Miami City Ballet y su respuesta espléndida al desafío de tres estilos diferentes

Los desafíos son una necesidad en el proceso de desarrollo y eso es algo que Lourdes López, como directora artística de Miami City Ballet (MBC), tiene bien claro. Al frente de una gran compañía que, en su trigésimo octava temporada, es cada vez más juvenil, ella no oculta su interés en brindarle oportunidades para el crecimiento personal y la realización de su potencial a todos sus integrantes.

De los 48 bailarines que forman parte de MCB en la actualidad, 39 se han incorporado a la agrupación después que López sustituyó a Edward Villella en 2012. Cinco de sus doce Bailarines Principales llevan 4 años o menos, de sus tres Solistas Principales solo uno acaba de alcanzar su décimo aniversario y solo dos de sus cinco Solistas y un miembro del Cuerpo de Baile (28 en total) son anteriores a 2012.

Así las cosas, MCB es hoy una compañía renovada y versátil, con una manera de hacer que se caracteriza por su entrega al aprendizaje de un repertorio donde se mezcla lo tradicional y lo nuevo, sin temor alguno al desafío que representan ambas cosas. En este contexto, la respuesta espléndida de sus bailarines es su mayor logro.

El programa Fall Mix (Mezcla de Otoño), donde abundan las oportunidades de lucimiento para todos los participantes, marcó el inicio de la temporada 2023-2024 de MCB en Miami e hizo levantar de sus asientos al público presente en el Arsht Center la noche del viernes 20 de octubre.

Ashley Knox, Chase Swatosh, y Jordan-Elizabeth Long en “Serenade”, coreografía de George Balanchine. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet
Ashley Knox, Chase Swatosh, y Jordan-Elizabeth Long en “Serenade”, coreografía de George Balanchine. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet

La función abrió con “Serenade” de George Balanchine (que data de 1935) y cerró con “In the Upper Room”, de Twyla Tharp (creada en 1986). “Serenade” captura a la perfección la belleza del ballet neoclásico de los años 1930. “In The Upper Room” es un muestrario de la exuberancia de la década de 1980.

Las dos son obras maestras, pero mientras la brillantez de la obra de Balanchine radica en su luminosidad (“es su talla”, diría un joyero), en la de Tharp, es el resultado de su dinámica de impacto. Entre ambas, se ubicó el estreno mundial de “Sea Change”, una coreografía de Jamar Roberts (su primer trabajo para MCB) que utiliza música de John Adams.

En resumen, este es un programa con tres estilos bien diferentes.

En “Serenade”, se destacan sus cinco solistas (en esta ocasión, Ashley Knox, Taylor Naturkas, Jordan-Elizabeth Long, Cameron Catazaro y un fornido Chase Swatosh) pero todos los miembros del elenco se muestran a la altura de las expectativas y reciben la primera gran ovación de la noche.

Después del único intermedio en el programa, tuvo lugar el tan esperado estreno mundial de “Sea Change”.

Ante la ausencia de unas notas al programa que nos brinden alguna pista, después de haber visto “Sea Change”, puede ser una hipótesis admisible inferir que la intención de Jamar Roberts era aceptar la realidad cambiante del presente como si esta fuera una especie de vampiro emocional, dispuesto a robarnos no solo la energía, sino también la esperanza.

En “Sea Change” participan 12 bailarines y es también -como las piezas de Balanchine y Tharp antes mencionadas- una obra de grupo, pero de otro tipo, porque busca ser expresión del zeitgeist del mundo pospandémico en que vivimos. La realidad es que no hay nada normal en la nueva normalidad.

Los bailarines de Miami City Ballet en “Sea Change”, coreografía de Jamar Roberts. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet
Los bailarines de Miami City Ballet en “Sea Change”, coreografía de Jamar Roberts. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet

Lamentablemente, “Sea Change” no resulta ser una obra del todo conseguida. Más que nada, debido los problemas de realización que son evidentes en su puesta en escena, donde música, proyecciones y luces compiten de manera despiadada con la coreografía. En un espectáculo de danza lo más importante es la danza y eso es algo parece haberse perdido de vista en el proceso de montaje.

La utilización de música minimalista emparenta a Roberts con Twyla Tharp. No hay que olvidar que esta última le encargó la música de “In the Upper Room” a Philip Glass. Pero Tharp y Glass habitan en igualdad de condiciones “In the Upper Room” mientras que Adams es la presencia dominante en “Sea Change”.

Lo anterior hace que la obra de Roberts se proyecte como una propuesta titubeante porque la sensación de trabajo inconcluso (sobre todo, para el oído no entrenado) que siempre acompaña al reiterativo “Phrygian Gates” de Adams (interpretado en vivo por el pianista invitado Ciro Foderé) se hace presente igualmente en el trazo coreográfico.

Otros dos elementos que afectan la eficacia comunicativa de “Sea Change” son las proyecciones de Camilla Tassi con imágenes de Rebecca Stenn (suntuosas, sin duda alguna) que se roban constantemente la atención del espectador, y el diseño de iluminación de Brandon Stirling Baker, que mantiene una buena parte de los bailarines en la oscuridad.

Hannah Fischer y Steven Loch en “Sea Change”, coreografía de Jamar Roberts. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet
Hannah Fischer y Steven Loch en “Sea Change”, coreografía de Jamar Roberts. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet

Roberts parece por fin sacudirse todo lo anterior al concentrarse en la creación de un pas de deux que interpretan con cautela Hannah Fischer y Steven Loch. Ambos consiguen ilustrar algo hasta ese momento inimaginable en el universo agobiante de “Sea Change”: la posibilidad de encontrar un oasis afectivo.

Es apenas un suspiro, pero es lo que necesita el espectador en ese momento. Solo entonces es posible reconocer a Roberts como un artífice ingenioso que tiene algo interesante que decir, pero habrá que esperar a su próxima obra para poder apreciar con justeza su manera de hacer.

Tras una breve pausa, le llegó el turno a “In the Upper Room”.

Al estar estructurada en nueve secciones que pueden identificarse con cierta facilidad, “In the Upper Room” permite prestarle un poco más de atención al desempeño individual pero sigue siendo una experiencia compartida donde todos cuentan.

Las tres parejas de “In the Upper Room”, coreografía de Twyla Tharp. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet
Las tres parejas de “In the Upper Room”, coreografía de Twyla Tharp. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet

Como espectador, usted puede escoger su favorito entre los que usan zapatillas de ballet o zapatos deportivos. El vestuario -que se aligera según avanza la obra- ayuda a identificarlos y usted puede seguir, por ejemplo, el desempeño de las tres parejas que conforman Nathalia Arja, Renan Cerdeiro, Nicole Stalker, Chase Swatosh, Adrienne Carter y Ariel Rose.

O puede dedicarle toda su atención a Renan, Chase y Ariel, torsos desnudos y cubiertos de sudor. O admirar a la carismática Samantha Hope Galler. O esperar la aparición de Stanislav Olshanskyi, que también es un disfrute.

Lo que no va a impedir que su vecino de asiento abandone el teatro con otras nombres en la memoria, porque todos entran y salen de la niebla, avanzan y retroceden, con el mismo nivel de virtuosismo. Y en “In the Upper Room” hay boxeo, tap, yoga, ballet y aerobics.

Samantha Hope Galler y Luiz Silva en “In the Upper Room, coreografía de Twyla Tharp. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet
Samantha Hope Galler y Luiz Silva en “In the Upper Room, coreografía de Twyla Tharp. Foto Alexander Iziliaev/Cortesía Miami City Ballet

En su autobiografía titulada “Push Comes to Shove” (A Bantam Book, 1992), Twyla Tharp confiesa que “In the Upper Room” es su única pieza, y aclara que está incluyendo a las que hizo para Baryshnikov, “que genera una ovación de pie en casi todas las presentaciones”.

Definitivamente, hay que dejarle saber a la persona encargada de actualizar las estadísticas de Tharp, que en un par de semanas va a tener que sumarle a las ovaciones de pie recibidas por “In the Upper Room” las ocho funciones del programa Fall Mix 2023 de Miami City Ballet.

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