Las misiones de paz de la ONU, cada vez más cuestionadas en África

Naciones Unidas, 30 jun (EFE).- Las misiones de paz de la ONU, que tienen en África algunos de los mayores contingentes del mundo, están cada vez más cuestionadas en el continente, donde crecen las manifestaciones antioccidentales, al tiempo que se detecta una presencia cada vez más palpable de la fuerza de mercenarios rusos de Wagner.

La retirada de la misión en Mali (Minusma) tras diez años de presencia en este país, certificada hoy en el Consejo de Seguridad tras una petición inesperada del gobierno de Bamako hace dos semanas, ha supuesto la manifestación más evidente del divorcio entre los gobiernos africanos y las Naciones Unidas.

El despliegue de la Minusma en Mali no ha conseguido paliar los gravísimos problemas estructurales que hacen de Mali un estado casi fallido: pobreza extrema, violencia de grupos yihadistas, tensiones étnicas y ausencia del estado en amplias regiones del país.

Es más: la Minusma no pudo impedir que en 2020 y 2021 triunfaran en el país dos golpes de estado que enterraron la incipiente democracia y trajeron al poder a una junta militar que recogió el sentir de las calles en un discurso antifrancés primero y luego antioccidental. A nadie se le escapó que en las manifestaciones callejeras aparecieron las primeras banderas rusas.

TENSIÓN EN SUDÁN, CONGO Y REPÚBLICA CENTROAFRICANA

Las otras grandes misiones de la ONU en el continente se encuentran igualmente sometidas a una gran tensión con sus gobiernos respectivos: en Sudán, donde no hay cascos azules pero sí una misión con competencias en derechos humanos y protección a la población civil, su jefe Volker Perthes, fue declarado "persona non grata" el pasado 8 de junio.

Pese a que Perthes había hecho malabarismos para no tomar partido en el actual enfrentamiento entre el general Abdelfatah al Burhan (también golpista) y su rival alzado en armas Mohamed Hamdan "Hemedti", el gobierno de Al Burhan lo acusó de injerencia. Y si Antonio Guterres reafirmó su "entera confianza" en él, su papel en Sudán se da por acabado.

En la República Democrática del Congo, hace ahora un año se produjeron unas violentas manifestaciones contra la misión de la ONU (Monusco) que dejaron a tres cascos azules y a doce manifestantes muertos.

Llegada en 1999, la Monusco no ha sido capaz en 24 años de reducir significativamente la violencia este país enorme donde el apetito por los minerales preciosos sirve de gasolina a combatientes regulares e irregulares (solo en el este del país se contabilizan 120 grupos rebeldes) y ha provocado el desplazamiento de 1,6 millones de personas.

La República Centroafricana es desde hace dos años el nuevo foco de tensión: en 2021, un autobús que transportaba a cascos azules egipcios de la misión (Minusca) fue ametrallado por la guardia presidencial, quedando diez de ellos heridos; meses después, cuatro franceses fueron detenidos y acusados de participar en un complot para asesinar el presidente Faustin Archange Touadéra.

Como en Sudán y la RDC, la presencia e influencia del grupo Wagner ya no es un secreto en este país: su millar de agentes sobre el terreno se encargan de la protección personal de Touadéra, pero también de explotar los codiciados yacimientos de diamantes en el país.

LA LÓGICA DE LA INJERENCIA

Las distintas misiones de la ONU son acusadas por los gobiernos africanos casi sistemáticamente de "injerencia" en sus asuntos internos, sobre todo porque todas ellas tienen una sección de asuntos políticos que tratan con actores locales y porque su mandato incluye el respeto a los derechos humanos.

Las quejas de los gobiernos africanos son respaldadas abiertamente por dos grandes potencias: Rusia y China, que en todas las sesiones del Consejo de Seguridad para tratar el futuro de estas misiones insisten en que debe tenerse en cuenta "la soberanía" y "las preocupaciones" de los países donde se asientan las misiones.

Una fuente diplomática occidental comentaba recientemente que la diplomacia china es cada vez "más agresiva" en su idea de limitar las funciones de las misiones de paz en el mundo en los siguientes temas: derechos humanos, igualdad de género, cambio climático y desinformación, acotando sus obligaciones al mero mantenimiento de la paz.

Esa misma fuente señalaba que la otra "obsesión" de China es que la ONU recorte el presupuesto destinado a las misiones de paz, en las que el 20 % de los fondos está sufragado por Pekín.

Javier Otazu

(c) Agencia EFE