Los mapas que muestran en qué países de América Latina están los migrantes venezolanos, el mayor éxodo de la historia de la región
Cuando Maite escribió su lista de propósitos de 2025, dejó el proyecto más importante del año entre signos de interrogación: "¿Nos vamos de Venezuela?".
Desde finales del año pasado, Maite se pregunta si emigrar es la mejor decisión para el futuro de su hijo pequeño, mientras los abuelos se quedan en Caracas, lidiando con sus achaques sin compañía y confundidos entre recuerdos cada vez más difusos.
Si Maite decide irse, se sumará a los 7,89 millones de personas que emigraron de Venezuela durante la última década, el mayor éxodo en la historia de la región.
Al menos 85% de los migrantes venezolanos se instalaron en América Latina, según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), que organiza la atención de esta población en 17 países del continente americano.
Colombia, Perú, Brasil y Chile son los países en los que más venezolanos se han instalado en la región. Muchos se radicaron también en Estados Unidos y España, entre otros.
Impulsados por la crisis económica, política y social, los venezolanos emigraron durante los dos mandatos del presidente Nicolás Maduro, que llegó al poder en 2013 y que este 10 de enero se propone asumir un tercer período en medio de denuncias de fraude electoral de la oposición.
El candidato Edmundo González y la líder de la oposición, María Corina Machado, reivindican el triunfo en las elecciones del pasado 28 de julio con 70% de votos, tras haber publicado la mayoría de las actas de votación.
El Consejo Nacional Electoral nunca publicó los resultados. Estados Unidos y la mayoría de los gobiernos de la región cuestionaron la victoria de Maduro y algunos incluso reconocen a González como presidente.
Los arrestos, las denuncias de violaciones de derechos humanos y la probable inestabilidad tras la toma de posesión presidencial de este viernes lleva a muchos como Maite a pensar en marcharse de Venezuela.
Si Maduro permanece "por la fuerza" en el poder, "podríamos estar viendo 4 o 5 millones de venezolanos huyendo por las fronteras en los próximos meses", le dijo María Corina Machado a BBC Mundo, un temor compartido por gobiernos de la región.
Un caso inédito
Si los migrantes venezolanos habitaran un único país, estaría más poblado que Panamá, Costa Rica, Nicaragua o El Salvador. Si se concentraran en una ciudad, ocuparían una equivalente a Bogotá.
De los 6,7 millones de migrantes venezolanos que permanecen en la región, casi 42% vive en Colombia, el país que alberga la mayor cantidad de migrantes venezolanos en el mundo. Le siguen Perú, Estados Unidos, Brasil y Chile, que durante los últimos años aprobaron medidas para agilizar la legalización de los venezolanos.
"América siempre ha sido un continente de poblaciones en movimiento, pero lo que hace inédito el caso venezolano es la magnitud y la celeridad de su migración", afirma Carolina Jiménez Sandoval, directora de WOLA (Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos).
Jiménez explica que tradicionalmente había "dos flujos intrarregionales definidos" en el continente americano: en el norte, la migración de mexicanos y centroamericanos hacia Estados Unidos o entre países centroamericanos; y en el sur, el movimiento de peruanos y bolivianos hacia Argentina y de colombianos, peruanos y ecuatorianos hacia Venezuela.
"Que en tan sólo 10 años Venezuela haya pasado de ser el segundo receptor de migrantes de Sudamérica para convertirse en el principal expulsor de migrantes, sin que haya existido un conflicto armado, es un cambio gigantesco en los patrones migratorios del continente".
Aunque advierte que la decisión de emigrar suele deberse a múltiples causas, Jiménez sostiene que en países donde hay crisis humanitarias y políticas se trata de una decisión de sobrevivencia.
"La gente emigra porque siente que no puede construir un proyecto de vida. Y coyunturas como las del 10 de enero en Venezuela llevan a muchos a hacer ese balance".
Solidaridad e integración
El investigador especializado en temas de migración Diego Chaves-González, gerente senior para América Latina y El Caribe del centro estadounidense Migration Policy, afirma que las primeras oleadas de venezolanos despertaron "un espíritu de solidaridad en la región".
"Pero la pandemia afectó ese sentido de solidaridad porque hubo escasez y se afianzaron problemas que ya existían en América Latina. A partir de allí, ha habido poca planeación en la respuesta de acogida de la migración venezolana".
Una vez que los venezolanos se instalaron en las comunidades receptoras, el mayor desafío ha sido su integración.
"Se ha priorizado la agenda de tránsito sobre la integración y el desarrollo. Nos ha resultado muy difícil integrar al migrante a las comunidades y permitirles el acceso a los sistemas de protección social", señala.
Chaves-González advierte que es importante prestar atención a la "fatiga y ansiedad" que despierta la llegada de migrantes en las comunidades de acogida.
"Aunque los migrantes generan oportunidades de crecimiento, los receptores no ven eso. Hay que hacer un trabajo importante desde las narrativas para evitar que crezca una bomba social de tiempo por la migración".
El resultado de las elecciones
La ruptura de relaciones entre el gobierno de Maduro y los países latinoamericanos que desconocieron su victoria en julio (Argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay) tuvo un impacto inmediato en la migración, documentó R4V. Y los primeros en sentir los efectos fueron los países fronterizos con Venezuela.
En septiembre de 2024, un mes después de los comicios, Colombia y Brasil reportaron aumentos en la recepción de migrantes y refugiados venezolanos con respecto a los meses anteriores.
Se trataba de personas que buscaban acceder a vuelos internacionales y servicios de documentación que ya no estaban disponibles en Venezuela o en otros países de acogida después de las elecciones.
El gobierno del presidente chileno, Gabriel Boric, llamó a prepararse para la llegada de más venezolanos y propuso a sus pares latinoamericanos acordar "cuotas" de migrantes que cada país estaría dispuesto a acoger en los meses siguientes.
Una encuesta elaborada por la consultora venezolana ORC Consultores advertía que 5 millones de venezolanos estarían dispuestos a emigrar si la coyuntura política no se resolvía con la salida de Maduro de la presidencia.
Sin embargo, Carolina Jiménez Sandoval considera que esta ola no se produjo por dos razones: la expectativa de un cambio político en Venezuela y el endurecimiento de las condiciones migratorias en Estados Unidos.
Freno a los migrantes
Durante sus primeros tres años de gobierno, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aprobó medidas especiales para los venezolanos, como permisos humanitarios (parole) y estatus de protección temporal para facilitarles el acceso a empleos (TPS).
La entrada de migrantes de forma irregular por la frontera sur alcanzó niveles históricos y los gobernadores de estados republicanos decidieron enviarlos a "ciudades santuarios", que reivindicaban la protección de los derechos de los migrantes, para desafiar el discurso demócrata.
Sin embargo, presionado por mostrar resultados frente a la contienda electoral contra Donald Trump, Biden le dio un vuelco a su política migratoria el año pasado: entre otras medidas, endureció las leyes de asilo y ordenó la deportación de 271.484 extranjeros a 192 países, el mayor récord de deportaciones en la última década.
Frente a un segundo mandato, que asumirá el 20 de enero, Trump amenaza con emprender deportaciones masivas, sin que esté claro qué ocurrirá con los mecanismos de protección que Biden aprobó para los migrantes venezolanos y de otras nacionalidades, como cubanos o haitianos.
Diego Chaves-González opina que la llegada de Trump no solo podría obligar a muchos migrantes a replantear sus planes de emigrar a Estados Unidos, sino que también impactará en los grupos de crimen organizado que operan en toda la región.
"Toca ver cómo se van a readaptar, tanto el migrante que está frustrado porque no logra regularizarse e integrarse efectivamente, como los grupos que encontraron en el tráfico y extorsión de migrantes un nuevo portafolio de negocios".
Otro cambio en el panorama migratorio de la región ocurrió en el Tapón del Darién, la intrincada selva que comparten Panamá y Colombia, y por donde cruzaron más de medio millón de migrantes en 2023.
En julio del año pasado, el entonces recién electo presidente panameño, José Raúl Mulino, ordenó instalar barreras en los accesos a la selva y aplicar sanciones para quienes ingresaran irregularmente en territorio panameño. Estas medidas provocaron una disminución de 42% en el cruce de migrantes por el Darién durante el año pasado.
Aportes y pérdidas
La migración venezolana también ha tenido un efecto positivo, gracias a los aportes que hacen estos migrantes a las economías de los países de acogida.
En un estudio del Banco Mundial, la economista Sandra V. Rozo concluyó que la regularización de 2,8 millones de migrantes venezolanos en Colombia "permitió mejorar su bienestar sin afectar negativamente a los trabajadores nacionales ni la cohesión social".
La Organización Internacional para las Migraciones señala que los migrantes venezolanos contribuyen con millones de dólares cada año a las economías de países receptores como Aruba, Chile, Costa Rica y Panamá. Y destaca el ejemplo de Perú, donde se estima que los venezolanos aportaron US$530 millones el año pasado.
Mientras los países receptores se benefician de la fuerza de trabajo de los venezolanos, uno de los peores efectos que ha ocasionado la migración en la economía de Venezuela ha sido precisamente la pérdida de su capital humano, asegura el economista Omar Zambrano, jefe de la consultora Anova Policy Research y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas.
Un estudio reciente de Anova, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo, indica que entre 2013 y 2021 el país experimentó "el colapso de su capital humano", con una caída de un 33,1% de la población económicamente activa y una disminución de más de 10% de los años de escolaridad promedio de su fuerza laboral.
"Se trata de una severa degradación del acervo de trabajadores disponibles en Venezuela", afirma Zambrano. "Perdimos un montón de gente en edad productiva y con el mayor grado de escolaridad".
Hace cinco meses, ante la perspectiva de un cambio político después de las elecciones del 28 de julio, Maite pospuso su decisión de emigrar.
Pero esta vez es diferente. "Si las cosas siguen como están, no podremos aguantar".
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