Mesa para uno, por favor.

Lionel Messi agradeciendo la ovación a la afición del Betis en el Villamarín (Goal.com)
Lionel Messi agradeciendo la ovación a la afición del Betis en el Villamarín (Goal.com)

En el fútbol español de los últimos dos años, se habla más de sillas y de mesas que en los temidos pasillos de Ikea un sábado por la mañana. Todo empezó con Antoine Griezmann y su intento de acceder a un restaurante cuyo derecho de admisión está estrictamente reservado a algunos elegidos. Con el tiempo, el francés ha ido confirmando que aún le quedan muchas tardes de menú infantil antes de pasar a comer con los mayores. Mientras ha durado ese debate, algunos han estado tan pendientes de aclarar que Griezmann no se puede sentar a la mesa de Messi y Cristiano que se les ha olvidado que Messi y Cristiano no se sientan en la misma mesa.

El portugués- uno de los mejores rematadores y competidores de la historia- fulminó al Atlético de Madrid él solito en una noche memorable pero echar un vistazo a la semana de Leo le hace a uno dimensionar con perspectiva cualquier tipo de comparación. En un partido desechable, de usar y tirar, de aquellos que no formarán parte de la colección en Blu-ray de sus mejores obras, Messi marcó dos goles y repartió dos asistencias ante un desbordado Olympique de Lyon. Además, lo hizo casi todo con la pierna derecha. Esa que tanto desprecia O Rei – sin corona ya- Pelé. Un miércoles cualquiera para Leo. La semana, que insistimos que no está ni entre las cincuenta mejores de la carrera del argentino, culmina con el Benito Villamarín en pie, coreando su nombre. Ni los aficionados más viejos del lugar ni los periodistas que llevan décadas cubriendo la actualidad del conjunto bético recuerdan haber presenciado jamás una reacción así. El gol que cierra la noche es una declaración de amor al fútbol: un niño besando con suavidad un balón y poniéndolo a dormir, junto con cualquier esperanza de los rivales. La plasticidad de la acción es tan bella que hace que nos olvidemos de la majestuosa falta que había ejecutado en la primera mitad. Para cualquier otro futbolista, la del Villamarín sería la noche de su carrera. Para Leo, es un domingo cualquiera. Hay tanto entre lo que elegir, que los recuerdos del Bernabéu, la Romareda, el Arsenal o el Leverkusen se amontonan en la mente de cualquier cronista o aficionado que haya prestado un mínimo de atención. Si me preguntan a mí, seguiré diciendo que nada supera lo que sucedió hace nueve años en el campo del Zaragoza, con Messi atropellando defensas como si fuera el mejor Ronaldo y con una superioridad tan insultante que hasta le permitió cederle un penalti a Zlatan Ibrahimovic para subir la moral del sueco, que no andaba muy boyante. De aquello ha pasado casi una década. A casi cada paso que ha dado desde entonces, le ha seguido otra noche para el recuerdo, confirmando que su grandeza no está en las cosas que hace sino en la frecuencia con las que las hace.

En la que posiblemente fue su mejor noche, la del 21 de Marzo de 2010 en La Romareda, Messi no solo destrozó al Zaragoza sino que tuvo tiempo de subir la moral a Zlatan Ibrahimovic. (AP Photo/David Ramos)
En la que posiblemente fue su mejor noche, la del 21 de Marzo de 2010 en La Romareda, Messi no solo destrozó al Zaragoza sino que tuvo tiempo de subir la moral a Zlatan Ibrahimovic. (AP Photo/David Ramos)

La voz de Messi ante un micrófono no haría saltar las alarmas de ningún sismógrafo pero su verdadera voz, la del campo, suena con tanta intensidad que apaga todos los debates sobre el juego del Barça o el estilo de su entrenador. Llega un momento que, teniéndole a él, casi da igual a lo que juegues. Aunque él mismo responda que “hay que adaptarse” cuando le preguntan si disfruta con el fútbol que practica el equipo actualmente, a nadie se le ocurre centrar el debate en eso esta semana. Los que le pedimos más a un partido del conjunto azulgrana y los que sacan pecho ante un más que posible triplete culé nos damos una tregua. Esta semana toca hablar de Messi. Esta semana toca recordar que únicamente existe una mesa. En ella, toman asiento Jordan, Brady, Ali y, por parte del deporte más popular del planeta, el señor Don Lionel Andrés Messi Cuccittini.

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