Modi, candidato omnipresente y favorito a las elecciones generales de la India

Nueva Delhi, 17 abr (EFE).- El primer ministro de la India, Narendra Modi, parece estar en todas partes a la vez en la campaña para las elecciones generales que arrancan el 19 de abril, en las que el líder del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP) parte como favorito para lograr un tercer mandato consecutivo.

Si este líder de 72 años de edad recurrió a un holograma para estar presente en varios mítines a la vez durante su primera campaña en 2014, diez años después y con la maquinaria del Estado a sus espaldas, Modi se multiplica de manera más prosaica: con recortes de cartón.

Puntos para hacerse selfis con fotografías a tamaño real del primer ministro proliferaron en los últimos meses en estaciones de metro y ferrocarriles, así como algunos de los monumentos más destacados del país, entre otros. Su figura ilustró los certificados de vacunación del coronavirus o la publicidad sobre el G20 que acogió la India el año pasado.

"En la India no hay nadie que pueda rivalizar con su imagen. Ni siquiera dentro del BJP, y ya no hablo de la oposición", afirmó a EFE el profesor Aashish Kumar Shukla, asociado del Centro para Estudios Globales de la Universidad de Delhi.

En efecto, la formación se presenta como un monolito dedicado a apoyar a la estrella principal de la función. "La gente está votando a Modi y a nadie más", reconoció recientemente el ministro de Defensa, Rajnath Singh, en una entrevista con la revista The Week.

Nacido en el seno de una familia numerosa de casta baja en la localidad de Vadnagar, en el estado occidental de Gujarat, el mandatario reivindica con frecuencia cómo ayudaba a su padre a vender té en una estación de tren.

Un origen humilde que Modi ha utilizado en esta campaña como arma contra el Partido del Congreso (INC). La formación que condujo a la India a la independencia de los británicos "nunca se preocupó sobre los pobres ni entendió sus problemas", lanzó Modi durante un discurso electoral la semana pasada en Bastar.

El ahora primer ministro empezó su andadura política en 1971 en el Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), un grupo de extrema derecha que busca transformar la India en un estado hindú.

De allí dio el paso en 1985 al considerado como el brazo político de la organización, el BJP, donde escaló en el organigrama hasta conseguir acceder al puesto de jefe de Gobierno en su natal estado de Gujarat en 2001.

Se mantuvo en este puesto hasta que fue elegido como candidato a las elecciones generales de 2014, a las que llegó con una imagen de buen gestor y desalojó al Partido del Congreso.

Su época en Gujarat estuvo, sin embargo, marcada por las matanzas indiscriminadas en la región de más de un millar de musulmanes, después de que 59 peregrinos hindúes murieran en el incendio del tren en el que viajaban.

El líder nacionalista hindú fue acusado de no hacer lo suficiente por detener las matanzas. El epíteto de 'carnicero de Gujarat' resurge ocasionalmente.

Los tribunales exoneraron a Modi, y el que fuera presentado en 2014 como el 'emperador de los corazones hindúes' (Hindu Hriday Samrat, en hindi) busca ahora en sus discursos presentarse como el candidato de más 1.400 millones de indios.

Según Shukla, "por eso no está hablando sobre los musulmanes", unos 200 millones de personas en este país donde un 80 % de la población profesa el hinduismo, y que ven con ansiedad la continuidad en el poder de un líder populista acusado de promover políticas discriminatorias contra las minorías.

El candidato nacionalista hindú presidió el pasado enero, como una suerte de maestro de ceremonias ministerial, la inauguración de un templo en honor a la deidad hindú Ram en la ciudad de Ayodhya.

El templo fue construido sobre las ruinas de una mezquita del siglo XVI, destruido por una turba de fanáticos hindúes en 1992 en un episodio que desató una ola de violencia en la que murieron 2.000 personas, en su mayoría pertenecientes a esta última comunidad.

Tampoco habla Modi ahora sobre los vecinos China o Pakistán, ejes centrales de las elecciones generales de 2019 que aumentaron su mayoría en el Gobierno, sino de convertir a la India en un país desarrollado en 2047.

La oposición del país asiático ha denunciado el autoritarismo del primer ministro y una caída libre de las instituciones democráticas, así como el uso de agencias de investigación contra las voces críticas de un partido que no oculta su esperanza de salir de las elecciones con la principal formación de la oposición completamente dinamitada.

"Creemos que los derechos humanos han mostrado un declive masivo, como lo demuestran casi todos los índices independientes que se realizan en India", constató a EFE la subdirectora para Asia de Human Rights Watch, Meenakshi Ganguly.

David Asta Alares

(c) Agencia EFE