Marco Rubio: ¿Quién es responsable por nuestra frontera abierta? | Opinión

En noviembre del año pasado, un venezolano llamado José Valera fue hallado muerto en su carro--fue estrangulado. Las autoridades responsabilizan por el crimen al temido Tren de Aragua, un notorio clan de narcoterroristas venezolanos que se especializan en extorsión, robo, asesinatos y tráfico sexual.

Es una historia terrorífica. Pero, familiar para los países de nuestra región que son controlados por cárteles. Con una excepción en este caso: este crimen ocurrió en Florida, no en Venezuela.

El Tren de Aragua se ha instalado en grandes ciudades de EEUU, incluyendo Miami, trayendo con ellos todos los horrores de los criminales latinoamericanos a nuestras comunidades. Esto sucedió casi de la noche a la mañana, porque nuestra frontera está prácticamente abierta de par en par.

Para sorpresa de nadie, el presidente Joe Biden culpa a los republicanos en el Congreso de EEUU por este problema. “Denme el dinero”, les dijo el presidente a periodistas la semana pasada. Pero no está pidiendo dinero para construir un muro fronterizo o para hacer cumplir las leyes migratorias existentes o para deportar a quienes se encuentran en EEUU ilegalmente.

En cambio, a lo que se refiere el presidente es a su antiguo pedido de fondos adicionales para acelerar el procesamiento de migrantes ilegales en EEUU.

En realidad, el factor más importante que impulsa la crisis fronteriza es el propio presidente Biden. Este no es sólo un punto de conversación. Basta tan solo con repasar todas las acciones que nos llevaron a este punto.

El primero de ellos fue la retórica del candidato Joe Biden durante su campaña electoral. En el 2020, Biden dijo: “Lo que yo haría como presidente es... enviar inmediatamente a la frontera a todas aquellas personas que buscan asilo”. Incluso antes de las elecciones presidenciales del 2020, la migración ilegal comenzó a subir.

Cuando Biden asumió el cargo de presidente, puso su retórica en acción. A los pocos días de su toma de posesión, el presidente impuso una moratoria de 100 días a las deportaciones y detuvo la construcción del muro fronterizo. Desmanteló el programa Permanecer en México, que devolvía a migrantes ilegales a México mientras se procesaban sus solicitudes de asilo.

Y puso fin a los Acuerdos de Cooperación de Asilo (ACA), que redirigían a los migrantes ilegales a terceros países que eran seguros en nuestra región.

Estas acciones no hicieron que EEUU fuera ni más seguro, ni más fuerte. Al presidente Biden no le importaba que las políticas que decidió revertir estuvieran correlacionadas con los índices más bajos de migración ilegal hacia EEUU en los últimos 45 años. Lo único que le importo fue que el autor de dichas medidas fuera el expresidente Donald Trump, lo que significaba que la base radical del partido Demócrata debía exigir la revocación de esas propuestas y por ende el presidente Biden aceptó con entusiasmo.

Los resultados fueron casi instantáneos: se duplicaron los encuentros a nivel nacional por parte de la Patrulla Fronteriza (CBP) de EE UU en poco más de un mes.

Desafortunadamente, la Administración Biden no se detuvo ahí con sus nuevos récords. En el año 2022, se supo la noticia que La Casa Blanca había modificado la práctica habitual de liberar en masa a hombres adultos solteros, en vez de detenerlos.

El presidente Biden también anunció que pondría fin al uso del Título 42, una autoridad de la era de la pandemia que permitía a las fuerzas del orden público acelerar las expulsiones de migrantes que llegaban sin permiso. (Este anuncio se produjo cuando los activistas de extrema izquierda aún seguían defendiendo el restablecimiento de los mandatos del COVID para los ciudadanos norteamericanos, incluyendo las máscaras en el transporte público y las vacunas forzadas).

Aunque la administración no utilizó el Título 42 tanto como debía, estos cambios indican una falta de voluntad para disuadir a los cárteles y a los coyotes que trafican personas inocentes. En ausencia de señales compensatorias, más migrantes se dirigieron a la frontera. En diciembre del 2022, los encuentros fronterizos por parte de CBP superaron el récord, en ese momento, de 250,000. El número más alto que jamás se había registrado.

El presidente Biden podría haber respondido admitiendo su culpa y haber optado por restablecer las políticas de la era del expresidente Trump. Todo lo que le hubiese tomado era volver a ejecutar la política ya establecida.

En cambio, la administración se pasó la mayor parte del año pasado enfrentándose con gobiernos a nivel estatal, como el de Texas, que se vieron obligados a tomar el control de la seguridad fronteriza por sus propias manos.

El gobierno Biden también amplió unilateralmente la autoridad de libertad condicional para crear vías nuevas y cuasi legales para más de un millón de personas de Cuba, Haití, Venezuela y otros lugares para ingresar a EEUU.

Finalmente, la administración liberó a millones de migrantes más en EEUU con escrutinio mínimo y en completa violación de la ley federal. Las consecuencias han sido sumamente graves.

Más de siete millones de personas han emigrado ilegalmente a EEUU desde que el presidente Biden asumió su cargo. Más de 302,000 personas emigraron a nuestro país solo durante el mes pasado. Aproximadamente 1,700 han muerto en suelo estadounidense.

Además, más de 440,000 niños han sido víctimas de la trata de personas, una cuarta parte de los cuales desde entonces están “desaparecidos” por culpa del gobierno federal. La tasa de muertos en EEUU por causa del fentanilo supera las 100,000 por año y desgraciadamente sigue aumentando.

Más de 300 presuntos terroristas han sido sorprendidos cruzando la frontera hacia EEUU, mientras que miles más potencialmente lograron entrar.

Con el reciente asesinato de José Valera se ha creado un catálogo de desastres tan horripilantes que deberían provocar un día de análisis absoluto en La Casa Blanca.

Pero no, el presidente Biden culpa a los republicanos en el Congreso y luego presume de facilitar la llegada de migrantes ilegales de manera más eficiente.

Se habla mucho de pasar un acuerdo migratorio, pero ese discurso no es realista bajo la administración actual.

Estoy a favor de darle al poder ejecutivo autoridad adicional para asegurar nuestra frontera, que expulsen a los migrantes ilegales y que protejan la seguridad de nuestro país. Pero el presidente Biden se niega y no hace cumplir las leyes migratorias existentes.

Si el presidente Biden hablase en serio, tomaría las medidas que tomó en su momento el presidente Trump durante su mandato y luego le pediría al Congreso el tener autoridad adicional para ir aún más lejos para contrarrestar la crisis actual.

Desafortunadamente, el presidente Biden no ha dado indicios que tome en serio la protección de nuestra frontera, y no hay razón para sospechar que las cosas cambiarán si el Congreso aprueba otra ley migratoria.

El senador Republicano Marco Rubio representa a Florida.

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