Cinco maneras en que RFK Jr. podría socavar las vitales vacunas infantiles

Robert F. Kennedy Jr. habla durante un mitin de campaña del expresidente Donald Trump, candidato presidencial republicano, en el Madison Square Garden de Nueva York, el 27 de octubre de 2024. (Hiroko Masuike/The New York Times)
Robert F. Kennedy Jr. habla durante un mitin de campaña del expresidente Donald Trump, candidato presidencial republicano, en el Madison Square Garden de Nueva York, el 27 de octubre de 2024. (Hiroko Masuike/The New York Times)

Durante años, Robert F. Kennedy Jr. ha aprovechado su famoso apellido, sus conexiones con famosos y su organización sin fines de lucro, Children's Health Defense, para difundir información errónea sobre las vacunas y poner en duda su seguridad y eficacia. Pronto podría tener el poder de ir mucho más lejos.

Si el Senado confirma a Kennedy como secretario de Salud y Servicios Humanos, estaría a cargo de las agencias científicas y de salud pública más importantes del país, incluidas las responsables de regular las vacunas y de establecer la política nacional en materia de vacunación.

Los expertos jurídicos y en salud pública coinciden en que no tendría autoridad para tomar algunas de las medidas más severas, como prohibir unilateralmente las vacunas, algo que Kennedy ha dicho que no tiene intención de hacer.

"No voy a quitarle las vacunas a nadie", escribió en las redes sociales el mes pasado. "Solo quiero asegurarme de que todos los estadounidenses conozcan el perfil de seguridad, el perfil de riesgo y la eficacia de cada vacuna".

Pero Kennedy, que ha dicho que quiere que los investigadores federales dejen de estudiar las enfermedades infecciosas, podría ejercer su influencia de muchas otras maneras. Sus acciones podrían reducir las tasas de vacunación, retrasar el desarrollo de nuevas vacunas y socavar la confianza de la población en una herramienta fundamental para la salud pública.

Solo en las tres últimas décadas, las vacunas infantiles han evitado más de 500 millones de casos de enfermedad, 32 millones de hospitalizaciones y más de 1 millón de muertes en Estados Unidos, según un informe reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés). Pero las tasas de vacunación han descendido en los últimos años, y Kennedy podría acelerar la tendencia, según los expertos en salud pública.

Robert F. Kennedy Jr. en una concentración contra las normas sobre vacunas y cubrebocas, en Washington, el 23 de enero de 2022. (Kenny Holston/The New York Times)
Robert F. Kennedy Jr. en una concentración contra las normas sobre vacunas y cubrebocas, en Washington, el 23 de enero de 2022. (Kenny Holston/The New York Times)

"Es posible que se produzcan muchos daños", afirmó Tom Frieden, exdirector de los CDC que ahora dirige Resolve to Save Lives, una organización sin fines de lucro dedicada a la salud pública. "El secretario de Salud tiene una responsabilidad de vida o muerte. Y si se hacen declaraciones y se toman decisiones sin base científica, si se perjudica a los organismos, si se socava la confianza pública, entonces se puede producir la propagación de una enfermedad”.

A continuación, cinco cosas que podría hacer Kennedy.

Como secretario federal de Salud, Kennedy supervisaría los CDC, que emite directrices sobre qué vacunas deben recibir los estadounidenses y cuándo.

Las aseguradoras sanitarias tienen en cuenta esas recomendaciones para determinar qué vacunas deben cubrir, y los departamentos de salud de los estados las utilizan para tomar sus propias políticas de vacunación.

Kennedy tendría la última palabra sobre qué expertos forman parte del comité externo que asesora a los CDC sobre vacunas, y sería el jefe del director de los CDC, que decide si se adoptan o no esas directrices. "Eso es, en mi opinión, una receta para el desastre", dijo Lawrence O. Gostin, experto en derecho sanitario público de la Universidad de Georgetown.

Un director de los CDC o un comité asesor que se muestre reacio a las vacunas podría provocar cambios en el calendario de vacunación infantil, como eliminar vacunas de la lista de inmunizaciones recomendadas o modificar las edades a las que se aconsejan.

"Si la pregunta es puramente, ¿podría el secretario de Salud y Servicios Humanos eliminar unilateralmente vacunas de un calendario o alterar el calendario?, creo que la respuesta a eso sería en última instancia, no", dijo Michael Mina, epidemiólogo y exprofesor de la Universidad de Harvard. "Pero con un poco de planificación, mediante nombramientos afines y presión desde arriba, la respuesta a eso empieza a mover la aguja hacia el sí”.

Kennedy también estaría a cargo de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés), la agencia responsable de aprobar nuevas vacunas.

Kennedy ha criticado repetidamente a la agencia, que aceleró la autorización de las vacunas contra la COVID-19, así como a las propias vacunas. Como secretario de Salud, no podría retirarlas (ni a otras vacunas ya autorizadas) del mercado sin pruebas científicas sólidas, dijo Gostin. Si lo intentara, los fabricantes de vacunas podrían demandar tal decisión y lo más probable es que los tribunales fallaran a favor de los fabricantes, afirmó.

Pero podría llevar a la FDA a personas que comparten sus puntos de vista. Juntos, podrían hacer que el proceso de aprobación de nuevas vacunas fuera más oneroso y largo, incluyendo la exigencia de más datos.

"Podría decir: 'No creo que esto se haya estudiado de la forma adecuada'", afirmó Paul Offit, director del Centro de Educación sobre Vacunas del Hospital Infantil de Filadelfia y asesor de la FDA.

También podría detener o ralentizar la investigación sobre el desarrollo de vacunas realizada o financiada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por su sigla en inglés), la principal agencia de investigación médica del gobierno federal, que también entraría en su ámbito de competencia. Kennedy ha dejado en claro sus planes de vaciar algunas divisiones centradas en el avance de la investigación y el desarrollo de vacunas. Ha dicho que, en su lugar, lucharía contra la próxima pandemia "reforzando el sistema inmunitario de la población".

"Voy a decir a los científicos de los NIH: 'Que Dios los bendiga a todos'", dijo Kennedy como candidato presidencial en noviembre de 2023. "'Gracias por el servicio público'. Vamos a darle un respiro a las enfermedades infecciosas durante unos ocho años".

Sin embargo, las enfermedades infecciosas siguen siendo una amenaza. Y una ralentización de la investigación, el desarrollo o la aprobación de vacunas podría tener consecuencias especialmente nefastas en caso de otra emergencia de salud pública como la de la COVID-19.

La gripe aviar, por ejemplo, sigue infectando a los trabajadores agrícolas estadounidenses, y a los expertos les preocupa que el virus pueda evolucionar para propagarse más fácilmente entre los humanos. Si eso ocurriera, "estaríamos en una nueva pandemia", aseveró Jennifer Nuzzo, directora del Centro de Pandemias de la Universidad Brown. "Y esa pandemia avanzaría muy rápidamente. Cualquier intento de no actuar con urgencia sería mortal".

Décadas de estudios científicos confirman que los beneficios de las vacunas superan con creces los riesgos, pero como todos los medicamentos, conllevan la posibilidad de efectos secundarios, incluidos algunos muy inusuales pero graves. Kennedy —que ha dicho que quiere más visibilidad pública de los datos de seguridad— está preparado para llamar la atención sobre los resultados adversos.

Su organización sin fines de lucro promueve una base de datos de investigación que incluye cientos de interpretaciones engañosas de los datos sobre vacunas. En septiembre, el grupo estrenó “Vaxxed 3: Authorized to Kill” (“Vaxxed 3: Autorizados a matar”), una película que afirma que las vacunas contra la COVID-19 provocaron "trágicos resultados de muerte o lesiones graves".

Bajo el mandato de Kennedy, las agencias federales como la FDA podrían subrayar los posibles efectos secundarios exigiendo a los fabricantes de vacunas que enumeren en la etiqueta del envase incluso los muy poco frecuentes.

Kennedy también podría llamar la atención sobre los informes no verificados de acontecimientos adversos recogidos por las agencias federales. "Lo que me preocuparía es un abuso de los datos", dijo Peter Lurie, presidente del Centro para la Ciencia en el Interés Público y ex comisionado adjunto de la FDA.

Bajo una ley federal establecida hace mucho tiempo, las personas que sufren efectos secundarios graves tras recibir determinadas vacunas sistemáticas tienen limitada su capacidad para demandar a las empresas farmacéuticas. En su lugar, pueden solicitar una indemnización a través de un programa gestionado por el gobierno. La ley pretende animar a las empresas farmacéuticas a invertir en el desarrollo de vacunas.

Kennedy no podría hacer cambios importantes en la ley sin la aprobación del Congreso, pero podría eliminar vacunas concretas del programa. Según Ana Santos Rutschman, experta en derecho y política sanitaria de la Universidad de Villanova, Es "difícil saber” si podría eliminar todas las vacunas de la lista, “porque se trata de un terreno desconocido, jurídicamente hablando", afirmó.

Si se eliminan vacunas del programa, algunas empresas podrían decidir dejar de fabricarlas. "Y eso tendrá dos efectos: elevar los costos de las vacunas y reducir su disponibilidad para quienes las quieran", explicó Dorit Reiss, experta en política y derecho de vacunas de la Facultad de Derecho de la Universidad de California, en San Francisco.

Muchos expertos dicen que lo que más les preocupa es la plataforma de influencia de Kennedy. De ser confirmado, Kennedy dispondría de una nueva plataforma para difundir información errónea sobre las vacunas y amplificar los temores sobre su seguridad.

"Es muy difícil mitigar ideas desorbitadas cuando los algoritmos de las redes sociales las impulsan", afirmó Nuzzo.

c.2024 The New York Times Company

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