¿Misión cumplida? Cuba elogia estar entre los cuatro grandes del Clásico, pero la realidad es otra

Misión cumplida. La patria os contempla orgullosa. Héroes.

La prensa cubana y los gobernantes de La Habana no escatiman elogios de todo tipo para el equipo que finalizó su actuación con una soberana paliza ante Estados Unidos y con un estruendo formado por gritos de libertad.

Pero más allá de la consigna y el furor, ¿qué dejó este Clásico Mundial para la mayor de las Antillas? Algunos se dan golpes de pecho y afirman que “estamos entre los mejores cuatro del mundo’’. Otros reconocen que esa posición es más engañosa que una moneda de calamina.

“Es difícil. Creíamos que hoy podíamos hacer un mejor trabajo, pero el pitcheo no salió bien’’, comentó el manager antillano Armando Johnson tras la derrota 14-2 ante Estados Unidos el domingo.

“Sea cual sea el resultado del partido, hay que reconocer el trabajo realizado por el equipo hasta el día de hoy. Por supuesto que no estoy satisfecho. quería más Siempre quiero más y más, pero no pudimos, y reconocemos que los muchachos hicieron lo mejor que pudieron’’.

Johnson se ve un hombre noble, apacible y uno siente que lo pusieron al frente para que recibiera los impactos mediáticos y deportivos, y les bajara la intensidad, pero también uno se pregunta si realmente era él quien llevaba el pulso total del equipo.

Dicho esto, Cuba tuvo un equipo de coaches donde sobresalían Germán Mesa y Pedro Luis Lazo, mientras todos, absolutamente todos, hablaban de haber conformado una familia bien llevada, donde las diferencias no existían entre los jugadores de Grandes Ligas y los peloteros de Series Nacionales.

Hasta ahí todo bien, pero resulta que un torneo de esta magnitud no vive de postales ni buenos gestos, sino de triunfos. Si Cuba avanzó al choque semifinal fue en parte por su reacción a partir del choque contra Panamá, pero ayudada por una serie de resultados que se desencadenaron en cascada.

Cuba, a no dudarlo, estuvo en un grupo débil. De haber estado en Miami desde un principio no habría salido con vida. No se trata de perder con Estados Unidos, sino que esta selección de Johnson no habría podido con Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.

Esa combinación de factores propició que Cuba enfrentara a Australia en vez de Japón y llegara a la Capital del Sol impulsada por la narrativa del llamado Team Asere y de todos aquellos que hablaban de un triunfo en toda la línea, cuando la realidad era otra.

De alguna forma habría que preguntarse a dónde habría llegado Cuba sin la inserción por primera vez de jugadores de alta calidad en Grandes Ligas, del sistema de granja y de otros circuitos del Caribe, pero queda claro que tampoco alcanza, al menos cuando se trata de vencer a las verdaderas potencias y no a China Taipei o Panamá.

Salvo contadas excepciones como en lo ofensivo, pero sobre todo en el pitcheo, Cuba dejó mucho que desear. Para competir con los mejores deben estar los mejores en cada posición. Muchos de los que alinearon no tendrían chance alguno en las Mayores.

“No puedo responder hasta dónde habríamos llegado sin los profesionales, pero su contribución ha sido muy bienvenida’’, apuntó el veterano Alfredo Despaigne, quien muy seguramente vio acción en su último Clásico. “Esperamos que cada vez sean más’’.

¿Pero serán más dentro de tres años? ¿Aceptará la crema de la crema de la pelota cubana jugar para una próxima versión del Team Asere?

Para esta edición algunos declinaron de manera cortés, otros dijeron no a rajatablas, porque como bien demostró el acto de recibimiento efectuado en la Ciudad Deportiva de La Habana la política fue mezclada primero por ellos que por nadie.

¿Misión cumplida?