Mazan, el pequeño pueblo francés que vive con horror el caso de la esposa drogada por su marido durante años para que la violaran decenas de desconocidos

Gisèle Pélicot
Gisèle Pélicot se enteró de lo que había pasado años después de que comenzaran los abusos.

El pueblo medieval de Mazan aún no se recupera de la conmoción.

Desde hace unos días, esta localidad en el sureste de Francia ocupa las portadas de los principales medios de noticias del mundo por las múltiples violaciones que sufrió Gisèle Pelicot.

Su marido, Dominique Pélicot, de 71 años, está acusado de drogarla y violarla y de reclutar a decenas de hombres para que abusaran sexualmente de ella durante más de una década.

Gisèle Pélicot, de 72 años, solo se enteró de lo que le había ocurrido en 2020, cuando la policía le mostró imágenes encontradas en el disco duro de la computadora de su marido, luego de que este fuera arrestado por tomar fotografías por debajo de las faldas a mujeres en un supermercado.

La víctima declaró la semana pasada en el juicio que tiene lugar en el Palacio de Justicia de Aviñón, mientras que en Mazan -el pueblo en el que ocurrieron los horrores situado a poco más de media hora en coche de la sede del tribunal- las opiniones son diversas y no falta quien trata de minimizar lo ocurrido.

La verdad es que aquí a nadie le importa nada”, le dijo a la BBC el vendedor Evan Tuvignon, apoyado en el mostrador de su tienda, dando a entender que la gente estaba harta del caso.

Sin embargo, varias vecinas comentaron que el pueblo no sólo estaba en estado de shock, sino que las revelaciones que estaban surgiendo en el tribunal hacían que las mujeres se pregunten quién más estaba involucrado en las violaciones.

Mazan
Las revelaciones del proceso judicial están provocando tensiones en Mazan y en los pueblos de los alrededores.

Los detalles que han salido durante la investigación son espeluznantes.

Casado con Gisèle desde hace 50 años, y padre de sus tres hijos (y abuelo de siete nietos), Dominique, reclutó desde 2011 a más de 80 hombres de Mazan y otras localidades vecinas para violar a su esposa.

Hombres de toda clase de entre 26 y 74 años acudían a la casa familiar para violar a Gisèle, quien estaba inconsciente a causa de las drogas, mientras su esposo los filmaba y tomaba fotografías.

Gisèle Pélicot
Gisèle Pélicot se ha convertido en un símbolo de resistencia para las mujeres francesas.

Según señaló la policía, los hombres recibían instrucciones precisas sobre lo que tenían que hacer: dejar el auto a cierta distancia de la casa para no despertar sospechas y esperar una hora hasta que las drogas que Domique le había suministrado a Gisèle surtieran efecto.

Una vez dentro, debían desvestirse en la cocina y calentar sus manos con agua caliente o en el radiador. Estaba prohibido el uso de tabaco y perfume por temor a que estas fragancias pudiesen despertar a Gisèle.

No tenían que pagar por participar, ni tampoco utilizar preservativo.

Mientras algunos la violaron en una ocasión, otros están acusados de haberlo hecho al menos seis veces.

Los nombres de los acusados fueron compartidos recientemente en las redes sociales y algunos de ellos han denunciado ante el tribunal que ellos, sus familias y sus hijos sufren acoso en la calle y en la escuela.

Dos mujeres de la zona, que estaban cargando su coche en una calle estrecha de Mazan, dijeron que habían visto los nombres y habían reconocido al menos a tres de ellos.

"Esto crea tensiones, como puedes imaginar. No sabes en quién confiar en la calle. Me siento aliviada de que pronto me mudaré de este pueblo", dijo Océane Martin, de 25 años.

Océane Martin
"Esto crea tensiones, como puedes imaginar. No sabes en quién confiar", le dijo a la BBC Océane Martin.

La madre de Océane, Isabelle Liversain, de 50 años, plantea otra preocupación más profunda: si bien la policía ya identificó y detuvo a 50 de los hombres cuyas imágenes aparecieron en el disco duro de Dominique Pélicot, otros 30 sospechosos, aún sin nombre ni localización, siguen en libertad.

"Por lo tanto, sabemos que 30 de los 80 todavía no han sido capturados. “Hay tensiones aquí porque la gente no sabe si puede confiar en sus vecinos. Uno se pregunta: ¿es uno de los 30? ¿Qué hace tu vecino a puerta cerrada?”, dijo Isabelle Liversain con la voz desgarrada por la frustración.

El alcalde de Mazan, Louis Bonnet, de 74 años, intentó restar importancia a esas tensiones, argumentando que la mayoría de los presuntos violadores provenían de otros pueblos y tratando de presentar a los Pélicot como extraños que no habían vivido allí mucho tiempo.

Fue aún más lejos y dijo que las amenazas contra los acusados y sus familias eran esperables.

“Si participaron en estas violaciones, entonces es normal que se los considere objetivos. Tiene que haber transparencia sobre todo lo que sucedió”, afirmó al tiempo que condenaba a los acusados y sus acciones.

Algunos de los 51 acusados ​​en los tribunales de Aviñón
Algunos de los 51 acusados ​​en el tribunal de Aviñón.

En entrevista con el periodista Andrew Harding de la BBC, Bonnet habló sobre el caso en sí, y al hacerlo mostró algunas actitudes que ya han provocado furia en Francia.

“La gente aquí dice ‘no mataron a nadie’. Habría sido mucho peor si [Pélicot] hubiera matado a su esposa. Pero eso no sucedió en este caso”, dijo Bonnet.

“Seguro que le costará recuperarse”, dijo en referencia a Gisèle Pelicot, aunque sugirió que las violaciones que sufrió fueron menos preocupantes que las de otra víctima en la ciudad cercana de Carpentras, que “estaba consciente cuando fue violada… y llevará el trauma físico y mental durante mucho tiempo, lo que es aún más grave”.

“Cuando hay niños involucrados o mujeres asesinadas, entonces es muy grave porque no hay vuelta atrás. En este caso, la familia tendrá que reconstruirse. Será difícil. Pero no están muertos, así que aún pueden hacerlo”.

Cuando la BBC le preguntó si no consideraba terrible lo ocurrido el alcalde admitió que fue "muy grave".

"Pero no voy a decir que el pueblo tiene que cargar con el recuerdo de un crimen que va más allá de los límites de lo que se puede considerar aceptable”, añadió.

Harding lo intentó una vez más: “Muchas mujeres creían que este caso había sacado a la luz tipos particulares de comportamiento masculino que debían cambiar”, le dijo.

“Siempre podemos desear cambiar actitudes, y deberíamos hacerlo. Pero en realidad, no hay una fórmula mágica. Las personas que actuaron de esta manera son imposibles de comprender y no deben ser excusadas ni comprendidas. Pero siguen existiendo”, respondió Bonnet.

Blandine Deverlanges
“[Gisèle] ha demostrado tanta dignidad, coraje y humanidad. Fue un gran regalo para [las mujeres francesas] que decidiera hablarle al mundo entero frente a su violador", dijo la activista Blandine Deverlanges.

En el interior de la sala del tribunal de Aviñón, algunos de los acusados (los 18 que ahora están detenidos) han seguido el proceso sentados en una sección especial con paredes de cristal. Un hombre blanco de pelo gris y desgreñado se acariciaba la barba. Cerca de allí, un hombre negro más joven parecía estar dormitando.

Antes, decenas de sus compañeros acusados (los que no están detenidos) se apiñaban junto a los periodistas en una gran fila fuera de la sala del tribunal.

La mayoría de los hombres intentaban ocultar sus rostros con máscaras, pero algunos no. Un hombre fornido avanzó con muletas arrastrando las piernas. Uno se colocó una capucha verde sobre la cara.

La ley francesa ofrece a los acusados cierta protección para no ser identificados en los medios, pero Gisèle Pélicot rechazó su propio derecho legal a la privacidad, prefiriendo en cambio convertirse en un símbolo de resistencia para muchas mujeres francesas.

“[Gisèle] ha demostrado tanta dignidad, coraje y humanidad. Fue un gran regalo para [las mujeres francesas] que decidiera hablarle al mundo entero frente a su violador. Decían que estaba destrozada, pero fue muy inspiradora”, comentó Blandine Deverlanges, una activista local que se acercó al tribunal.

Ella y sus colegas pintaron lemas recientemente en las paredes de Aviñón. Uno dice: “Hombres comunes. Crímenes horrorosos”.

Pintada en Aviñón
En Aviñón han aparecido pintadas como esta: “Dijeron que estaba rota, en realidad es una luchadora, Gisèle”.

Quien no ha declarado aún es Dominique Pélicot. Su defensa indicó que había sufrido problemas médicos y debió ir al hospital.

Cuando se siente en el banquillo deberá hablar no solo frente a su esposa, sino también frente a la hija de ambos, Caroline, de 45 años.

Recientemente a Caroline le mostraron pruebas de que su padre le había tomado fotografías sin su conocimiento ni permiso.

Gisèle Pélicot y  su hija Caroline
Gisèle Pélicot (derecha) sentada con su hija Caroline en el tribunal de Aviñón.

Ella cree que él también la drogó y se ha convertido en una activista en el tema de la violación y las drogas, un problema que muchos expertos creen que es lamentablemente poco denunciado e investigado en Francia.

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