“Mamá, te necesito”: estaba en su lecho de muerte tras ser atropellada por un automóvil, pero su familia no pudo visitarla por las reglas anti COVID-19

Nikki Ross

“Mamá, te necesito”: estaba en su lecho de muerte tras ser atropellada por un automóvil, pero su familia no pudo visitarla por las reglas anti COVID-19
Emily Murkerson, de 26 años, murió una semana después de que la atropellara un automóvil en Daytona Beach, Florida.

DAYTONA BEACH, Florida. - La primera y última vez que Don Murkerson vio a su hija de 26 años, Emily, en el Centro Médico de Halifax Health fue tras una estancia de siete días en el hospital, cuando su corazón dejó de latir.

“Fue una situación terrible”, dijo Murkerson. “No pude verla hasta que nos llamaron y se estaba muriendo”.

El 29 de abril, Emily estaba cruzando la calle con su novio en un scooter motorizado cerca del Hard Rock Hotel en Daytona Beach cuando la atropelló un automóvil, según su madre, Gale Murkerson. La llevaron al Centro Médico Halifax Health con varias fracturas.

Debido a la pandemia de coronavirus, el Halifax Health mantuvo una estricta política de visitas durante la estadía de Emily en abril e inicios de mayo. Los pacientes de la UCI no podían recibir visitas, según marcaban las normas federales y estatales, escribió el portavoz John Guthrie en un comunicado enviado por correo electrónico.

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“En Halifax Health seguimos como política las normas HIPAA, que implican no divulgar información sobre la atención de ningún paciente”, apuntó Guthrie. “En todo momento a lo largo de la crisis, Halifax Health ha seguido y seguirá aplicando las pautas de los CDC para preservar la seguridad de los pacientes y los miembros del personal”.

La restricción de las visitas en los hospitales de todo el estado era una medida estándar en abril e inicios de mayo. Los hospitales AdventHealth en los condados de Volusia y Flagler tampoco permitieron que los pacientes recibieran visitas durante ese periodo.

Ahora, Don y Gale están enfadados porque no tuvieron la oportunidad de pasar tiempo con su hija y ayudarla durante su última y dolorosa semana de vida.

“Sé que no somos los únicos a quienes les ha pasado algo así”, dijo Don. “No veo qué problema existe en que alguien en esas condiciones y con ese tipo de decisiones importantes, pueda tener a una persona a su lado. Gale se habría quedado”.

La estadía de Emily en el hospital

Emily, que vivía en Gainesville con su madre, nunca perdió el conocimiento tras el accidente, según Gale. Pero básicamente no se podía mover. Tenía fractura de fémur, pelvis, costillas y escápula. Todo el lado derecho estaba cubierto de quemaduras por rozamiento y sus extremidades no podían soportar peso.

Cuando la ingresaron por primera vez, Gale intentó visitarla, pero le negaron el acceso debido a las políticas del hospital. Emily fue sometida a cirugía dos veces, una el 29 de abril y otra el 1 de mayo.

Ni siquiera su novio, Sebastian Wilbanks, que estaba allí en el momento del accidente, pudo verla.

“Cuando acudí, después del accidente, llevaba mascarilla y guantes de látex en la mano, pero aun así me negaron la visita debido a la COVID-19”, contó en un correo electrónico Wilbanks, quien es miembro de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y está asignado a Italia. “Les dije que estaba dispuesto a hacerme la prueba para poder verla. Pero me lo impidieron”.

Cuando trasladaron a Emily de la UCI a una habitación normal en el hospital, el 3 de mayo, le permitieron a Gale ver a su hija. Pero fue solo por una hora. Su padre y su novio no pudieron visitarla.

“Apenas podía levantar el brazo derecho para beber un poco de agua”, dijo Gale. “Dijo que no estaba en estado crítico”.

Por la conversación que mantuvo con su hija, Gale pensó que estaba mejorando y se sintió aliviada.

Pero a lo largo de la semana siguiente, Emily envió a su madre varios mensajes pidiéndole que acudiera, dijo que le dolía todo y que la necesitaba.

Sin embargo, Gale no pudo hacer nada más que llamar al hospital para que la actualizaran sobre el estado de su hija. No le permitieron regresar.

“El martes por la mañana, me llamó llorando. ‘Me quitaron las pastillas para el dolor. Me duele. Te necesito aquí arriba. Te necesito aquí’”, contó Gale. “Ella no podía hacer nada. Estaba completamente indefensa si algo quedaba fuera de su alcance”.

El miércoles, Gale recibió la que sería la última llamada de su hija.

“Cuando hablé con ella el miércoles por la mañana tenía dificultades para respirar y náuseas”, dijo Gale. “En ese momento me dijo: ‘Mamá, tengo que colgar. No me siento bien’”.

Más tarde ese mismo día, el 6 de mayo, recibieron una llamada en la que les explicaron que habían aspirado y reanimado a Emily varias veces. Les dijeron que debían ir a despedirse.

“Eso ha sido lo peor que he vivido en mi vida: saber que ella estaba sola y que me rogó varias veces: ‘Mamá, te necesito’. La dejé allí, confié en que la cuidarían y pasó esto”, dijo Gale. “No hay nadie que defienda a esos pacientes”.

Gale, Don y Wilbanks entraron mientras estaban reanimando a su hija. Pero solo Don y Wilbanks estaban presentes cuando Emily murió. La causa oficial de su muerte fue neumonía y aspiración.

“No pude quedarme hasta que ella muriera”, dijo Gale. “Y luego recogieron sus pertenencias y nos acompañaron fuera. Eso fue todo”.

Recordando a Emily

Los Murkerson recuerdan a su hija como un “faro de luz”, alguien que hubiera hecho cualquier cosa por ayudar a los demás. Después de su muerte, su familia contó que recibió mensajes de muchas personas que ni siquiera sabían que Emily conocía, diciendo que ella los había salvado y ayudado en los momentos difíciles de sus vidas.

“Ella siempre fue radiante y feliz”, dijo Gale. “Siempre se reía”.

Amaba los animales, según Don. También amaba a los niños y estaba deseosa por convertirse en tía.

“Estaba muy emocionada por la perspectiva de tener un sobrino y me enfurece no poder ver qué tipo de tía habría sido para él”, dijo Don. “Eso me molesta mucho”.

En marzo, había vuelto a contactar con Wilbanks, a quien conocía desde primer grado.

“Finalmente encontró al amor de su vida”, dijo Gale. “Había vuelto a casa de permiso, después de estar en el extranjero. Estaba muy feliz, como nunca en su vida. Ella me dijo: ‘encontré mi alma gemela para siempre’”.

“Nuestra vida juntos fue grandiosa”, dijo Wilbanks. “Mientras estaba de permiso, pasamos cada momento juntos. El mayor tiempo que estuvimos separados fue mientras ella estuvo en el hospital durante esos siete días”.

Los Murkerson saben que no son los únicos que no pudieron ver a un ser querido mientras estaba en el hospital y no quieren que nadie más pase por lo que ellos vivieron.

“Mi hija de 26 años estaba sana, es cierto que tenía heridas graves, pero nunca perdió el conocimiento. Ella estaba muy bien. Luego la reanimaron y lo siguiente que supe es que había muerto”, dijo. “No quiero que esto le pase a nadie más. Ninguna madre o familia debería sentir jamás este dolor. Nunca”.

Este artículo fue publicado originalmente en Yahoo por USA Today.