‘Minerva’: una bailarina del exilio venezolano y el deseo inolvidable

Últimamente a las novelas les faltan personajes. Las historias están construidas como si fueran cuentos donde todo está supeditado a situaciones más o menos realistas con un poco de conflicto para sostener la trama, y basta. Suficiente para el mercado editorial. Sin embargo, todavía hay autores sensibles a las circunstancias y rechazan ese concepto de ficción. Es el caso de Keila Vall de la Ville (Caracas, 1974). La autora venezolana radicada en Nueva York ha publicado Minerva (Editorial Pre-Textos 2023), una novela que desde el título es una declaración de principios: así se llama la protagonista de esta historia que celebra hasta las últimas consecuencias la libertad.

La vida de Minerva es un salto desesperado hacia el arte y el amor. En esa fuga hacia adelante, como los pasos de baile que ensaya en la académica a la que concurre en Nueva York, sueña el éxito profesional. La joven, que nació en el seno de una familia venezolana poliamorosa conformada por una madre y dos padres, extraña el país que debió dejar por hostilidades políticas. Pese a esto, en Estados Unidos aprendió a convivir con otras realidades latinoamericanas que le han revelado el valor invencible para una redención final.

Recientemente Keila Vall de la Ville publicó Perseo en Si bemol (Valparaíso Editores 2023), volumen de poesía donde la música en todas sus variantes tiene un rol especial. Entre los libros de la autora se cuentan Los días animales (OT 2016), que obtuvo el International Latino Book Award, Ana no duerme (Monte Avila Editores 2007), finalista del Concurso Nacional Monte Avila Editores, Enero es el mes más largo (Sudaquia Editores 2021), Honorable Mention International Latino Book Award 2023. Es Antropóloga (UCV), MA Ciencia Política (USB), MFA Escritura Creativa (NYU), y MA Estudios Hispánicos (Columbia University). Es editora, ofrece talleres de escritura multigénero, y trabaja en traducción. Colabora con revistas y diarios en papel y digitales.

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Minerva tiene una mamá y dos papás. ¿Cuéntame cómo surgió el querer ahondar el tema de una relación poliamorosa?

Minerva nació de mi interés por las historias sobre personajes no ajustados a la norma que buscan abrir una fisura, un espacio para sí y los suyos, en el tejido social hegemónico. Nació de mi interés por las culturas, los estilos de vida y las personas “distintas” o “diferentes” (diferentes a qué, me pregunto), de mi curiosidad hacia la diversidad en la unidad de lo humano. Minerva nació también de mi enfrentamiento ante todo precepto autoritario que pretenda establecer una manera de ser, lucir, vivir, o amar, como adecuada. La humanidad es una sola, y el amor es uno solo. La protagonista de Minerva es hija de tres personas que se encuentran, se hacen amigas, se enamoran y empiezan una vida conjunta fundada en el apoyo y el respeto. Es hija de dos padres y una madre en relación íntima fluida que dicen desconocer o tal vez desconocen la identidad de su padre biológico. La historia tiene lugar en un contexto hostil, una sociedad machista y conservadora controlada por un régimen político militarista, patriarcal y autoritario. Minerva crece sintiéndose tanto bajo sospecha y excluida, como en peligro. Cuando años más tarde ha de emigrar para salvarse, se enfrenta sola, bailando para vivir y posando desnuda para sobrevivir, ante un país y una cultura que desconoce y que le plantea nuevas dificultades. Su familia disidente y su historia alternativa son unas expresiones de su periferia y también su poder: le dan la fortaleza para seguir.

La protagonista cuando baila se siente libre a la vez que se ve a sí misma como “una distinta”, una desubicada que no encaja muy bien en el mundo.

El mundo no es uno solo. Hay tantos mundos como seres, y hay tantos momentos, que por momentos son mundos, como situaciones. No encajar o ver el propio destino truncado en un contexto no quiere decir que no existan otros posibles donde sí se estará a salvo y con posibilidades de desarrollar la propia existencia de la manera más libre posible. Minerva no encaja en un mundo autoritario que la asfixia y por una parte aprovecha las estrategias que le han sido brindadas, el baile, la meditación, por ejemplo, y por la otra toma riesgos y decisiones en el intento por transitar un recorrido que se parezca a sí misma y construirse un mundo a su medida. Pasa trabajo, sufre, y celebra el proceso mismo de buscar su propia identidad y expansión en un contexto que le es extraño. Todo inmigrante ha vivido varias vidas, y en todas y cada una ha sido una persona “distinta a”, pero no solo en el país de recepción sino desde antes, porque nadie se va de su país sintiéndose verdaderamente pleno allí. Todo inmigrante de un modo y otro ha estado “afuera de”. Esto es rudo, y también encantador. Pienso que hay que procurarse territorios en formulación y que nada mejor que estar del lado de afuera, con todo y la dificultad que esto supone, para lograrlo. Minerva es periférica y además está empecinada en mirar. Ella y yo tenemos en común esa periferia empecinada.

Siempre la imaginación está presente cuando una escritora arma un personaje, pero a veces, también, toma características de gente que la rodea. ¿Qué hay de eso en los protagonistas?

La historia de Minerva se cruza con la mía de distintas maneras. Mi abuela materna era costurera, su hermano menor era diseñador. Él vivía en Nueva York y nos visitaba una vez cada año o dos. Su estética y estilo de vida expresaban un juego extremo entre lo punk, el disco, la corte de Luis XV y la Caracas de antaño. Cuando llegaba, establecía un taller de alta costura en la sala comedor. Maniquíes, máquinas de coser y costureras ocupaban aquel salón y definían la dinámica familiar durante meses. Yo lo seguía a todas partes, mi primer trabajo oficial consistió en pegar plumas, canutillos y lentejuelas a corsets, vestidos y telas de tul. Mi memoria del tío guía a dos de los personajes de la novela. Además, y esto aparece transversalmente en Minerva, un lado de mi familia paterna es catalana y la otra polaca. Unos, refugiados de la Guerra Civil en París huyeron en 1947, antes de la Segunda Guerra, y fundaron una familia española y afrancesada en Caracas. Los otros, huyeron de Polonia antes del Holocausto y llegaron a Venezuela dejando fallecidos en el periplo. De estas historias nace mucho de la herencia familiar y experiencia personal de Minerva. Finalmente, durante mi infancia viví tres años con mis padres en Italia, ellos están ligados a la literatura y el cine, y nunca se casaron. Por extranjeros y alternativos representábamos en aquella sociedad tradicional varias otredades. Finalmente, he sido viajera y hoy día yo misma soy inmigrante. Por último, Minerva nació de la manera en que percibo la relación entre mente y cuerpo, que es fluida y nace de mi vida montañista y yogi.

La Caracas que retratas se impone en la vida de Minerva por la violencia infinita que acecha sus calles. Es un peligro tangible. ¿Esa ciudad es la que te tocó vivir?

Dejé Venezuela en 2011 buscando una tregua a la crisis política, a la polarización, a un clima violento e inseguro y muy controlador que se me hizo insoportable, buscando protección para mi familia, y transitando un momento de gran desánimo. Quizás eso me acerca a Minerva. Me fui de mi país por miedo a la violencia, por la sensación de ineficacia y frustración ante lo caprichosa que es la ley en mi país, por la impotencia que me genera la idea del poder militar al mando político. Entre otras cosas. Yo me crié en un país de libertades, de posibilidades, con problemas estructurales que nos arrastraron al momento presente, sí, pero allí crecí sin temor a ser quien soy. Cuando me fui de Venezuela me fui desconociéndola y s sintiendo que me desconocía. Sigue siendo doloroso.

La novela tiene 161 capítulos, muchos de los cuales son de un párrafo o una línea. Esos capítulos, en varias oportunidades, son un poema, una mini crónica, un ensayo. ¿Cómo decidiste que era la estructura adecuada para contar la historia?

Pienso que la forma que toma un texto es un resultado, no responde a una estrategia sino a una pregunta, y es, con suerte, una ruta hacia la belleza. Es por ello que escribo en distintos géneros y permito que se crucen. Trabajo distintos géneros porque cada inquietud me pide algo distinto. En Perseo en Si bemol (finalista en el Paz Prize for Poetry) hay muchos poemas narrativos y mucho silencio, y en Minerva hay capítulos de dos versos, una línea o un párrafo corto dispuestos acá y allá que son chispazos, cerillos encendidos, instantes de verdad en el universo narrativo de la novela. Busco a través de esta diversidad en la forma transmitir un contenido, que se sienta el ritmo, que se experimenten el baile, el movimiento, el pasado y el presente, la frontera y el tránsito. El reto fue mostrar esta fragmentación: que esas narraciones, instantes poéticos, crónicas de New York y relatos breves se enlazaran sin precipicios. La realidad nunca se ve de manera íntegra, no es una totalidad, porque está en continua creación, recreación y bajo interpretación y re-interpretacón. Además, se percibe por fragmentos y solo durante instantes, que son cerillos encendidos. Cada capítulo es una manera de aproximarse a los ritmos de Minerva.

Este año también publicaste un libro de poemas, Perseo en Si bemol. ¿Cómo nació el proyecto?

Nació de mi necesidad de escribir poemas que hablaran de la belleza desde lugares inesperados. De mi búsqueda de destellos y de mi preocupación por el misterio. De mi amor por la música y el ritmo. De una serie de empecinamientos y la decisión de ir más allá de mí. Quería escribir poemas sobre el mundo, poemas íntimos sobre la maravilla, el asombro, la intuición, incluso la ironía, que pienso son todas formas de procesar el mundo. En Perseo en Si bemol hay breves historias, mínimas crónicas. Otros, reflexiones sobre noticias del diario, empecinamientos investigados. Son poemas sobre el misterio en el que galaxias distantes y venados saltarines se enlazan.

¿Qué poemas te dieron más desafíos?

Todos los poemas de ese libro me pidieron mucho, es un libro raro, con un ritmo que busca desafiar, con un tono coloquial por momentos y más elevado por otros que en el contraste capaz y desestabiliza. Estando al tanto del riesgo decidí tomarlo con reverencia porque no tenía opción. Son todos poemas sobre la belleza y el asombro, son poemas alelados, ya están en el precipicio. Están en la fisura, es por eso que se mueven entre ritmos y registros: buscan nombrar esa herida a la que se sujeta todo parto.

¿Qué debe tener un poema para conmoverte?

Misterio y destello. Y ritmo.

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