A medida que van apareciendo armas en las protestas, los manifestantes temen cada vez más el inicio de una nueva fase volátil

Aaron Danielson, en el centro, con una camiseta negra y una mochila, en un mitin a favor de Trump en Portland, horas antes de ser asesinado el 29 de agosto de 2020. (Mark Baker/The New York Times)
Aaron Danielson, en el centro, con una camiseta negra y una mochila, en un mitin a favor de Trump en Portland, horas antes de ser asesinado el 29 de agosto de 2020. (Mark Baker/The New York Times)
Manifestantes se congregan en Portland, Oregon, mientras policías los observan desde sus patrullas, el 30 de agosto de 2020. (Mason Trinca/The New York Times)
Manifestantes se congregan en Portland, Oregon, mientras policías los observan desde sus patrullas, el 30 de agosto de 2020. (Mason Trinca/The New York Times)

PORTLAND, Oregon — Durante meses, Reese Monson, quien ayuda a organizar la seguridad para los cientos de manifestantes que se reúnen en el centro de Portland, Oregon, todas las noches, les ha aconsejado que utilicen escudos hechos de madera contrachapada, tubos flotadores de alberca y barriles de 208 litros. Estas son herramientas de protección contra las medidas antidisturbios empleadas por la policía.

Pero ahora, Monson, un líder del movimiento Black Lives Matter en la ciudad, dijo que estaban considerando utilizar un nuevo tipo de escudo para salir a protestar por la injusticia racial: chalecos antibalas.

“Necesitamos cualquier tipo de blindaje corporal disponible”, dijo Monson. “Con lo que sea que nos podamos proteger. Justo ahora estamos en un momento de vida o muerte”.

Durante los meses en que han estallado protestas de Black Lives Matter y otras organizaciones por todo el país, las confrontaciones han sido principalmente entre manifestantes y la policía y, por lo general, han terminada en lanzamientos de bombas lacrimógenas y proyectiles. Pero en los últimos días, las protestas en Portland, Oregon, y en Kenosha, Wisconsin, han tomado un giro más peligroso: han llegado activistas de derecha, muchos de ellos con armas de fuego, y están decididos a hacer frente a las protestas por la justicia racial con una visión opuesta de Estados Unidos.

En las últimas dos semanas se han desatado choques violentos en las calles entre los dos bandos, los cuales han dejado un saldo de tres personas muertas.

La llegada de las armas de fuego, algunas incluso en manos de manifestantes de izquierda, ha intensificado el debate político sobre la vigilancia del orden público hasta llevarlo a un territorio frágil y desconocido. Durante su visita a Kenosha este 1.° de septiembre, el presidente Donald Trump advirtió que las ciudades estadounidenses están fuera de control, mientras que el alcalde de Portland culpa al presidente de atizar los disturbios.

Tres meses después de que George Floyd fue asesinado por la policía de Minneapolis, un suceso que conmocionó a todo el país, dos movimientos rivales siguen peleando en las calles sin dar señales de que algún bando vaya a ceder, mientras el país entra en la recta final de las elecciones del 3 de noviembre.

Después del intento fallido del gobierno de Trump de imponer el orden público en julio, el mes pasado trajo nuevos disturbios. La policía de Kenosha le disparó por la espalda a un hombre negro, Jacob Blake, lo que detonó protestas allí y en muchas otras partes, en tanto que grupos de derecha en Portland llegaron a la ciudad para enfrentar a los manifestantes de Black Lives Matter.

La semana pasada en Kenosha, Kyle Rittenhouse, de 17 años y oriundo de Illinois, llegó al lugar de las manifestaciones portando abiertamente un rifle y afirmando que había ido a proteger los negocios. Antes del final de la noche, dos personas habían recibido disparos letales. Rittenhouse ha sido acusado de homicidio. Su abogado afirma que su cliente actuó en defensa propia.

Luego en Portland, la noche del sábado 29 de agosto, un miembro del grupo de derecha Patriot Prayer fue asesinado de un disparo en una aparente confrontación afuera de un estacionamiento, después de que una caravana de simpatizantes de Trump atravesó una multitud de manifestantes a favor de la justicia racial.

Los activistas de derecha afirman que están protegiendo la propiedad privada y que protestan por el fracaso de las autoridades de la ciudad en contener las manifestaciones, en las que, en ocasiones, los protestantes han incendiado objetos y destruido ventanas; en Seattle, recientemente ocuparon varias cuadras alrededor de una comisaría de la policía. También han organizado mítines en apoyo a la policía.

Pero Cassie Miller, analista e investigadora sénior de Southern Poverty Law Center, percibe un grave peligro. “La extrema derecha ahora se está ungiendo como la única fuerza que separa el orden del caos, y eso es un paso peligroso para la normalización de la violencia política que ya de por sí tienen monopolizada”, afirmó Miller.

Algunos manifestantes que defienden la justicia racial también portan armas y otros han perseguido a contramanifestantes por las calles, han arrojado botellas de agua y han destruido banderas de Trump. La policía en Portland está investigando la posibilidad de que un manifestante de Antifa haya sido el atacante del tiroteo letal de la noche del sábado.

Un agente federal del orden público, quien no quiso ser identificado por no estar autorizado para hablar sobre el tema, dijo que los activistas más radicales de derecha y de izquierda no parecen tener objetivos claros.

“Para muchas de estas personas, la atención es el objetivo final”, dijo el oficial. “Si te sentaras en serio con ellos y les dijeras: ‘¿Cuáles son los objetivos, en lo que se refiere a políticas, que te gustaría lograr?’, no les agradaría porque eso involucraría demasiadas cosas, como que tu voz sea escuchada en esos contextos y que seas validado ante otros seguidores”.

Lauryn Cross, una organizadora de la Alianza de Milwaukee Contra el Racismo y la Represión Política, afirmó que los activistas han tenido que prepararse de manera distinta debido a la amenaza creciente de los contramanifestantes de derecha. Ahora tienen que planificar más la seguridad: deben examinar más de cerca las rutas por las que planean marchar e inspeccionar el área antes de cualquier evento.

Los manifestantes en Portland también han estado revaluando sus estrategias. Monson mencionó que han comenzado a utilizar vehículos para proteger el frente y la parte posterior de las marchas. Dijo que los manifestantes han establecido puestos de vigilancia y palabras en clave para alertarse mientras vigilan para detectar la llegada de atacantes potenciales.

Muchos de ellos se ponen cada vez más nerviosos cuando escuchan vehículos que aceleran el motor o ven rostros desconocidos entre la multitud. Y algunos están llevando armas: la policía en Portland informó que dos de los veintinueve manifestantes arrestados en una protesta la noche del domingo llevaban pistolas.

El alcalde de Portland, Ted Wheeler, ha hecho un llamado a la calma y le ha pedido al presidente trabajar juntos para aliviar las tensiones. Pero mientras Wheeler hacía la petición durante una conferencia de prensa, Trump estaba atacándolo en Twitter, llamándolo “idiota” y sugiriendo la posibilidad de que el gobierno federal envíe fuerzas a la ciudad.

Los simpatizantes de Trump están organizando otro evento en Portland para el próximo fin de semana. Fuera de la ciudad, un grupo nacional antigobierno hizo un llamado a iniciar una franca guerra civil, diciendo que si Trump no intervenía en Portland, la milicia lo haría.

La policía en Kenosha y Portland recibieron críticas por haber hecho muy poco para prevenir el derramamiento de sangre durante los enfrentamientos.

El sábado, la policía estaba al tanto de que una caravana de simpatizantes de Trump iba a pasar por la ciudad, pero prácticamente estuvieron ausentes cuando el conflicto estalló en varias cuadras y empezaron las peleas a puñetazos en las calles. Y la semana pasada en Kenosha, la policía llegó hasta donde estaban los autoproclamados miembros de una milicia, les regaló botellas de agua y les agradeció su presencia.

El jefe de la policía de Portland, Chuck Lovell, dijo que no tenía los recursos para mantener separados a los grupos rivales. Cuando se le preguntó, dijo que sus oficiales tendrían pocos medios para prevenir un enfrentamiento a tiros si ambos bandos se presentaban fuertemente armados.

“Espero que no lleguemos a eso”, señaló.

Durante una entrevista el lunes, el sheriff David Beth del condado de Kenosha criticó a los policías que habían agradecido a los miembros de la milicia.

“Fue una gran equivocación de su parte haber dicho eso”, mencionó.

La confrontación en Kenosha comenzó cuando un grupo de miembros de una milicia armada se presentó con planes improvisados de proteger la ciudad.

Uno de los que llegó al Civic Center Park fue Aaron Petroski, de 38 años, quien permaneció en la esquina del parque vestido con ropa camuflada y portando un rifle.

Dijo haber respondido a un evento de Facebook llamado Armed Citizens to Protect our Lives and Property (Ciudadanos armados para proteger nuestras vidas y propiedades), el cual se había creado ese día. Al inicio de la tarde del martes, más de 5000 personas se habían unido al evento en línea.

Petroski dijo que estaba allí para intervenir donde se necesitara, dado que la policía había fallado la noche anterior al no poder controlar los saqueos e incendios que hicieron estragos en Kenosha.

“De ninguna manera estoy aquí para hacer una contraprotesta o silenciar el derecho de alguien a manifestarse”, dijo sobre las protestas de Black Lives Matter. “En lo personal, siento que el movimiento BLM ha sido secuestrado por personas que cometen actos violentos”.

Luego de que la policía usó gas lacrimógeno para obligar a los manifestantes a salir del parque, la gente que quedó se fue hacia una calle desierta llena de casas y negocios. Fue una mezcla volátil: manifestantes enfrentándose a hombres blancos con rifles, en su mayoría, empujándose y gritándose unos a otros hasta que dos manifestantes fueron asesinados durante un altercado.

Beth dijo que la presencia de las autodenominadas milicias profundizó la confusión y complicó la situación.

“Como agente de las fuerzas del orden, no sabes con claridad quiénes son los participantes”, dijo. “Eso le añade tensión a la situación, crea confusión e incrementa el nivel de confrontación”.

Portland ha tenido tres fines de semana consecutivos de conflictos directos entre las facciones. El 15 de agosto, un evento organizado por grupos de derecha terminó con un activista disparando desde un vehículo, según las autoridades. En un evento similar realizado el 22 de agosto, se vio a una persona que agitaba una pistola.

La situación en Portland la noche del sábado fue igual de caótica. Los simpatizantes de Trump manejaron por todo el centro mientras disparaban bolas de pintura desde la parte trasera de sus camionetas pickup; los manifestantes contestaron lanzándoles objetos a los vehículos.

Un video muestra que, en el transcurso de la noche, el hombre asesinado de un disparo, Aaron J. Danielson, un residente de Portland que apoyaba al grupo de extrema derecha Patriot Prayer, estuvo caminando por una calle casi vacía cerca de las protestas. En otro video, una persona grita: “Tenemos a un par por aquí”.

Justin Dunlap, un residente de Portland que estaba transmitiendo en directo desde el lugar, dijo en una entrevista que parecía que Danielson iba a sacar algo de su costado, a la altura de la cadera, tal vez un arma. Sin embargo, dijo que tal vez era gas pimienta lo que quería sacar, y una nube emergió frente a Danielson cuando sonaron dos disparos. Las autoridades aseguraron que falleció de una única herida de bala en el pecho.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company