Matías Mansilla atajó dos penales y llevó a la final a Estudiantes, pero su figura es la antítesis de Dibu Martínez

Matías Mansilla, el héroe de la noche
Matías Mansilla, el héroe de la noche - Créditos: @Fotobaires

El fútbol (y la vida) tienen estas cosas maravillosas. Matías Lisandro Mansilla es de Santiago del Estero, tiene 28 años y una vida en el ascenso. En el barro del ascenso. En la pasión del ascenso: allí en donde todo tiene otro significado. Midland, Deportivo Morón, Patronato (campeón de la Copa Argentina y en primera), Central Córdoba, también en el círculo privilegiado. Porque esta historia arranca, en realidad, el jueves 25 de enero pasado, en Santiago del Estero.

Esa noche, Giovani Chiaverano, un pibe de 18 años, le convirtió un gol en tiempo de descuento. Mansilla hizo todo lo posible, pero no alcanzó: sus manos fueron derribadas. Estudiantes, mientras, buscaba un arquero, por la salida de Mariano Andújar, un símbolo, retirado luego de la exitosa Copa Argentina. Tuvo lógica (y corazón): nada mejor que colgar los guantes a los 40 años, con una vuelta olímpica y bajo el calor de los hinchas.

Una de las intervenciones de Matías Mansilla durante la semifinal de la Copa de la Liga, en este caso ante Medina; terminó siendo el héroe
Una de las intervenciones de Matías Mansilla durante la semifinal de la Copa de la Liga, en este caso ante Medina; terminó siendo el héroe - Créditos: @HERNAN CORTEZ

El León, en esa misma fecha, fue defendido bajo los tres palos por un juvenil: Juan Zozaya, de 22. Y ganó por 1-0, con la misma tónica, en el final, con un grito de Eros Mancuso. Eduardo Domínguez necesitaba seguridad y experiencia. Y Mansilla, el héroe desconocido, en las narices de Chiquito Romero, crack de selección de otro tiempo y especialista en el arte de los penales, dio una lección de humildad. Ni un gesto al cielo, ni un gesto de silenciar a absolutamente nadie. Alegría propia, genuina, con la humildad (festejaba a un costado, entre la efervescencia de Enzo Pérez y el analítico Principito Sosa) de los actores secundarios. Que tienen su noche. La noche.

Se le escapó a Boca, se lo arrebató Estudiantes, que se impuso por 3 a 1 en los penales, luego de igualar 1 a 1 en el tiempo reglamentario en el estadio Mario Alberto Kempes. El León jugará la final de la Copa de la Liga frente a Vélez.

El papel del arquero de Estudiantes Matías Mansilla que le sirvió de guía en la tanda definitoria de penales ante Boca
El papel del arquero de Estudiantes Matías Mansilla que le sirvió de guía en la tanda definitoria de penales ante Boca

Miguel Merentiel, primero (Mansilla dio un paso de más) y Edwuin Cetré, más tarde, marcaron los goles. En la definición, la figura impensada le atajó los remates a Edinson Cavani y Nicolás Figal, mientras que Miguel Merentiel estrelló el balón en el travesaño. Dos campeones del mundo: Estudiantes será el rival de Vélez, que eliminó también por penales a Argentinos Juniors, en el duelo decisivo de la competencia que se disputará el próximo domingo desde las 15.30, en Santiago del Estero. En la tierra de Mansilla.

“Siempre estoy agradecido a Central Córdoba que me dio la oportunidad de jugar. Siento el afecto de su gente”, expresó el arquero. “Ahora vamos a Santiago y espero poder coronarlo”, insistió el hombre de la portada, que fue indispensable, también, durante el partido. Boca pudo ganarlo. Debió ganarlo. Pero los merecimientos no siempre resultan un derecho. Si lo sabrá Boca, acostumbrado a la mística de A lo Boca, tantas veces con el juego bajo sospecha.

“Tranquilo que yo atajo dos”, le dijo Mansilla al Ruso Ascacíbar, un rato antes. “Lo habíamos estudiado a Cavani. Tiene mucha jerarquía”, contó después. Así fue: tenía todo estudiado. “En el momento fue eso, me tiré para ahí”, contó. Después se supo: tenía el machete preparado. Una lámina con todos los detalles. Derecha, izquierda, centro. Hay intuición, suerte. El resto, es laboratorio. Más en Estudiantes, que creó una escuela en la materia.

Un par de meses atrás, Eduardo Domínguez elogiaba su postura corporal. Su templanza. No es el clásico arquero alborotado, esa clase de personajes. No: nada de Dibu Martínez, ni antes ni después de los penales. “No fue difícil tomar la decisión, lo trajimos para atajar, para que se adueñe del arco. Es un jugador con crecimiento, va a depender de él. Entrar en un equipo que está armado le va a dar confianza y él se tiene que adaptar a lo que pedimos. Es sobrio, lo hace muy bien”, expuso el conductor.

Al borde de la emoción (pero manteniendo la templanza), el héroe que tenía todo estudiado, decía: “El primer tiempo no jugamos bien, pero somos Estudiantes: corazón, garra, trabajo y no dejamos de intentar”. Y volvió a hablar de su lado más íntimo, más humano. Lo que describen a Estudiantes tal cual es. “Uno no tiene a la familia cerca y el club te abraza. Somos una familia. Cuando almorzamos, levantamos los platos nosotros. Son pequeñas cosas que hacen grande al club”.