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Natalia Gelós

Los misteriosos árboles que caminan

Natalia Gelós

21 de julio de 2016, 4:38 p. m.

Cuando se piensa en árboles que caminan quizá se piensa en los ents, esos seres del universo de J. R. R. Tolkien que recogían las leyendas de otros pueblos que hablaban también de árboles andantes.

Cuando hicieron la Trilogia de El Señor de los Anillos, Daniel Falconer y Shaun Bolton, dos de los diseñadores esculpieron el rostro de un ent, de Bárbol, inspirados en moldes tomados de un árbol pohutukaw. Sin embargo, no es así como se ven los verdaderos árboles ambulantes.

Los árboles que caminan se encuentran en lugares como esta Estación Biológica Wayqecha, en Cusco, Perú.

Esta es la Socratea exorrhiza. A simple vista, podría ser como un árbol cualquiera, pero ella es diferente. Se desplaza.

Su secreto está en las raíces.

Mientras la mayoría de los árboles busca afianzar sus raíces a la tierra, esta especie “aventurera” apenas hace un contacto superficial que permite luego el traslado.

Pueden desplazarse hasta tres centímetros por día.

A lo largo de su vida, se produce un sistema de alternancia: algunas raíces de esas se mueren y otras nacen y crecen y ese cambio es parte de la causa del movimiento. Las más vigorosas se inclinan hacia el sol, las más débiles mueren en la sombra.

Pueden tener hasta doce metros de alto.

Crecen en las selvas tropicales de América del Sur y Centroamérica. Con raíces parecidas a las del tronco, se arma una forma triangular, similar a una choza. Tienen frutos y su madera se usa en diferentes producciones.

Aunque parezcan solo parte de historias fantásticas, los árboles que caminan existen y crecen en lo profundo de la selva. Aquí, su historia y los límites con la fantasía.