcast con temática de crímenes reales en Spotify México.

"Primero fue algo entre nosotras, que se quedó en nuestros Whatsapp, que nunca salieron a la luz, pero después nos pusimos más serias. El primer capítulo que grabamos era un piloto, pero lo publicamos y a partir del primer lanzamiento no paramos. Hasta la fecha no hemos parado y hemos salido todas las semanas durante todo este tiempo", señala Érika Maldonado, Maldo, productora originaria de Sonora.

Jannis recuerda las veces en que sus tíos llegaban de visita y al caer la noche se sentaban a la mesa para contar historias sobrenaturales: "es mi memoria feliz de la infancia". A veces la plática era tan intensa que decidían parar de contar, porque terminaban muy espantados.

"Eran historias de seres que se podían llevar tu alma; que si tomabas agua de los arroyos te enfermabas de la panza, porque es irrespetuoso con la naturaleza, del Diablo que aparecía en las carreteras cuando los agricultores volvían tarde".

Contar estos relatos era la forma en que la familia de Jannis, primera generación que emigró del pueblo, preservaba su memoria. Era su nostalgia cristalizada en historias a través de las cuales era posible entender cómo vivían, cómo era la noche, la oscuridad, qué comían, a dónde iban.

"Ahí está la memoria de mis abuelos, mis tíos, mis tías, de mi propia mamá y lo muy loco que pasa es que mucha bandita nos dice: ‘oigan, yo cuento sus historias a otra gente’, y ese es el encanto, que sí se transmite".

Voces y perspectiva de morras

"Nosotras sí les hablamos a las mujeres e intentamos ver más allá de lo que pudo haber sucedido en una historia.

"En esas historias siempre somos las malas y ahora buscamos darle otro sentido", dice Maldo.

Por eso, subraya Jannis, el nombre de Morras malditas, porque se trata de resignificar el término, de mostrar a "morras que tienen el poder de narrar".