Ahora el metre del restaurante te tomará la temperatura

Un recepcionista del restaurante Pinewood Social revisa la temperatura de un comensal en Nashville, Tennessee, el 7 de agosto de 2020. (William DeShazer/The New York Times)
Un recepcionista del restaurante Pinewood Social revisa la temperatura de un comensal en Nashville, Tennessee, el 7 de agosto de 2020. (William DeShazer/The New York Times)

En las últimas semanas, un nuevo ejército de guardianes armados con pistolas termométricas ha aparecido en las entradas de los hospitales, los edificios de oficinas y las plantas de manufactura para identificar a los individuos febriles que puedan ser portadores del coronavirus.

En algunas empresas, los empleados deben reportar su temperatura en aplicaciones a fin de que se les autorice la entrada. Y cuando reabran los restaurantes neoyorquinos para servir alimentos en interiores a finales de este mes, los controles de temperatura se harán en la puerta.

Desde el comienzo de la pandemia, la práctica de revisar que una persona no tenga fiebre se ha vuelto cada vez más común, lo cual ha ocasionado un aumento en las ventas de termómetros infrarrojos que toman la temperatura sin contacto y escáneres de temperatura corporal, incluso cuando se ha consolidado la evidencia científica que indica que son de poco valor.

La semana pasada, el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo pidió que se revisara la temperatura de los comensales como una de las varias reglas básicas para reanudar el consumo de alimentos en las áreas cerradas de los restaurantes, junto con límites estrictos en el número de mesas y el uso obligatorio de cubrebocas para los comensales cuando no estén sentados. Los restaurantes también deberán obtener la información de contacto de un comensal en cada mesa.

Hay muchos motivos de preocupación. El origen de los brotes de coronavirus, como el de East Lansing, Míchigan, que este verano infectó a 187 personas, se ha detectado en reuniones de propagación masiva en bares y restaurantes. Y un nuevo estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) encontró que una diferencia entre las personas que contrajeron el virus y las que no lo hicieron es que los individuos infectados tenían el doble de probabilidades de haber comido en un restaurante en las dos semanas anteriores a su enfermedad. Sin embargo, el estudio no distinguió entre comer al aire libre y en espacios cerrados, aunque la mayoría de los expertos consideran estos últimos más peligrosos.

No obstante, si bien los funcionarios de salud han respaldado el uso de cubrebocas y el distanciamiento social como medidas eficaces para frenar la propagación del coronavirus, algunos expertos se burlan de los controles de fiebre. Tomar la temperatura en los puntos de entrada no es más que un teatro, dicen, un gesto que no es probable que descarte a muchos individuos infectados, y que ofrece poco más que la ilusión de seguridad.

Cuomo permitió que los negocios exijan que los clientes se sometan a revisiones de temperatura y nieguen el ingreso a aquellos que se rehúsen a hacerlo o tengan fiebre y les ha pedido a los restaurantes en la ciudad de Nueva York que van a reanudar su servicio en interiores que revisen la temperatura de los comensales. Los CDC definen la fiebre como una temperatura de 38 grados Celsius o más; sin embargo, algunos informes ponen en duda la precisión de las pistolas termométricas.

Aunque los controles de temperatura pueden identificar a las personas que están enfermas de gravedad, esas son las personas que probablemente no socialicen mucho ni salgan a comer. Y cada vez hay más pruebas que sugieren que muchos de los que están motivando la propagación son los llamados portadores silenciosos; es decir, personas que están infectadas, pero que se sienten bien y no tienen fiebre ni ningún otro síntoma.

Tomar la temperatura es como “hacer que se revisen los niveles de aceite antes de hacer un largo viaje en auto”, explicó David Thomas, especialista en enfermedades infecciosas de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. “Te hace sentir mejor, pero no va a evitar que destroces el auto ni que se te salgan los neumáticos”. No va a hacer que tu viaje sea más seguro.

“Es algo que puedes hacer y que te hace sentir como si estuvieras haciendo algo, pero no identificará a la mayoría de la gente que está propagando la COVID-19”, afirmó el especialista.

La mayoría de las personas que tienen fiebre se sienten mal y se podría suponer que cancelarían sus planes para ir a cenar, afirmó Thomas McGinn, vicepresidente ejecutivo de Northwell Health y médico adjunto en jefe. Los controles de temperatura podrían detectar a algunos individuos que no se hayan dado cuenta de que tienen fiebre, dijo.

Pero la ausencia de fiebre “no significa nada. No es una prueba muy sensible”, mencionó.

Sin embargo, sí transmite un fuerte mensaje de salud pública, que sirve como recordatorio de que la gente debe tomar precauciones, lo cual por sí mismo puede ser beneficioso, reflexionó McGinn. “Hace que la gente piense dos veces y les recuerda que esto es algo importante, que hay que tener cuidado, que se necesita a alguien que esté en la puerta para hacerlo”, aseveró.

Pero aquí está el problema: aunque la fiebre puede ser un síntoma de la COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, no todas las personas infectadas del virus presentan fiebre o, de hecho, muchos otros síntomas. Los médicos que escriben en la revista New England Journal of Medicine han llamado al fenómeno de la propagación asintomática el “talón de Aquiles del control de la pandemia de COVID-19”.

La evidencia de la propagación asintomática se remonta a los inicios de la pandemia, pero ha ido en aumento desde entonces. Un estudio reciente de Corea del Sur publicado en la revista JAMA Internal Medicine en agosto ofreció aún más pruebas, al descubrir que los individuos infectados que no se sienten enfermos pueden portar la misma cantidad de virus en la nariz, la garganta y los pulmones como aquellos con síntomas, y durante casi el mismo tiempo.

A. David Paltiel, profesor de administración y políticas de la salud de la Escuela de Salud Pública de Yale, dijo que estas personas son los “propagadores silenciosos” que están impulsando la transmisión y provocando eventos de propagación masiva de la enfermedad.

“Se puede ser sumamente infeccioso antes de manifestar síntomas, si es que se tienen”, explicó Paltiel. “Puedes estar expuesto e incubar el virus y comenzar a arrojar cantidades masivas transmisibles del virus y ser un superpropagador, sin tener ningún síntoma como la fiebre”, añadió.

Los controles de temperatura no harán nada para detener estas “bombas de tiempo. Son una mala idea”, concluyó.

En su lugar, dijo, los restaurantes deberían presionar para que los clientes tengan acceso a pruebas rápidas en puntos de atención.

Curiosamente, incluso los pacientes de coronavirus gravemente enfermos que necesitan atención médica no siempre tienen fiebre. De casi 6000 pacientes en el área de Nueva York que estaban tan enfermos la primavera pasada que fueron admitidos en los hospitales de Northwell Health, solo el 30 por tenía fiebre cuando llegaron, según un estudio de McGinn que fue publicado en el Journal of the American Medical Association.

This article originally appeared in The New York Times.

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