Tras la masacre de Buffalo, ¿seguirá aumentando la simpatía por los supremacistas blancos? | Editorial

Después de cada tiroteo masivo, nos preguntamos: ¿Cómo pudo este joven pasar desapercibido durante tanto tiempo, hasta que estalló?

Los atacantes armados no suelen simplemente “estallar”, según un estudio del FBI publicado en 2018. La mayoría pasa mucho tiempo planeando sus actos violentos. También son, en su mayoría, hombres o niños blancos motivados frecuentemente por agravios. Hemos visto esa película en Florida cuando Nikolas Cruz, un adolescente con un historial de problemas disciplinarios y un comportamiento perturbador, mató a 17 personas en la Escuela Secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland.

El tiroteo más letal de este año, en un supermercado de Buffalo, Nueva York, se ajusta a un perfil similar. Pero tiene una superposición alarmante. Las quejas que supuestamente motivaban al presunto autor del tiroteo se basaban en la raza.

Antes de que los expertos y los políticos digan que tenemos que prestar más atención a la salud mental (y lo hacemos), deberían examinar detenidamente cómo el aumento de la supremacía blanca está alimentando muchos actos violentos aleatorios. No olvidemos los recientes tiroteos en un Walmart de Texas y en Nueva Zelanda, en los que murieron principalmente hispanos y musulmanes, respectivamente.

La supremacía blanca la repugnante creencia que creíamos que pertenecía a los libros de historia y a las películas— ha vuelto. Se dice que Payton Gendron, el presunto atacante armado de 18 años de Buffalo, se radicalizó en internet, pero la ideología se ha extendido más allá de los rincones oscuros de la red. Su versión aséptica es fácilmente accesible en el horario estelar de la televisión por cable gracias a personalidades de los medios de comunicación como el presentador de Fox News Tucker Carlson.

Jóvenes con problemas

Gendron supuestamente publicó en internet un documento que respaldaba la “teoría del gran reemplazo”. Esta teoría, que en su día fue una creencia marginal racista, afirma que las élites intentan ganar poder político y económico sustituyendo a los estadounidenses blancos por personas de color mediante la inmigración.

Poco sabemos por el momento sobre los preparativos de la masacre que dejó 10 muertos y que, según las autoridades, tenía como objetivo a los afroamericanos. Pero sabemos que, al igual que Cruz, Gendron había estado en el radar de las fuerzas de seguridad después de hacer comentarios amenazando con disparar en los eventos de graduación en su escuela secundaria. Las autoridades lo detuvieron el pasado mes de junio y lo llevaron a un hospital para una evaluación de salud mental. Lo que ocurrió después se analizará durante años.

En el caso de Cruz, al menos 30 personas tenían conocimiento de su comportamiento problemático “que no fue denunciado o que fue denunciado pero no se actuó en consecuencia”, según un análisis de la Comisión de Seguridad Pública de la Escuela Secundaria Marjory Stoneman Douglas.

Extremismo dominante

Más inquietante aún que el hecho de que un joven de 18 años o cualquiera crea en la supremacía blanca es cómo algunos conservadores de la corriente convencional han abrazado algunos principios de la “teoría del reemplazo”, o una versión de la misma que no suene obviamente racista.

Carlson, que llega a más de tres millones de espectadores cada noche, ha sacado a relucir variaciones de la teoría en más de 400 episodios de su programa desde 2016, según un análisis de The New York Times. En septiembre, dijo que el presidente Joe Biden alentaba la inmigración “para cambiar la mezcla racial del país” y “para reducir el poder político de las personas cuyos antepasados vivían aquí”.

Otros conservadores que se han hecho eco de algunos de los principios de la teoría del gran reemplazo en su retórica antiinmigrante son las presentadoras de la Fox Jeanine Pirro y Laura Ingraham y la No. 3 de los republicanos en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la representante Elise Stefanik de Nueva York.

No podemos culpar directamente a estas figuras públicas de los actos de Gendron y no hay pruebas de que las haya visto o seguido. Pero han contribuido a normalizar una retórica peligrosa, por mucho que intenten suavizarla.

En lugar de abordar su problema de extremismo, el Partido Republicano ha redoblado la apuesta. Por ejemplo, muchos de sus dirigentes —aunque no todos, seamos claros— siguen restando importancia a los atentados del 6 de enero en el Capitolio de EEUU y perpetúan la mentira de que las elecciones de 2020 fueron robadas. Mientras tanto, el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, protegió la sensibilidad de los blancos firmando una ley que prohíbe a los profesores y a los capacitadores de las empresas hablar de la raza de forma que los estudiantes y empleados blancos se sientan culpables.

¿Cómo detenemos al próximo atacante armado? Probablemente nunca los evitaremos a todos. Pero si vamos a esperar más de las escuelas, el gobierno y las fuerzas del orden, también debemos exigir que nuestros líderes políticos y mediáticos lo hagan mejor.