Meditación, artes marciales y yoga: la innovación en salud mental del hospital elegido como el mejor de América Latina

En el Centro de Enseñanza e Investigación del Hospital Albert Einstein, en San Pablo, un equipo diseña intervenciones que ayudan en la promoción y prevención de salud mental y emocional
En el Centro de Enseñanza e Investigación del Hospital Albert Einstein, en San Pablo, un equipo diseña intervenciones que ayudan en la promoción y prevención de salud mental y emocional - Créditos: @Fabiola Czubaj

SAN PABLO.– Al igual que en guardias y consultorios de la Argentina, el sistema sanitario brasileño enfrentó un aumento de consultas por las secuelas de salud mental que dejó la pandemia de Covid. Con protocolos que combinan técnicas de meditación, yoga y artes marciales para modificar conductas, en un hospital de esta ciudad –considerado el mejor de América Latina en un ranking internacional– asistieron a quienes llegaban con crisis de ansiedad, depresión o estrés y detectaron signos de alerta en el personal para reforzar la seguridad en la atención.

Con investigaciones que avanzan en paralelo, el equipo de Elisa Harumi Kozasa, del Instituto del Cerebro del Hospital Israelita Albert Einstein, está aplicando esas técnicas además para resolver necesidades cotidianas que van desde el control del estrés hasta el aumento de la atención o la concentración, entre tantas más. Y eso puede ser tanto en alumnos de una escuela primaria local como en pacientes en hemodiálisis, atletas, surfistas, pilotos de elite o una comunidad de 80.000 personas.

“Lo primero que hay que entender es la importancia de hacer promoción de la salud mental y prevención de los problemas de salud mental”, dice Kozasa en diálogo con LA NACIÓN, a partir de su trabajo cotidiano. No considera que la meditación o la combinación de técnicas que estudia, por ejemplo, sean una panacea, pero confía en la utilidad de su incorporación a los tratamientos como coadyuvantes.

Doctora en psicobiología por la Universidad Federal de San Pablo, dirige las investigaciones en neurociencias y comportamiento. Es también es instructora de aikido, medita, tiene formación en yoga y practica surf. Coordina dos posgrados en ciencias de la salud que dicta el Albert Einstein: el de gestión emocional en las organizaciones y el de salud mental con enfoque cognitivo conductual, que está destinado a médicos y enfermeros.

Elisa Kozasa, investigadora líder del Instituto del Cerebro del Hospital Albert Einstein, de Brasil
Elisa Kozasa, investigadora líder del Instituto del Cerebro del Hospital Albert Einstein, de Brasil - Créditos: @Fabiola Czubaj

“Actualmente, cualquier profesional de la salud tiene que atender pacientes que presentan trastornos mentales y no saben qué hacer –mencionó–. Algunas personas, hacia el final de la pandemia, llegaban ya con crisis de ansiedad y preguntaban qué podían hacer, si sería bueno o no meditar. Les respondía que ya con los síntomas evidentes, lo mejor era consultar a un psiquiatra o un psicólogo y, recién en el momento adecuado, empezar con prácticas como la meditación”.

Prácticas positivas

Pero un estudio que realizaron a lo largo de la pandemia, con un seguimiento online de unos 750 voluntarios, les permitió conocer que las personas que meditaban, hacían yoga o actividad física antes de la aparición del Covid “pudieron sobrellevar mejor las dificultades” en esos momentos. “Entonces, tal vez, estas prácticas sean positivas” para la salud mental y emocional.

A la par, el área de Seguridad Laboral del hospital los convocó para intervenir. “Queda muy claro que los incidentes ocurren cuando disminuye o falta atención en lo que hacemos y algo que se discute en un ambiente complejo y dinámico, como es el hospitalario, es lo que se denomina la conciencia situacional”, explicó.

Para reforzar esa capacidad de percibir lo que sucede alrededor, procesar rápido esa información y tomar una decisión, diseñaron el Protocolo FoCo (foco en la conciencia), que incluye un ejercicio breve de respiración coordinada que el personal tenía que repetir al comenzar y terminar su turno de trabajo o cada vez que se sentía nervioso, agobiado o desatento. Con los ojos cerrados, de pie o sentados, en no más de tres a cinco minutos, su práctica de manera regular redujo el riesgo de trabajar como si estuvieran “en modo piloto automático”.

Estaba orientado, según continuó Kozasa, no solo a aumentar la conciencia de la tarea a realizar, sino también a prestar atención a los colegas para advertir si alguno no estaba bien para evitar riesgos y, de ser necesario, recibir ayuda especializada. La investigadora estimó que entrenaron a 16.000 profesionales y trabajadores. En dos años, bajó el riesgo por disminución de la atención.

El Hospital Israelita Albert Einstein, en Morumbí
El Hospital Israelita Albert Einstein, en Morumbí - Créditos: @Fabio H. Mendes

Por ese trabajo, el equipo recibió el Premio Protección Brasil, que suelen ganar empresas automotrices. Este año, el Albert Einstein subió al 28° puesto en el ranking “Mejores Hospitales del Mundo” que publica la revista Newsweek. La evaluación considera la calidad de atención, la seguridad y la satisfacción del paciente. Es también el primero de América Latina que aparece en ese listado.

Interés ampliado

Otras industrias o actividades también se interesaron el trabajo del equipo a partir de los resultados obtenidos. Una empresa de cosméticos les pidió adaptarlo en una app para reducción del estrés y bienestar que en un estudio terminó siendo más efectiva que la versión original que había desarrollado la compañía.

También utilizan combinaciones de técnicas para mejorar el rendimiento de atletas y pusieron a prueba un protocolo para el manejo del estrés y la toma de decisión en situaciones extremas con los 11 mejores pilotos de la Fuerza Aérea de Brasil: debían controlar un helicóptero en caída libre por un desperfecto simulado.

Con Erika Bevilaqua Rangel, nefróloga e investigadora del Instituto de Enseñanza e Investigación del Hospital Albert Einstein, observaron una mejoría en la adherencia al tratamiento en pacientes en hemodiálisis que hacían ejercicios adaptados de meditación de manera regular. Según continuó Kozasa, aumentó en ellos la sensación de bienestar y los ayudó a asimilar mejor el tratamiento aun cuando es un procedimiento invasivo.

Utilizan imágenes por resonancia magnética funcional o resultados de electroencefalogramas para evaluar la actividad cerebral durante las pruebas y lo combinan con registros de la actividad cardíaca, además de la impresión subjetiva de los participantes.

Pronto, el equipo espera tener los resultados de otra investigación que desafía una afirmación popular, pero sobre la que no hallaron estudios que así lo demuestren: andar en el tránsito de una ciudad como San Pablo o Buenos Aires estresa, mientras que mirar el mar desestresa. Al azar, 35 voluntarios miraron el mar o se movieron en el tránsito siempre congestionado de esta ciudad mientras los evaluaban.

“Es importante entender que cada uno de nosotros somos los responsables de nuestra salud –insistió Kozasa–. Los médicos pueden ayudar en la recuperación cuando hay algún problema, pero lo cierto es que se encuentra mucho más en nuestras manos que en las del profesional que eventualmente va a poder ayudar”.