“En cinco minutos la ciudad se vino abajo”: El apocalíptico relato de los argentinos que viven en Valencia tras el violento temporal
“Hay una sensación de pánico generalizada”, advierte a LA NACION Florencia Torres Nieva, una argentina de 31 años que vive en la ciudad de Valencia.
La Comunidad Valenciana pasó una de las noches más trágicas de los últimos 60 años. Todo fue culpa de la DANA. Al menos 92 personas murieron en unas enormes inundaciones que devastaron las zonas aledañas la ciudad donde se encuentran casi 4000 argentinos empadronados como residentes. Mientras que registraron otras dos víctimas en Castilla La Mancha y otra en Málaga. La inédita cantidad de 400 milímetros de lluvia en menos de 24 horas, arrastró barrios enteros y sembró el caos en muchos pueblos que quedaron aislados y a los que los servicios de emergencia intentaban acceder este miércoles para rescatar víctimas. A estas horas, los servicios básicos se encuentran interrumpidos en algunas zonas y continúan los operativos de evacuación.
Soledad Peiró es tucumana, tiene 33 años y hace 5 que vive en Valencia. Cuenta a este medio que las precipitaciones en las poblaciones cercanas a Valencia comenzaron temprano y alrededor del mediodía los canales y ríos ya cargaban con bastante agua. Empezaron a circular imágenes en redes sociales sobre las primeras crecidas pero los ciudadanos recibieron a las 20.11 la primera alerta de Protección Civil. “Los accesos a la ciudad de Valencia colapsaron, hay autos y camiones tirados por todos lados por el temporal”, indica Peiró, aunque agradece no haber padecido cortes de los servicios básicos. “Se le pidió a los ciudadanos no salir de casa por vía terrestre a menos que no sea necesario”, agrega en relación a las indicaciones que se comunicaron desde el gobierno local.
Luis Caldani es rosarino, vive hace 4 años en Valencia junto a su pareja y trabaja a unos 20 kilómetros en una empresa que tiene el centro de distribución en Cheste, uno de los pueblos más afectados. “Quedaron 50 personas encerradas en la planta y tuvieron que pasar la noche ahí. Quisimos llevarles provisiones hoy por la mañana temprano pero las autopistas estaban todas cerradas y los supermercados ya estaban medio vacíos, era evidente la paranoia”, dice Caldani a LA NACION.
“En cinco minutos la ciudad se vino abajo”, afirmó a LA NACION una argentina de 30 años. Sofia Demarco vive hace un año en Sedaví, un municipio de la Comunidad Valenciana a 15 minutos en auto de la ciudad. En este sector, que se encuentra más cerca del río Turia, el agua superó los dos metros. Inmediatamente después del alerta de la noche, comenzó un temporal muy fuerte que terminó en un tornado que destrozó una contención del río y consecuentemente inundando toda la zona. Cuando se asomó al balcón de su casa vio imágenes devastadoras, “había gente encerrada en sus autos que no podía salir u otros colgados de los techos de los autos mientras los arrastraba la corriente. incluso algunos durmieron arriba de los camiones”. “Algunos de mis vecinos de la cuadra que se encontraban en planta baja, intentaban escapar de sus casas porque el agua empezó a subir de un momento a otro, el diluvio no paraba y no sabían hasta donde llegaría”, agrega Demarco.
“Llegó asistencia pero muchas horas después. Pasaron varias horas donde la gente estaba intentando salvar su vida como podía. Esto comenzó a las 21/22 hs y recién a las 6 am pasaron bomberos rastrillando para ver si había cuerpos o sobrevivientes”, dice Demarco a este medio. Luego de que comenzó a menguar la lluvia, los locales comenzaron a dimensionar los destrozos, “no tenemos agua, ni luz y toda la ayuda está priorizada para los ancianos y niños”, afirma. También empezaron a verse los faltantes por los saqueos.
Adrian Vagnozzi vive en Alacuás a 500 metros del canal del río Turia y trabaja para la Asociación de Discapacitados de Torrent que a partir de la tarde de ayer, pasó a ser un centro de asistencia para los damnificados junto con el polideportivo local, donde se alojó a gente para que pasara la noche, se le dio alimentos y algo caliente para pasar el frío.
A las 8 de la noche partió hacia el Centro Comercial Bonaire, en la zona de Aldaya, donde gente había quedado varada para intentar rescatarlos. “El agua me llegaba hasta el capot”, cuenta a LA NACION Vagnozzi.
“En Alacuás, no llovía y no se había inundado hasta las once y media de la noche, cuando se cortó la luz y bajó una tromba de agua de un metro, que venía corriendo por la avenida y golpeando contra los frentes de los edificios”, dice. “En cinco minutos toda la ciudad estaba inundada y el ascensor de nuestro edificio era una catarata de agua”, agrega.
Situación actual: los pueblos afectados están sin luz ni agua
“A casi 24 horas, nadie en mi cuadra tiene luz y la gente está sacando agua y barro de sus casas con baldes”, cuenta Vagnozzi y agrega que de camino a la zona de Torrent hoy, varios puentes estaban destruidos y tuvo que hacer algunos kilómetros a pie para continuar con la ayuda.
Federico Miguel, de 28 años, vive en Valencia desde enero y trabaja en Alzira. “Un compañero de trabajo que vive en uno de esos pueblos me dijo que perdió todo y que hubo gente saqueando”, cuenta Miguel. “Los supermercados están arrasados, como en la pandemia”, agrega Mateo Fuentes, otro argentino que reside en la zona.
“La gente está muy triste, pero también muy enojada. Hay una sensación de pánico general”, afirma Florencia Torres. La joven de 31 años y denuncia que “el gobierno actual de Valencia tuvo una baja en inversión en servicios de emergencias y esta catástrofe lo dejó en evidencia por que los servicios fueron deficientes”. El Ejecutivo autonómico de Carlos Mazón, presidente de la Generalidad Valenciana, desmanteló la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), un organismo encargado de garantizar la rápida intervención en cualquier lugar del territorio en caso de emergencias de origen meteorológico o sísmico, extinción de incendios forestales y maremoto.
Además, advierte sobre la circulación falsa que comenzó a viralizarse en redes sociales. “Están circulando en redes muchos anuncios fake de que el gobierno iba a cortar la luz y el agua, por lo que la gente corrió a abastecerse a los supermercados y ya se ven las góndolas vacías, a pesar de que el gobierno niega estos cortes”, dice Torres a LA NACION. “Después de la inundación de 1957, en la que murieron 300 personas, desviaron el río Turia que recorría la ciudad y gracias a eso hoy estamos bien”, sugiere Torres en relación a lo sucedido en la Ciudad de Valencia. En cambio Demarco, quien vive en una de las zonas más afectadas, acusa al gobierno local de nunca haber terminado esas obras, lo que “hizo que el desastre aumente de sobre manera” y le adjudica cierta responsabilidad sobre lo sucedido.