Michael Bloomberg declara una guerra contra los plásticos

Sharon Lavigne habla durante un encuentro comunitario organizado por Rise St. James, en Vacherie, Luisiana, el 10 de agosto de 2023. (Bryan Tarnowski/The New York Times).
Sharon Lavigne habla durante un encuentro comunitario organizado por Rise St. James, en Vacherie, Luisiana, el 10 de agosto de 2023. (Bryan Tarnowski/The New York Times).

Michael Bloomberg es muchas cosas: exalcalde de la ciudad de Nueva York, fundador de una empresa de datos financieros, candidato fallido a la presidencia y el undécimo hombre más rico del mundo.

Desde que dejó su cargo público hace diez años, Bloomberg, de 81 años, también se ha convertido en, quizás, el mayor patrocinador del activismo contra el cambio climático a nivel mundial, y se ha vuelto una costosa espina para la industria de los combustibles fósiles. El exalcalde afirma que hasta ahora ha invertido 500 millones de dólares en una iniciativa para cerrar plantas de gas y de carbón. Este mes, dijo que piensa gastar otros 500 millones en esa labor.

La campaña contra el carbón tuvo mucho éxito. El carbón es sucio y caro, y el dinero de Bloomberg ayudó a retirar más del 70 por ciento de las plantas que queman carbón en el país, lo que equivale a cerca de 370 instalaciones, de acuerdo con Sierra Club y otras organizaciones.

Ahora persigue un objetivo mucho más complicado: las nuevas plantas petroquímicas que elaboran fertilizantes, plásticos y empaques. No será nada fácil.

En los últimos años, el carbón se ha convertido en una forma cada vez más costosa y poco rentable de generar electricidad, lo cual ha hecho que resulte más sencillo cerrar las plantas. Pero los plásticos y las sustancias químicas no enfrentan esas adversidades económicas. De hecho, la industria del petróleo ve a estas industrias como su futuro a medida que los automóviles se vuelven eléctricos y disminuye la quema de combustibles fósiles, por lo que está invirtiendo a manos llenas.

Aunque la nueva campaña, llamada Beyond Petrochemicals (Más allá de los petroquímicos), ha obtenido algunas victorias, la industria petroquímica es próspera y muy rentable, además de que los plásticos siguen siendo baratos y muy solicitados. Encima, la industria se está defendiendo con su propia estrategia de contraataque: Beyond Bloomberg (Más allá de Bloomberg).

El exalcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg en la azotea de Bloomberg Philanthropies, en Nueva York, el 12 de septiembre de 2023. (James Estrin/The New York Times).
El exalcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg en la azotea de Bloomberg Philanthropies, en Nueva York, el 12 de septiembre de 2023. (James Estrin/The New York Times).

Las empresas y los grupos locales de desarrollo económico alegan que las iniciativas de Bloomberg son una solución muy severa para un problema que tiene varios matices y que el mundo necesita más productos elaborados con petroquímicos, no menos. Añaden que sus proyectos le están costando puestos de trabajo a la gente y están dañando una zona que tiene una enorme necesidad de crecimiento económico.

En una entrevista reciente en las oficinas centrales de Bloomberg LP, la empresa de datos financieros que le ha otorgado al exalcalde un valor neto estimado de 96.000 millones de dólares, Bloomberg señaló que su intención era ayudar a desacelerar el cambio climático, el cual veía como una amenaza existencial para la humanidad.

“Es difícil argumentar que no debemos enfocarnos en algo que puede destruir la Tierra y matar a toda la gente. Quiero que mis hijos y los tuyos tengan una vida”, comentó.

Bloomberg comenzó su campaña contra los combustibles fósiles antes de dejar su cargo público. En 2011, su fundación Bloomberg Philanthropies, comenzó a financiar a Beyond Carbon (Más allá del carbón), la iniciativa para cerrar plantas de carbón en todo el país con el liderazgo de Sierra Club. Los registros fiscales muestran que la fundación le ha proporcionado a ese grupo más de 120 millones de dólares desde el año 2014 y decenas de millones de dólares más a otras organizaciones sin fines de lucro, entre ellas la Liga de Votantes por la Conservación, la Fundación de la Energía y el Centro de Derecho Ambiental del Sur.

El año pasado, Bloomberg anunció una campaña para impedir la construcción de 120 plantas petroquímicas que estaban planeadas, la mayor parte de ellas en Texas, Luisiana, Pensilvania Ohio y Virginia Occidental, y se comprometió a destinar 85 millones de dólares a esa iniciativa.

Bloomberg mencionó que tenía una doble motivación. Afirma que quiere detener la construcción de instalaciones que de otra manera seguirían calentando el planeta. Y sabe lo dañinas que pueden ser para las comunidades locales y, en especial, para la gente de color que tiende a vivir cerca de las plantas.

“Si lo que están haciendo va a matar a todos, no me interesa cuán valioso sea”, señaló.

Según la Agencia Internacional de la Energía, los productos petroquímicos se están convirtiendo rápidamente en el mayor motor de demanda de petróleo a nivel global y consumen cada vez más gas natural. La industria ya está generando más de 580.000 millones de dólares en ganancias anuales y se espera que esa cifra aumente a más de 1 billón de dólares durante la siguiente década.

La campaña de Bloomberg ya se ha anotado al menos cinco victorias importantes al otorgar subvenciones en pequeña escala a grupos activistas locales, muchos de los cuales son gestionados por familias que viven cerca de las plantas propuestas, así como donaciones multimillonarias a grupos jurídicos sin fines de lucro en lugares como Berkeley, California. En los últimos meses, los activistas y los abogados en conjunto han ayudado a detener la construcción de dos instalaciones de gas natural, una planta de etileno, una de metanol y una de plásticos en Parroquia de St. James, Luisiana, donde Sharon Lavigne, de 71 años, es el frente de la resistencia.

Lavigne, quien se crio en Parroquia de St. James, es una de las activistas comunitarias más francas en un tramo de tierra entre Nueva Orleans y Baton Rouge que tiene muchas instalaciones industriales. Hace algunos años, después de observar un desarrollo de varios años, fundó Rise St. James, una organización sin fines de lucro que trabaja para obstaculizar proyectos nuevos en esa zona.

El anuncio del grupo se eleva sobre las autopistas de la zona e identifica a las compañías de productos químicos que están tratando de ampliar sus operaciones. Rise St. James fue la principal demandante en un litigio que el año pasado dio como resultado que un juez realmente impidiera la construcción de una nueva planta de 9400 millones de dólares prevista por Formosa Plastics.

“Es una lucha muy cara”, comentó Lavigne. “Así que el dinero de Bloomberg nos ha ayudado”.

Bloomberg y Lavigne no quisieron decir cuánto dinero había aportado el exalcalde a esta iniciativa.

‘Una estrategia envolvente’

En un abrasador jueves de agosto, Lavigne salió en un “recorrido tóxico”. En estos recorridos por la comunidad, les muestra a los visitantes el horizonte de chimeneas que ahora delimita un tramo del río Misisipi el cual, hace apenas unas décadas, era un pantano casi sin desarrollar.

Hay una planta de Exxon Mobil, junto a unas instalaciones de Marathon Oil, que están junto a la terminal de un oleoducto de petróleo crudo. Al otro lado del río hay una planta de fosfato junto a unas instalaciones de Occidental Chemical, que están junto a una planta siderúrgica de Nucor. Más de dos docenas de instalaciones importantes han convertido lo que solían ser pantanos en lo que ahora es prácticamente un parque industrial del tamaño de una ciudad, y las empresas están tratando de construir varias plantas más en esa zona.

Décadas de actividad industrial han contaminado el suelo, el aire y el agua. Investigaciones de la Universidad Tulane han asociado la contaminación con los elevados índices de cáncer en Parroquia de St. James.

Lavigne y otros activistas de la localidad han estado alertando sobre la contaminación industrial durante décadas, pero los efectos han sido limitados. Sin embargo, en los últimos años, la llegada del dinero de Bloomberg, así como su enorme fichero de contactos, ha hecho sus labores más eficaces.

Han profesionalizado sus actividades, desplegado sitios web sofisticados, organizado reuniones de la comunidad con servicio de alimentos e invertido mucho en publicidad local. Y, lo que es más importante, han contratado a un cuerpo de abogados que ha comenzado una embestida judicial destinada a obstaculizar a la industria petroquímica un proyecto a la vez.

“Tenemos una estrategia envolvente que opera por todas las vías posibles”, señaló Abigail Dillen, presidenta de Earthjustice, un grupo de derecho ambiental que en 2021 recibió 11 millones de dólares de Bloomberg Philanthropies para su financiamiento. “Les estamos generando incertidumbre a los inversionistas. Estamos ocasionando retrasos que están encareciendo los proyectos”.

Dillen y su empresa ayudaron a ganar la victoria más grande hasta la fecha de Beyond Petrochemicals y detuvieron la construcción de la planta de Formosa. Rise St. James y otros grupos de la comunidad presionaron al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos para que retirara un importante permiso y llevara a cabo una evaluación ambiental más detallada.

Los abogados de Earthjustice y otros grupos de derecho ambiental demandaron al Departamento de Calidad Ambiental de Luisiana por la falta de permisos válidos de calidad del aire. En la actualidad, después de cinco años de trabajo en el proyecto, este se encuentra paralizado.

‘Grupos selectos fuera del estado’

Las iniciativas de Bloomberg lo han convertido en el enemigo público número uno de la industria del plástico.

Un lunes de mayo, el director de asuntos gubernamentales del Consejo Estadounidense de Química encabezó una sesión en la Asociación de Fabricantes de Virginia Occidental en Wheeling. Esta sesión fue promovida como Beyond Bloomberg y se comprometió a instruir a los asistentes acerca de “el empeño de la industria por hacer frente a este ataque”.

En otra presentación del Consejo Estadounidense de Química y el Consejo de Tecnología Química de Ohio, esta vez en un taller industrial en Columbus en julio, los grupos advirtieron a los asistentes acerca de la iniciativa.

“Beyond Petrochemicals usará los elementos más eficaces de las campañas anteriores de Bloomberg: canalizar millones de dólares hacia los participantes influyentes y vigorosos actuales y aprovechar el poder del gobierno”, decía una diapositiva.

Los diarios locales de Pensilvania también están criticando al exalcalde. “No se meta, señor Bloomberg”, decía un editorial en el Pittsburgh Post-Gazette, que acusaba a Bloomberg de “usar su riqueza para imponer su voluntad en la población del valle de Ohio”.

Además, en la zona que se ubica alrededor de los sitios industriales de Luisiana, representantes de docenas de empresas petroleras, de gas y de sustancias químicas, entre ellas Exxon Mobil, Chevron y Dow, han formado un nuevo grupo llamado Consejo de Sustentabilidad de la Industria de Luisiana.

“Grupos selectos fuera del estado están enviando casi 100 millones de dólares a Luisiana para decidir nuestro futuro y nuestra forma de vida”, decía uno de los primeros documentos de organización del grupo. “Los habitantes de Luisiana son las personas idóneas para decidir lo que es bueno para el estado, no Michael Bloomberg”.

Es posible que Bloomberg pronto asigne más dinero a sus iniciativas contra el cambio climático. Ha dicho que pretende dejarle a su fundación Bloomberg Philanthropies su participación del 88 por ciento en Bloomberg LP. A esas alturas, podría vender la empresa o sacarla a cotizar en bolsa, lo que traería como resultado una ganancia inesperada que podría convertirla en la organización benéfica más grande del país, por encima de la Fundación Bill y Melinda Gates con su patrimonio de 67.000 millones de dólares.

No obstante, aunque Bloomberg pueda estar dispuesto a gastar miles de millones de dólares en su campaña, la industria petroquímica no va a desaparecer. Solo se ha impedido la construcción de cinco plantas, pero se prevé que pronto se concluyan más de 100.

c.2023 The New York Times Company