Mitad de presos de Oregón que necesitan ayuda para aprender a leer no la obtienen

El instructor Garth Johnson (der.) trabaja con adultos bajo custodia en la Institución Correccional de Snake River en Ontario, Oregon, el jueves 12 de mayo de 2022.
El instructor Garth Johnson (der.) trabaja con adultos bajo custodia en la Institución Correccional de Snake River en Ontario, Oregon, el jueves 12 de mayo de 2022.

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Los recuerdos de la infancia de Vincent Valdez están manchados por la botella de agua llena de vodka que llevó a la escuela.

“He vomitado un par de veces en medio del salón de clases”, recordó. “Me he caído en el autobús”.

Valdez creció en lo que describió como un pequeño pueblo minero de Montana. Estaba inscrito en educación especial desde el primer grado y continuó así hasta la escuela intermedia. Comenzó a beber alrededor de los 10 años de edad. Apenas pasó el octavo grado, aseguró, y atribuyó el logro a que su hermano lo ayudó a completar una tarea sobre el Parque Nacional Yellowstone.

“Siempre he sido de lento aprendizaje”, dijo. “No importaba lo mucho que lo intentara no lo conseguía. Puedo mirar una palabra y, ya sabes, he visto esa palabra un millón de veces, pero aún no sabré la definición o cómo ponerla en una oración o algo así”.

Valdez expuso que pasó aproximadamente una semana y media en la escuela preparatoria antes de meterse en peleas y abandonar la escuela por completo. Ahora a sus 29 años, está cumpliendo condena en prisión en California y Oregon. Actualmente se encuentra en la Institución Correccional del Estado de Oregon, en Salem, trabajando en la cocina y tomando clases. Su liberación está programada para dentro de unos años.

Su objetivo es obtener su GED (Certificado de preparatoria) y colgarlo en una pared de su casa.

Vincent Valdez, preso en la Institución Correccional del Estado de Oregón en Salem, Oregón, el miércoles 25 de mayo de 2022.
Vincent Valdez, preso en la Institución Correccional del Estado de Oregón en Salem, Oregón, el miércoles 25 de mayo de 2022.

La lectura y la escritura son cruciales para realizar las tareas diarias. Para mantener un trabajo. Aprender. Hacerse entender.

La capacidad para leer de un joven es un indicador clave de la probabilidad de que se gradúe de la escuela preparatoria. Más evidencia conecta el bajo nivel de alfabetización con la probabilidad de que una persona termine en prisión y siga regresando a ella.

Alrededor del 15 por ciento de los adultos en las prisiones de Oregon leen por debajo del nivel del octavo grado, encontró un análisis realizado por el Statesman Journal. A nivel nacional, se estima que el 70 por ciento o más de las personas encarceladas no pueden leer al nivel del cuarto grado.

No está claro si los presos de Oregon son realmente más alfabetizados, ya que no hay datos comparativos estado por estado ni supervisión federal. Funcionarios penitenciarios no pudieron explicar por qué los números de Oregon son tan diferentes a las encuestas nacionales.

La ley estatal requiere que la mayoría de personas tomen clases mientras están encarcelados. Sin embargo, el periódico encontró que casi la mitad de los reclusos de Oregon que califican como lectores de bajo nivel, aquellos que leen por debajo del nivel del octavo grado, nunca se han inscrito. Y la financiación y el acceso a estos programas no son priorizados.

El financiamiento para la educación de adultos en las prisiones de Oregon representa menos del 6 por ciento del presupuesto general del Departamento de Correccionales. No se asigna dinero específicamente para lectores de bajo nivel.

Oregon da prioridad a los lugares en el aula para jóvenes encarcelados con antecedentes de educación especial, así como para adultos con menos de tres años restantes en sus sentencias y aquellos que han esperado más tiempo.

Entre febrero de 2021 y enero de 2022, presos de Oregon colocados en cursos estuvieron en la lista de espera durante un promedio de 68 días. El mayor retraso fue de 266 días.

Más de 1,200 prisioneros permanecían en la lista de espera a finales de junio.

Defensores de la educación en prisiones presionan por un cambio en la Legislatura. Quieren más opciones de clases, por ejemplo, así como un acceso más fácil a la educación superior durante y después de cumplir su sentencia en prisión.

Sin embargo, ha habido poca discusión pública sobre cómo servir mejor a personas encarceladas que necesitan habilidades básicas de lectura y escritura.

Y aunque el Departamento Correccional trabaja con organizaciones para apoyar a las personas en libertad condicional con cosas como vivienda y empleo, no tienen alianzas comunitarias para continuar con la educación de alfabetización de las personas en libertad condicional, a pesar de los estudios que muestran que ayudar específicamente a la población con poco nivel de lectura podría tener un impacto significativo en la comunidad más amplia.

Aquellos que completan programas educativos mientras están en prisión tienen menos probabilidades de regresar y es menos probable que se involucren en actos de violencia durante el encarcelamiento. Estudios realizados por el Departamento de Justicia de EEUU también muestran el impacto positivo que tienen estos programas cuando las personas que estuvieron encarceladas regresan a la sociedad, incluida una mayor probabilidad de tener un empleo remunerado.

“Muchas de estas personas han estado en el sistema de justicia penal desde que eran muy jovenes”, señaló la defensora de la Reforma de la Justicia Penal Julianne Jackson de Salem. “Entonces, ¿esos lindos amiguitos a los que deberíamos haber enseñado a leer antes? Ahora son adultos. Y todavía se merecen esa oportunidad. Todavía merecen la oportunidad de hacer las cosas mejor”.

Analfabetismo en prisiones de Oregon

Jeffry Williams dijo que se escapó de casa a los 13 años de edad, sin haber ido nunca a la escuela. Apenas sabía leer o escribir cuando ingresó en prisión por primera vez en la década de 1980.

Williams dijo que pasó cinco años en detención juvenil antes de ingresar al sistema de adultos como un "reconocido pandillero", como se describe a sí mismo. Ahora a sus 55 años, ha estado entrando y saliendo durante tres décadas, y el lapso más largo en el exterior duró unos cinco años.

En un curso en la Institución Correccional del Estado de Oregon (OSCI por sus siglas en inglés) en mayo, Williams leyó con entusiasmo la tarea del día en voz alta y se ofreció a continuar antes de pasarle un recipiente con palomitas de maíz al siguiente estudiante.

“A veces me frustro y quiero irme de la clase, pero no lo hago”, señaló. “Sé que me está ayudando”.

La liberación de Williams está programada en menos de un año, con planes para administrar algunas propiedades y tal vez algún día ser mentor de jóvenes en riesgo, aseguró. Se secó las lágrimas debajo de las gafas antes de levantarse la camisa para mostrar su último tatuaje: El nombre de un nieto en el abdomen.

“Ya no tengo tiempo para la cárcel”, expuso. “Tengo nietos que aún no he conocido”.

Jeffry Williams, preso en la Institución Correccional del Estado de Oregón en Salem, Oregón, el miércoles 25 de mayo de 2022.
Jeffry Williams, preso en la Institución Correccional del Estado de Oregón en Salem, Oregón, el miércoles 25 de mayo de 2022.

Personas encarceladas se someten a varias evaluaciones durante el proceso de admisión, explicó Tracie Hightower, directora de educación y capacitación del Departamento Correccional de Oregon.

Estas evaluaciones, generalmente realizadas con papel y lápiz en los primeros tres días, identifican sus necesidades educativas y si califican para el programa estatal de Desarrollo de Habilidades Básicas para Adultos.

A los adultos que obtienen una puntuación inferior a 235 en la parte de lectura de una prueba llamada "Sistemas Integrales de Evaluación de Estudiantes Adultos", conocido como CASAS por sus siglas en inglés, se les asignan cursos de alfabetización obligatorios. Una puntuación de 235 es equivalente a un nivel de lectura del octavo grado.

Es difícil distinguir datos confiables sobre cuántos adultos en prisión pueden leer con fluidez.

Algunos completan la prueba en serio. Algunos otros "látigos del lápiz", explican los funcionarios penitenciarios, contestan aleatoriamente las respuestas para pasar rápidamente. Algunos exreclusos le dijeron al periódico Statesman Journal que otros reclusos les aconsejaron que deliberadamente contestaran mal las evaluaciones para poder calificar para recibir más apoyo.

Los datos del Centro Nacional de Estadísticas de Educación muestran que el 10 por ciento de todos los adultos de Oregon mayores de 15 años se consideran analfabetos porque carecen de las habilidades básicas de alfabetización en el lenguaje o no pudieron realizar la prueba debido a las barreras del idioma.

Según los resultados de las pruebas CASAS, a mediados de junio, alrededor del 15 por ciento de los adultos en las prisiones de Oregon leen por debajo del nivel del octavo grado.

El Statesman Journal encontró que de los prisioneros de Oregon que obtuvieron exámenes por debajo del nivel del octavo grado, el 8.6 por ciento se identifican como negros (Black) o afroamericanos. Eso se alinea con el 8.7 por ciento de adultos negros (Black) o afroamericanos que están bajo custodia en general.

Pero casi el 33 por ciento de los adultos que califican para la alfabetización obligatoria se identifican como latinos, en comparación con el 12.7 por ciento de los adultos latinos en la población penitenciaria estatal.

Oregon es uno de los pocos estados que confirma si los adultos bajo su custodia obtuvieron un GED, un diploma de escuela preparatoria o su equivalente. Los funcionarios del Departamento Correccional dijeron que más del 60 por ciento de los reclusos tienen una credencial, lo que dicen es lo contrario de lo que han visto en otros estados.

Después de recibir los puntajes de CASAS, los reclusos son asignados a una clase. Ser asignado no significa que se esté inscrito; primero podrían ser colocados en una lista de espera.

Los únicos adultos que están exentos de clases son aquellos con discapacidades del desarrollo, aquellos que tienen razones de seguridad o salud, o aquellos condenados a menos de un año, a muerte o cadena perpetua sin libertad condicional.

Si un adulto se niega a participar, los funcionarios penitenciarios aseguraron que sus privilegios se reducen, como el tiempo en el jardín o lo que pueden comprar en el comedor de la prisión.

Cada instalación decide cómo estructura las clases. Muchos hacen dos horas de clase, dos horas de tutoría individual y dos horas en el laboratorio de computación por estudiante por semana.

El Departamento Correccional de Oregon (DOC por sus siglas en inglés) se asocia con la Comisión Coordinadora de Educación Superior del estado y contrata a los colegios comunitarios locales para proporcionar los instructores.

Para los lectores de bajo nivel, explicó Hightower, los instructores buscan habilidades como la conciencia fónica (sonidos de las palabras), la decodificación, la fluidez de la lectura, la comprensión y la construcción de vocabulario, cosas que los lectores expertos usan constantemente.

Las lecciones también se basan en los intereses, la cultura y el contexto de la vida real del estudiante. Hay un enfoque en las habilidades de la vida diaria necesarias para funcionar tanto dentro como fuera de la prisión, explicó Hightower, incluida la forma de navegar por los documentos del DOC, formularios médicos y dentales o solicitudes de empleo.

“Muchos adultos han estado bajo la custodia del DOC durante tantos años que no entienden, ni tienen experiencia con lo que es un correo electrónico, cómo enviar y recibir un mensaje de texto”, apuntó.

La política estatal requiere que los estudiantes bajo custodia sean evaluados nuevamente después de recibir entre 60 y 100 horas de instrucción para medir el progreso.

El Statesman Journal pidió ver datos que mostraran cómo aquellos que cumplían sentencias más largas progresaron en sus niveles de lectura. Funcionarios penitenciarios dijeron que no había ninguna investigación sobre el tema.

"Las pruebas al comienzo del COVID-19 no existían. Luego se completaron una a la vez, lo que hace que el proceso sea lento desde entonces", expuso Hightower.

Agregó que la información que tienen ahora, como resultado, no representa completamente los últimos dos años.

Abelino García-Vásquez, adulto bajo custodia estudia durante una clase en la Institución Correccional de Snake River en Ontario, Oregon, el jueves 12 de mayo de 2022.
Abelino García-Vásquez, adulto bajo custodia estudia durante una clase en la Institución Correccional de Snake River en Ontario, Oregon, el jueves 12 de mayo de 2022.

Cada estado establece una barra diferente sobre cómo definen y abordan el analfabetismo. Y hay poca o ninguna supervisión federal. Los datos sobre las tasas de alfabetización suelen estar desactualizados o incompletos.

California, por ejemplo, requiere que sus prisioneros sean evaluados al ingresar, como Oregon. Los presos allí asisten a programas académicos dos horas al día, cinco días a la semana.

De todas las personas encarceladas en California, el 8.3 por ciento obtuvo un nivel de lectura por debajo del cuarto grado basado en el programa CASAS. Las correccionales de California utilizan el nivel de cuarto grado para determinar la ubicación en la clase, en comparación con el nivel del octavo grado de Oregon.

En Washington, el 56 por ciento de los reclusos examinados obtuvieron calificaciones por debajo del nivel de lectura del octavo grado. Pero a diferencia de Oregon, Washington solo evalúa a los adultos encarcelados después de confirmar que no tienen un diploma de la escuela preparatoria o su equivalente.

Washington vuelve a evaluar a los prisioneros cada tres o cuatro meses para medir el progreso. Los funcionarios penitenciarios dijeron que las pruebas y las clases han disminuido durante la pandemia del COVID-19.

Algunos datos comparativos están disponibles a través del Sistema Nacional de Informes para la Educación de Adultos, siguiendo los programas de la Ley de Educación de Adultos y Alfabetización Familiar, o Título II.

Los programas del Título II de Oregon, por ejemplo, sirvieron a más de 2,200 adultos actualmente y anteriormente encarcelados que recibieron habilidades básicas y servicios de alfabetización desde julio de 2020 hasta junio de 2021.

Pero los estados solo están obligados a informar sobre una lista establecida de resultados para esto, declaró Sean Addie, director de educación correccional del Departamento de Educación de EEUU. Y los estados no están obligados a utilizar estos fondos federales para la educación correccional, por lo que no tendrían que informar nada si ese fuera el caso.

"La respuesta corta sobre qué educación está disponible para los adultos es 'depende'", dijo Addie. "Depende del estado o sistema y depende de la prisión en particular".

Financiamiento para lectores de bajo nivel

Después de ser suspendido de la escuela primaria, Cody Madrid, un preso en Snake River, fue a otra escuela y le fue bien. Obtuvo principalmente calificaciones de B y C en la escuela intermedia, recordó, y con la ayuda de sus maestros de preparatoria, obtuvo su diploma. En su tiempo libre le gusta leer sobre historia.

Pero a Madrid le cuesta encontrar referencias de texto y comprender lo que ha leído en correos electrónicos, memorandos, o instrucciones detalladas, y cualquier fragmento grande de texto.

“Simplemente voy súper rápido, luego no lo miro bien”, dijo. “Y obtengo todas las respuestas incorrectas”.

Para superar su nivel de lectura, Madrid, de 23 años de edad, necesita obtener una puntuación de 235 o más en el examen CASAS. Ha tomado la prueba varias veces, con su puntaje más alto, al 10 de junio, llegando a 232.

Espera obtener la libertad condicional en 2024. Quiere inscribirse en Portland Community College y luego averiguar lo qué sigue después.

“Tómense su tiempo”, ofreció Madrid como consejo para otros que trabajan en sus habilidades de alfabetización. "Y si necesita ayuda, haga la pregunta".

Cody Madrid, un preso en la Institución Correccional de Snake River en Ontario, Oregon, estudia en clase el jueves 12 de mayo de 2022.
Cody Madrid, un preso en la Institución Correccional de Snake River en Ontario, Oregon, estudia en clase el jueves 12 de mayo de 2022.

Si bien los programas educativos son cruciales para los adultos bajo custodia, la financiación estatal es limitada.

El DOC opera con un presupuesto de aproximadamente $2,000 millones cada dos años.

El departamento es responsable de una variedad de servicios, que incluyen el tratamiento de adicciones y la salud mental, así como la programación y la educación cognitiva-conductual.

Alrededor de $11 millones del presupuesto del departamento, alrededor del 5.5 por ciento, se asignan a la educación para el desarrollo de habilidades básicas de adultos. Esta categoría general cubre todo, desde las habilidades básicas de lectura hasta la preparación para el GED.

No hay fondos asignados específicamente para lectores de bajo nivel.

Los funcionarios penitenciarios estimaron que los $11 millones cubren entre $3,000 y $3,500 dólares por estudiante para los servicios de educación básica para adultos contratados. Con el COVID-19, dijeron, han atendido a menos estudiantes de lo normal durante este bienio.

Los datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos muestran que el gasto por alumno de Oregon en estudiantes del sistema K-12 (Jardín de niños al grado 12) a partir de 2021 es de aproximadamente $12,450 por estudiante.

Algunos estados gastaron más, como los $176.8 millones estimados del Departamento de Correccionales y Rehabilitación de California para la "educación académica de adultos" que se incluye y que no se limita a programas básicos de alfabetización. La población carcelaria de California es unas ocho veces mayor que la de Oregon. Pero los funcionarios estatales no dieron una estimación por alumno.

Aprender a leer detrás de rejas

Jennifer Black, administradora interina de comunicaciones del Departamento Correccional de Oregon, aseguró que el equipo ejecutivo de la agencia no ha finalizado sus áreas de enfoque para el próximo bienio.

"Esta es una discusión en curso", aclaró. "La educación es un componente importante de los programas proporcionados en nuestras prisiones".

Liz Merah, secretaria de prensa de la oficina de la gobernadora Kate Brown, señaló que la prioridad de la gobernadora sigue siendo crear un "sistema de educación continua desde la cuna hasta la carrera", incluida la expansión de los programas de aprendizaje temprano para familias rurales, familias de color y personas de bajos ingresos.

“Este trabajo es importante, pero el sistema de justicia penal no es el único responsable de muchos de los desafíos que enfrentan nuestras comunidades, incluida la alfabetización de los adultos”, aclaró.

"Al hacer estas inversiones, combinadas con el trabajo del DOC para administrar programas de educación para adultos (adultos bajo custodia), Oregon tiene como objetivo cerrar las brechas de equidad en todos nuestros sistemas".

Barreras de acceso

Scott “Scottie” Smith está cumpliendo su cuarta sentencia en prisión, luego de ingresar a un centro de detención juvenil durante su adolescencia. El hombre de casi 30 años de edad contó que nunca puso un pie en una escuela preparatoria.

No se tomó en serio la educación interna. Sus clases obligatorias eran solo una forma de pasar el tiempo, dijo, hasta que comenzó el curso de educación básica de Heather Goldblatt en OSCI en Salem y comenzó a prestar atención. Ahora, se graduó de esa clase y está trabajando para aprobar sus dos exámenes finales antes de obtener su GED.

“Realmente me animó”, aseguró Smith.

Ahora ve la educación como la clave para salir y permanecer afuera. Smith quiere tener una ceremonia de graduación en persona; quiere además montar su propio negocio.

“Solía ser un miembro activo de una pandilla”, dijo. “Ahora estoy enfocado en (acomodar mi vida)”.

Scottie Smith, preso en la Institución Correccional del Estado de Oregón en Salem, Oregón, el miércoles 25 de mayo de 2022.
Scottie Smith, preso en la Institución Correccional del Estado de Oregón en Salem, Oregón, el miércoles 25 de mayo de 2022.

Estudiantes y educadores penitenciarios enfrentan barreras poco comunes en el entorno del sistema K-12.

Las listas de clases pueden cambiar diariamente o semanalmente. Los horarios de clase pueden no considerar los horarios de trabajo de los estudiantes o las sesiones de asesoramiento. Pueden ser interrumpidos si hay un encierro debido a una pelea o si tienen que regresar a las unidades de vivienda para el conteo. Los alumnos tienen traumas pasados y están lidiando con otros problemas como la política de pandillas y la recuperación de adicciones. Algunas clases solo están disponibles en salas con ciertos niveles de seguridad.

Cuando los estudiantes entraron al salón de clases de Heather Goldblatt en OSCI una mañana de mayo, cada uno tomó la carpeta azul o negra con sus nombres colocados en una mesa.

El grupo de estudiantes ese día, algunos de los cuales han estado encarcelados durante meses, otros durante décadas, discutieron los beneficios de los automóviles sin conductor. Las palabras "pros" y "contras" ya estaban escritas y subrayadas en la pizarra. Mientras debatían sus opiniones iniciales, Goldblatt transcribió las ideas. Vieron un video, leyeron un artículo de opinión y volvieron a debatir.

Al final de la clase, Goldblatt les pidió a los estudiantes que escribieran un párrafo expresando si cada uno pensaba que la vida sería mejor con autos sin conductor.

Goldblatt explicó que ajusta su enseñanza y materiales para adaptarse a los distintos niveles de los estudiantes. Ella también trabaja para crear un entorno en el que los estudiantes estén dispuestos a cometer errores, asumir riesgos y aun así sentirse apoyados, lo que puede ser especialmente desafiante en un entorno penitenciario.

"Una gran parte de lo que crea una 'mentalidad institucionalizada' es la ruptura de las relaciones humanas", señaló Goldblatt, refiriéndose a la idea de que las personas encarceladas deben mantener la cabeza baja y 'cumplir su tiempo'. "Las áreas grises o complejidades y las capas y pros y contras y todo ese tipo de habilidades de pensamiento de alto nivel, son bastante difíciles de mantener aquí”.

"No se les alienta. No se les recompensa. Pueden meterte en problemas".

Goldblatt expuso que lo que más le preocupa es lo que sucede cuando sus estudiantes regresan a un mundo difícil de navegar. Y es por eso que ella insiste en crear una atmósfera de apoyo detrás de la valla.

“La educación es casi el único lugar en las instituciones donde podemos hacer algo diferente. Estamos en un salón de clases, juntos”, destacó. "Sí, estamos desarrollando habilidades de alfabetización, que son muy importantes ... pero casi lo más importante, es que estamos manteniendo esas conexiones con las relaciones humanas, con un espacio más grande que está fuera de este mundo lúgubre en el que estamos".

Cientos de prisioneros de Oregon están esperando para ingresar a estos cursos.

El distanciamiento social y otros requisitos de seguridad por la pandemia del COVID-19 se encuentran entre una larga lista de razones que explican los tiempos de espera. Hightower citó los recursos y el espacio disponible como las razones principales.

La mayoría de las prisiones no se construyeron con la educación como enfoque principal, y las habitaciones se utilizan para múltiples propósitos. Las aulas también se utilizan para el tratamiento del abuso de sustancias y servicios religiosos, por ejemplo. Y cuando están en uso, estas áreas requieren seguridad, que está limitada por la programación del personal.

“Los estudiantes también pueden estar en la lista de espera porque tienen problemas médicos o de salud mental que tienen prioridad”, explicó. “La colocación en una unidad disciplinaria también puede mantenerlos en la lista de espera”.

En Washington, su lista de espera de más de 1,700 es casi igual a la cantidad de estudiantes inscritos. Los funcionarios penitenciarios señalaron que las listas de espera han disminuido durante la pandemia, ya que la población carcelaria también ha disminuido.

La población carcelaria de Oregon ha estado más o menos estancada en el último año. Sin embargo, hubo una disminución de más de 14,000 en enero de 2020 a alrededor de 12,000 en junio de 2021.

Hay una desigualdad en todo el estado sobre quién está esperando más tiempo.

El análisis realizado por el Statesman Journal de los datos penitenciarios de Oregon encontró que aproximadamente el 7 por ciento de los que están por debajo del nivel del octavo grado son mujeres, lo que coincide con la porción de mujeres en la población carcelaria estatal total.

Pero más del 67 por ciento de estas prisioneras con bajo nivel de alfabetización nunca se han inscrito en el programa de educación adecuado. Alrededor del 44 por ciento de los hombres que son lectores de bajo nivel tampoco se han inscrito.

Más de la mitad de los presos negros (Black) o afroamericanos del estado asignados a la alfabetización obligatoria nunca se han matriculado.

Funcionarios penitenciarios dijeron que el estado no ha investigado las razones de las disparidades.

'Van a ser nuestros vecinos'

Kristina Landrum marca las claves de las respuestas, califica las tareas y trabaja con los estudiantes en temas particularmente difíciles como tutora en el Centro Correccional Coffee Creek en Wilsonville. Landrum también es conocida como una "entrenadora de supervivencia", que ayuda a otros adultos en prisión a superar traumas y desafíos del pasado.

Muchas cosas pueden estar frenándolos, explicó. “El miedo al fracaso, el miedo a lo desconocido, el miedo a no poder hacer algo bien. Es un miedo paralizante".

Landrum recordó el momento en que una de sus alumnas, una joven de 21 años que “literalmente no sabía leer”, le dijo que quería leerel libro de Harry Potter en voz alta.

Landrum sonrió, diciendo que la estudiante en tres años no solo leyó Harry Potter, sino que obtuvo su GED y obtuvo un puesto de trabajo muy solicitado en la prisión.

“La educación abre puertas después, pero también abre puertas aquí”, aseguró. “Se trata de aprender cosas que te ayuden a sobrellevar y superar esos problemas que te han estado agobiando”.

Esfuerzos de alfabetización en las prisiones, junto con programas educativos más amplios, juegan un rol importante en la reducción de la tasa de interacciones violentas dentro de las prisiones. También ayudan a romper el ciclo del crimen.

Un estudio realizado en 2013 encontró que las personas encarceladas que participan en programas de educación correccional tienen un 43 por ciento menos de probabilidades de reincidir (regresar a prisión).

“El 95 por ciento de las personas bajo custodia están saliendo a la calle nuevamente”, dijo Michele Deitch, profesora titular de la Universidad de Texas en Austin y directora del Laboratorio de Innovación de Prisiones y Cárceles de la escuela.

Al invertir en la educación en la prisión, las personas que están encarceladas salen mejor que cuando entraron, afirmó.

"Todos estamos más seguros como resultado", dijo. “Van a ser nuestros vecinos. Van a ser las personas con las que trabajaremos. Van a ser las personas junto a las que nos sentamos en los cines o en los restaurantes".

Estos esfuerzos también contribuyen a mejorar las comunidades a las que regresan.

Se estima que las habilidades limitadas de alfabetización cuestan a las empresas y los contribuyentes más de $20,000 millones anuales en salarios perdidos, ganancias y productividad. Y según una investigación de la Universidad George Washington, invertir en estos programas podría ahorrar unos $238,000 millones anuales solo en costos de atención médica.

El impacto de estas inversiones también dura varias generaciones. Las estadísticas citadas por Mid-Valley Literacy Center en Salem muestran que, por cada dólar invertido en programas de alfabetización de adultos, se devuelven $33 a la economía local.

"Adultos con más educación pueden obtener empleo, ganar salarios más altos, pagar impuestos y reducir la dependencia de la asistencia pública", aseguró Vivian Ang, directora ejecutiva del centro local. "Este es el truco: sus hijos se desempeñan en niveles más altos en la escuela y sus tasas de graduación aumentan".

Jackson, la defensora en Salem, fue liberada de un centro de menores cuando tenía unos 17 años de edad. Dijo que la educación no fue una prioridad durante su encarcelamiento.

“Eres visto automáticamente como un problema que necesita ser tratado y no como un joven que tiene capacidad o es potencialmente más inteligente de lo que te dan crédito”, explicó.

La fundadora de Black Joy Oregon, Julianne Jackson, y su hija Delilah Fredrickson, de 10 años, en la oficina de Black Joy Oregon en Salem, Oregon, el sábado 4 de diciembre de 2021.
La fundadora de Black Joy Oregon, Julianne Jackson, y su hija Delilah Fredrickson, de 10 años, en la oficina de Black Joy Oregon en Salem, Oregon, el sábado 4 de diciembre de 2021.

Jackson señaló que sus problemas comenzaron en la escuela cuando fue disciplinada por el comportamiento que ahora se da cuenta que fue una respuesta al abuso y al trauma.

Ella participa en las reuniones de la junta escolar local y en las protestas para eliminar lo que se conoce como el conducto de la escuela a la prisión, que destaca el hecho de que los estudiantes de color, los estudiantes de hogares de bajos ingresos y los estudiantes con discapacidades tienen una probabilidad desproporcionada de recibir suspensiones y expulsiones, tener arrestos relacionados con la escuela y ser puestos en detención juvenil.

Quitar la educación de los jóvenes y las personas encarceladas no funciona, explicó Jackson.

"La educación ofrece humanidad", dijo. "Cuando obtuve mi GED y alguien me dijo que era inteligente. Oh, hombre, se abrió todo un mundo para mí".

Eso habla del impacto emocional que estos programas también tienen en las personas involucradas, incluidas las que cumplen cadena perpetua.

"Todos tenemos esos umbrales que no nos vemos a nosotros mismos superándolos", aseguró Kevin Bradley, director de educación correccional de Portland Community College. "Pero aprender en prisión les permite a estos adultos "entrar en un mundo que pensaban que estaba limitado para ellos".

“Anula una mentira con la que han vivido, para algunos de ellos, durante muchos, muchos años, que nunca podrían hacerlo”, dijo Bradley. "Es un vehículo para enseñarle a una persona que puede crecer y puede cambiar".

Introducción de Reading Horizons

Mark Dean se colocó unos auriculares sobre una oreja y escuchó mientras una voz computarizada le decía palabras de tres letras para que las deletreara. Dean escribió "dag" y "bab" mientras escuchaba y explicaba a medias cómo se usaba el programa Reading Horizons.

Dean cumple más de 50 años de vida. Estaba en la sala de salud mental de la Prisión Estatal de California de máxima seguridad en el Condado Los Ángeles en mayo. Su objetivo es obtener su diploma de escuela secundaria o su equivalente y luego inscribirse en la universidad.

“Evitará que me meta en problemas”, dijo, y agregó que quiere demostrar que ya no es una amenaza para sí mismo ni para los demás.

Dean, de 52 años de edad, cuenta que lo expulsaron de la escuela en el décimo grado cuando comenzó a “tomar decisiones equivocadas”.

“No puedo hacer nada al respecto, pero puedo cambiar”, aseguró.

Los recursos disponibles en prisión permiten que los estudiantes como él se concentren en la educación de una manera que no podrían hacer afuera.

Mark Dean está preso en la prisión estatal de California del condado de Los Ángeles en Lancaster, California.
Mark Dean está preso en la prisión estatal de California del condado de Los Ángeles en Lancaster, California.

“Tengo mucho tiempo libre”, explicó, “estoy cansado de estar en prisión, de estar encerrado. Quiero recuperar mi libertad”.

Oregon está a punto de implementar un nuevo programa de alfabetización que podría ayudar a los lectores de bajo nivel.

Reading Horizons, un programa principalmente por Internet, se utilizará además de clases y tutorías en las prisiones de Oregon, todo supervisado por un educador. El programa complementario se utiliza en centros correccionales para adultos y jóvenes en casi dos docenas de estados, incluido California.

El Proyecto de Alfabetización de California estudió el impacto del programa durante tres años. En el estudio, el 40 por ciento ganó más de 3.5 niveles de grado en sus habilidades de lectura.

El DOC planea implementar el plan de estudios en todo el estado tan pronto como este verano, aprovechando los 13 mil 750 dólares anuales del dinero federal de la Ley de Educación para Individuos con Discapacidades del estado.

Los instructores le dijeron al Statesman Journal que no quieren que el componente en Internet elimine las interacciones de persona a persona en el salón de clases. Y Hightower, con el Departamento Correccional, no espera que el programa cambie la lista de espera del estado.

Pero los defensores señalaron que puede proporcionar un enfoque individualizado necesario.

“Reading Horizons nos permitirá animar a más a inscribirse porque brinda anonimato y elimina el estigma, a menudo vergonzoso, asociado con el analfabetismo”, explicó Hightower.

En busca de soluciones

Jasmine Herrera, una reclusa que trabaja para obtener su GED en Coffee Creek, apuntó que estuvo en la escuela hasta el noveno grado. Era una estudiante sobresaliente, pero la intimidaron hasta el punto de que la abandonó.

“Se apoderaron de toda mi autoestima”, dijo. “Era bastante buena, hasta que dejé de serlo”.

Obtener su educación, “aunque sea aquí”, es importante para Herrera. El personal señaló que algunas personas asumen que un GED obtenido en prisión es de alguna manera menos legítimo que un GED "normal", pero ese no es el caso.

Jasmine Herrera, prisionera en el Centro Correccional Coffee Creek en Wilsonville, Oregon, habla con un reportero el martes 10 de mayo de 2022.
Jasmine Herrera, prisionera en el Centro Correccional Coffee Creek en Wilsonville, Oregon, habla con un reportero el martes 10 de mayo de 2022.

“Sé que es importante para mí, pero no sé por qué”, reflexionó Herrera. “Es un logro, y no tengo muchos de esos”.

Reading Horizons es solo una pieza del rompecabezas de la educación en la prisión.

Las personas anteriormente encarceladas batallan por más opciones educativas dentro y después de la prisión. Los defensores también quieren establecer asociaciones con el DOC para continuar ese trabajo después de la liberación.

“Se supone que el sistema funciona así: Cometes tu delito, cumples tu tiempo y listo”, dijo Jackson. “Y desafortunadamente, esa no es la forma en que funciona.

“Sabemos que las personas que tienen delitos graves ni siquiera son elegibles para préstamos estudiantiles. No son elegibles para ningún tipo de asistencia del gobierno para ir a la escuela. Y nuevamente, sabemos que estos son determinantes para la criminalidad”.

Gran parte del trabajo que impacta la educación en las prisiones está ocurriendo a nivel legislativo estatal.

En 2007, legisladores de Oregon aprobaron el proyecto de ley 189 del Senado, que estableció el objetivo principal del sistema educativo del Departamento Correccional: Centrarse en el desarrollo de habilidades básicas de los adultos "en lugar de solo la alfabetización funcional". Desde entonces, el enfoque ha estado en áreas distintas a la alfabetización.

El Proyecto de Ley del Senado 23, por ejemplo, ayuda a los reclusos con opciones de ayuda financiera, mientras que el Proyecto de Ley del Senado 1522 proporciona más equipos y tecnología para los estudiantes de Coffee Creek y Snake River.

Legisladores de Washington aprobaron recientemente un proyecto de ley para establecer un proceso para identificar y evaluar a las personas encarceladas con discapacidades de aprendizaje, lesiones cerebrales traumáticas y otros impedimentos cognitivos para determinar si necesitan adaptaciones para participar efectivamente en la programación educativa.

Defensores como Ang con el Mid-Valley Literacy Center se están enfocando en cerrar la brecha en los servicios.

Ang expuso que el centro ha trabajado con personas que vienen de la Cárcel del Condado Marion y del Tribunal de Drogas para Adultos del Condado Marion. Ella quería asociarse con el Departamento Correccional de Oregon desde que comenzó la organización sin fines de lucro de Salem en 2009, pero "simplemente no ha sucedido".

Ang quiere que las personas en libertad condicional sepan que no hay barreras para trabajar con el centro. Si un adulto que ha sido dado de alta necesitaba apoyo adicional o quería ser tutor en el centro, no hay razón para que no pueda, señaló. El centro también tiene becas para estudiantes.

Funcionarios penitenciarios aseguraron que ayudarían a una persona en libertad condicional a buscar educación adicional al ser liberada, si así lo solicita.

Los correccionales podrían proporcionar información a las organizaciones sobre el progreso educativo del individuo, los puntajes de las pruebas y las referencias, por ejemplo. Hightower apuntó que no hacen referencias. A los reclusos se les brinda información sobre dónde podrían continuar su educación una vez liberados de la custodia, pero una vez que se van, ya no están bajo la supervisión de las correccionales.

Ang argumenta que garantizar que este tipo de trabajo se mantenga es crucial.

"Si vamos a abordar la falta de vivienda y el hambre, tenemos que abordar también la alfabetización", explicó. "Nunca vamos a reducir la reincidencia si no abordamos la alfabetización".

Este proyecto se completó gracias a la financiación a través de una beca con la Asociación de Escritores en Educación. 

Comuníquese con la reportera de educación Natalie Pate por correo electrónico npate@statesmanjournal.com, 503-399-6745, Twitter @NataliePateGwin o Facebook en Facebook.com/nataliepatejournalist.

Comuníquese con el fotógrafo Brian Hayes por correo electrónico bhayes@statesmanjournal.com.

Traducción Alfredo García

This article originally appeared on Salem Statesman Journal: Mitad de presos de Oregón que necesitan ayuda para aprender a leer no la obtienen