Mexicana lee en voz alta sueños de niñas refugiadas

Jesús Díaz, enviado

SHARJAH, Emiratos Árabes, octubre 14 (EL UNIVERSAL).- Alejandra Alcalá está lejos de Querétaro, donde nació. Se encuentra en una sala de cine cerca del golfo Pérsico, escuchando atenta las preguntas de niñas inquietas que están ahí junto a sus madres; ella misma sostiene a su bebita de unos meses.

Hace un par de años, durante la pandemia, eso era lejano, cuando desde el encierro intercambiaba correos con una mujer llamada Asmaa, una siria que vivía en un campo de refugiados en Jordania.

Los mundos de ambas son diferentes: la mexicana ha vivido en distintos países gracias al trabajo de su padre y la siria ha tenido que escapar del suyo, azotado por la guerra. Pero de algún modo la vida confabuló para que ser parte del documental "The neighborhood storyteller", dirigido por Alcalá.

Asmaa muestra en el filme cómo enseña a otras niñas a leer en voz alta y suele preguntarles cómo visualizan su vida en 10 años y qué sueñan con ser más allá de dedicarse al hogar. Asmaa las guía para resignificar situaciones difíciles que han vivido, huyendo de la guerra con sus familias para resguardarse en un campo de refugiados en donde Alejandra las encontró.

Esa búsqueda inició en 2018, cuando la mexicana renunció a su trabajo en una compañía de tecnología española por objetivos más humanitarios.

"Vivía una crisis existencial. Me chocaba estar en estas empresas súper grandes que invierten toneladas de dinero en cosas sin sentido, sin un beneficio. Me frustraba tanto ver que ese derroche en gente que tiene mucho dinero y sólo quiere ostentarlo, sin pensar en que hay otras realidades", dice.

La de Asmaa es un ejemplo de ello. Casada por obligación con no más de 14 años, no tuvo la posibilidad de seguir estudiando. Su vida cobró un significado gracias a la iniciativa llamada We love reading (WLR), que tiene como fin adentrarse a la lectura; no en términos sesudos, sino liberadores.

La mujer siria comenzó a compartir muchas tardes con hijas de familias de refugiados, a quienes les transmite la idea de que pueden sonreír al futuro sin importar si es incierto, o que no valen menos por haber dejado el lugar en que nacieron.

Esta forma de ver la realidad le dio a la mexicana las herramientas que necesitaba para hacer su documental. La noche de este jueves las miradas de personalidades y medios en Emiratos Árabes se centraron en su plática, la más importante de la jornada del Sharjah International Film Festival for Children and Youth.

Con todo, cree que el encuentro más emblemático se dio un poco antes, el martes pasado, cuando acompañada de su bebé convivió con las niñas locales y sus madres.

"¿Es real la historia? ¿Cuál es el mensaje?", le cuestionaron en esa primera charla, íntima e informal: "Claro, es real y hay muchos mensajes poderosos, como que es importante que busquemos dentro de nosotros, justo como Asmaa. Ella transforma la habilidad de leer para empoderar a las niñas, no importa qué tan difícil tu vida pueda ser y las circunstancias que vives, nadie te debe quitar la posibilidad de seguir aprendiendo y perseguir un sueño. De creer en ti misma", les dijo.

Reenfocar las narrativas

Durante el proceso de rodaje, Alcalá se topó con otra realidad: que no basta con buenos deseos para cambiar lo que viven miles de refugiados y mujeres en todo el mundo. Esquivó obstáculos burocráticos y algunos de los propios padres y esposos que prohibían a las mujeres de sus familias compartir esos momentos de esparcimiento.

Ella no quiso obviar esas situaciones complicadas, prefirió destacar el lado humano de las refugiadas y mostrar que también ríen, sueñan y aguardan a un mejor destino.

"El enfoque mediático sobre los refugiados suele ser tan trágico porque es una realidad, pero también porque eso vende", critica, "pero al aproximarnos a estas historias, mi papá —con quien trabajó este proyecto— y yo decidimos ver a través de una luz, porque estas personas tienen una capacidad humana de querer sobreponerse, es algo que no debemos negarles".

Este nuevo enfoque le ha valido no sólo el reconocimiento al documental, que ya obtuvo premios en Toronto, Colorado y Ámsterdam, sino crear conversación sobre el tema, tanto en países occidentales como orientales, incluidos musulmanes como Emiratos Árabes. Aquí recibió apoyo de la fundación local The Big Heart, además, ya se presentó en el Festival Internacional de cine de Dubai.

"Nos hace falta confiar unos de otros. En ambos lados del mundo debemos de voltear a vernos como alguien no tan diferente. La gente en situaciones complicadas en esta zona del mundo, por ejemplo, nos mira mal porque pareciera que queremos siempre 'salvarlos' con nuestra visión del mundo".

Hoy, la mexicana ha decidido abrazar este proyecto junto con Asmaa, que ahora vive en Francia. Tiene como meta hacer que este trabajo llegue a un millón de mujeres en el mundo, apoyada por asociaciones que quieran promover su causa.

"No habrá documentales de momento. Queremos que este sea visto por tantas mujeres, niñas, como sea posible. Porque hacemos estas películas para cambiar realidades".