Maneras muy sencillas de entrenar la memoria de trabajo y la atención

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Todos tenemos diferentes maneras de entender y procesar la información y, más allá de nuestra capacidad intelectual, las personas desarrollamos habilidades ejecutivas desde la infancia que nos permiten adaptarse al entorno. Son estas habilidades las que se ponen en funcionamiento cuando aprendemos.

De hecho, estilos de aprendizaje y funciones ejecutivas están intrínsecamente relacionadas, ya que ambos influyen en cómo las personas procesan, organizan y aplican la información. Los estilos de aprendizaje describen las preferencias individuales al adquirir conocimientos (visual, auditivo, etc.), mientras que las funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo o la flexibilidad cognitiva, son procesos mentales que facilitan el aprendizaje eficaz.

Comprender cómo se aprende es fundamental para enseñar de manera eficaz –y aprender de forma duradera–.

Desarrollo de las funciones ejecutivas

Aunque se considera que las funciones ejecutivas son la memoria de trabajo, la inhibición de estímulos, la planificación, la resolución de problemas y la flexibilidad cognitiva, hay una capacidad íntimamente relacionada con todas ellas: la capacidad de atención.

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Tanto un alumno que tenga más facilidad aprender de manera visual como otro que sea mejor revisando texto escrito, su eficacia en el aprendizaje dependerá de la capacidad que tengan para organizar esta información. Y el que sean capaces de aplicarla más tarde en exámenes, pruebas o ejercicios en el día a día dependerá de funciones ejecutivas como la planificación y la memoria de trabajo o del control inhibitorio para concentrarse en lo relevante.


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El desarrollo equilibrado de estas habilidades puede potenciar cualquier estilo de aprendizaje. Un buen desarrollo de esas funciones ejecutivas nos permite resolver problemas y tomar decisiones, y adaptarnos a diferentes contextos.

Entre ellas, podemos considerar la atención el proceso previo imprescindible para que funcione la memoria de trabajo, que es la función más importante para aprender.

¿Cómo entrenamos la memoria de trabajo y la atención?

Entrenar la memoria de trabajo (y también la atención) no implica, como pensamos a menudo, tratar de memorizar y retener en el tiempo una serie de nombres o una explicación o definición determinadas.

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La memoria de trabajo lo que hace es procesar la información que nos llega para que la podamos almacenar. Más que repetir, las estrategias que nos permiten mejorarla son:

  • Jugar con los números que tenemos a nuestro alrededor: teléfonos, matrículas, días de mes.

  • Repetir los números que dicen otras personas en orden inverso.

  • Llevar a cabo cálculo mental.

  • Hacer juegos con palabras: que empiecen con una letra o sílaba, que terminen con una en concreto, encadenar palabras, ordenarlas alfabéticamente.

  • Juegos que impliquen hacer parejas de imágenes con tarjetas boca abajo tipo Memory.

  • Actividades que impliquen hacer series, secuencias y ordenar cualquier grupo de cosas según color, tamaño u otro atributo.

  • Repetir los gestos que hace otra persona.

  • Todos los pasatiempos: encontrar las diferencias entre dos imágenes, sopas de letras, laberintos, sudokus, auto-definidos, crucigramas, etc.

  • Llevar a cabo una tarea cumpliendo una condición, como no poder decir una palabra o no poder pasar por un lugar.

  • Poner subtítulos al ver un vídeo o televisión. Mezclar actividades que impliquen leer y escuchar.

  • Hacer listas y recordarlas.

  • Rompecabezas y puzles.

  • Hacer juegos con cartas. Todos los juegos de cartas populares implican entrenar estas habilidades.

  • Hacer dos tareas diferentes a la vez, una automática como caminar y otra más compleja como contar.

El juego, un aliado imprescindible

Hay, además, dos aspectos que resultan imprescindibles para el desarrollo de la atención y la memoria de trabajo. Uno de ellos es aprender a jugar. Y jugar requiere de tiempo compartido.

Absolutamente todos los juegos de mesa implican las diferentes funciones ejecutivas y lo hacen de una manera amena y no forzada. Por eso es tan necesario que niños y adolescentes jueguen. Y que no jueguen solos sino en interacción con los demás. En todos los juegos se necesita manejar cierta información y trabajar con ella. Y en todos son necesarias la atención y la memoria de trabajo.


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Las rutinas, amigas de la memoria

Por otro lado es muy importante crear rutinas.

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Para poder desarrollar la atención, memoria de trabajo y demás habilidades, es necesario que se construyan rutinas en la vida de los niños, y también adolescentes. Las rutinas y los hábitos dan seguridad porque permiten anticiparnos a lo que va a pasar.

Las rutinas ordenan el entorno y generan secuencias de acciones. Esta seguridad en lo que va a pasar es la que permitirá un desarrollo óptimo de las habilidades para poder aprender. Las rutinas ofrecen una guía predecible y facilitan la toma de decisiones haciendo mucho más eficaz el aprendizaje.

Dar seguridad, jugar e incorporar actividades en la cotidianidad que entrenen la memoria de trabajo y la atención mejorará la capacidad de aprender de niños y jóvenes.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Sylvie Pérez Lima no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.