Aparecen los restos de un posible pionero de la conquista del Everest; llevaba 100 años desaparecido
El eterno misterio de Mallory e Irvine, los héroes del Everest vestidos de tweed a los que se vio por última vez desvanecerse entre la niebla sobre la cumbre del Himalaya, puede que por fin se haya resuelto 100 años después de la tragedia que por poco acaba en triunfo.
Andrew “Sandy” Irvine, el miembro más joven de la expedición al Everest de 1924, desapareció en las laderas superiores junto a George Mallory el 8 de junio de ese año mientras intentaban convertirse en las primeras personas en escalar la cima más alta del mundo.
Los esfuerzos por alcanzar la codiciada cima tuvieron lugar en los pocos años que siguieron a la Primera Guerra Mundial. Como Gran Bretaña había perdido la carrera hacia los polos Norte y Sur en circunstancias desesperadas, la invasión al Everest representó un esfuerzo por restaurar la reputación de la exploración británica y, de hecho, preservar el prestigio de un imperio en declive.
Durante muchas décadas, escaladores e historiadores han debatido el misterio de si el dúo alcanzó la cima antes de su muerte. Si lo hicieron, habrían logrado la hazaña 29 años antes que Tenzing Norgay y Edmund Hillary, quienes llegaron hasta la cima en 1953.
Ahora, veinticinco años después de que se halló el cadáver congelado de Mallory, se produjo un increíble avance en el misterio del Everest, ya que encontraron lo que parecen ser los restos parciales de Irvine.
Un equipo de alpinistas que filmaba un documental descubrió un calcetín bordado con “A.C. Irvine” y una bota en el glaciar Central Rongbuk, bajo la cara norte del Everest.
El hallazgo ofrece la primera información significativa sobre la muerte del joven desde la malograda expedición al pico de 8,849 metros. La familia Irvine se ofreció a comparar los resultados de las pruebas de ADN con los restos para confirmar su identidad.
Cabe destacar que el calcetín y la bota se encontraron a menor altitud que los restos de Mallory, que fueron localizados por el alpinista Conrad Anker en 1999, y ahora son propiedad de la Asociación de Montañismo del Tíbet de China, responsable de los permisos de alpinismo en la cara norte del Everest.
Cuando el equipo hizo el hallazgo empezó a “correr en círculos” y a gritar improperios, comentó el director de National Geographic y fotógrafo Jimmy Chin.
“Hay veces en las que los mayores descubrimientos ocurren cuando ni siquiera estás buscando. Fue un acontecimiento monumental y emotivo para nosotros y para todo nuestro equipo sobre el terreno, y esperamos que pueda por fin aportar tranquilidad a sus familiares y al mundo del alpinismo en general”.
“Es la primera prueba real de dónde acabó Sandy. Han circulado muchas teorías”.
“Las familias sufren mucho cuando alguien desaparece sin pruebas de lo que le ocurrió. Y el mero hecho de disponer de información definitiva sobre dónde podría haber acabado Sandy es sin duda [útil], y también una gran pista para la comunidad de alpinistas sobre lo ocurrido”, afirmó.
La brillante esperanza de Gran Bretaña
En 1924, Gran Bretaña era un imperio en declive. La aparición de Estados Unidos y Japón permitió vislumbrar el cambio de las placas tectónicas del mundo y cómo se reconfiguraría la política mundial en las próximas décadas.
El orgullo de Gran Bretaña también se vio dañado tras perder su estatus de pionera de la exploración mundial, tanto en el Polo Norte como en el Polo Sur, a manos de Estados Unidos y Noruega, respectivamente.
El Everest se consideraba el tercer polo, y las esperanzas de una nación descansaban sobre los hombros de Mallory e Irvine.
Gran Bretaña ya había hecho varios esfuerzos en la cumbre. Establecidas por la Real Sociedad Geográfica y el Alpine Club, las ascensiones habían sido dirigidas por Mallory, cuyo atletismo y lectura de la montaña lo definieron como un alpinista especial entre los alpinistas aguerridos.
El antiguo maestro de escuela, que tuvo la suerte de ser enviado a casa desde el Somme debido a la reaparición de una vieja lesión de alpinismo y de perderse la batalla de Passchendaele por un accidente de moto, participó en cada uno de los tres intentos de Gran Bretaña de alcanzar la cumbre, en 1921, 1922 y 1924.
La expedición de 1921 estudió el Himalaya a una escala sin precedentes. Se cartografiaron 31.000 kilómetros cuadrados de territorio inexplorado a escala de seis milímetros y se sentaron las bases para futuras expediciones en las décadas venideras.
“Ese trabajo se sigue utilizando, revisando y actualizando, por lo que constituye una base de referencia para comprender la región hasta el día de hoy”, declaró a The Guardian Jamie Owen, de la Real Sociedad Geográfica. “Fue un legado tremendo”.
Para el último de sus tres intentos, Mallory contó con la compañía de Irvine, un joven ingeniero y entusiasta remero que, según una carta de Mallory a su esposa, podía “contar con él para cualquier cosa, excepto quizá para conversar”.
El ascenso final
Aunque la expedición estuvo mal planificada y se vio empañada por la enfermedad, Mallory e Irvine se prepararon para su ascensión final el 8 de junio. “Es 50 a 1 contra nosotros, pero todavía lo intentaremos para sentirnos orgullosos”, escribió Mallory en su última carta a su esposa, Ruth, ignorante de la tragedia que se avecinaba.
Noel Odell, un compañero de alpinismo, fue el último que vio a Mallory e Irvine cuando detectó dos puntos negros moviéndose por la cresta desde miles de metros más abajo. Sería la última vez que se vería a Mallory en 75 años.
Irvine permanecería desaparecido durante un siglo.
En el anuncio de su trágico final, el Comité del Monte Everest recibió el cablegrama del miembro de la expedición Coronel Norton, enviado desde Phari Dzong, el 19 de junio, a las 4:50 p. m.: “Mallory e Irvine murieron en el último intento. El resto del grupo llegó bien al campamento base”.
Gran Bretaña quedó de luto y el rey Jorge V asistió a una misa en memoria de la pareja en San Pablo.
Wade Davis, autor de En el silencio, en un relato de la expedición de 1924, afirmó que es la única vez en la historia británica que se ha honrado así a un alpinista.
Revive el gran misterio del Everest
En una noticia que asombró al mundo, el cuerpo de Mallory fue descubierto a una altura de 8.165 m a poco más de 670 m de la cima junto con parte de su equipo de alpinismo, un reloj de pulsera y un altímetro en 1999.
Reavivó una de las grandes preguntas sin respuesta de la exploración mundial. ¿Murieron Irvine y Mallory durante un descenso victorioso tras haber coronado la cima más alta del mundo, o se quedaron agónicamente cortos antes de perecer en las laderas?
La cámara de Mallory, que podría haber sido la prueba de que alcanzaron la cima del Everest, se perdió. También faltaba una foto de Ruth, que el alpinista afirmó anteriormente que dejaría en la cima del Everest.
Esto aumenta la posibilidad de que hayan logrado conquistar el Everest. En general, la comunidad de escaladores afirma que es posible, pero no probable, que Irvine y Mallory llegaran a la cima.
Por ahora, el secreto permanece entre los dos hombres y el propio Everest, pero los restos de Irvine podrían arrojar luz sobre los acontecimientos.
Siguiendo los pasos de Irvine
En septiembre, varios días antes de dar con la bota, Chin reveló que el equipo estaba descendiendo el glaciar Central Rongbuk cuando encontraron un artefacto que despertó su curiosidad. “Descubrimos una botella de oxígeno marcada con una fecha que decía 1933”, dijo.
La botella estaba marcada nueve años después de la desaparición de Mallory e Irvine. La expedición británica al Everest de 1933 fue el cuarto intento de escalar la montaña y también terminó en fracaso, aunque los miembros de la expedición de 1933 encontraron un piolet que pertenecía a Irvine en lo alto de la cresta noreste, aunque muy por debajo de donde se encontró a Mallory.
El descubrimiento de la bombona de oxígeno de 1933 maravilló a Chin. “Si Sandy se hubiera caído por la cara norte, sus restos o su cuerpo podrían estar cerca de aquí”.
Chin sospechaba que los restos de Irvine podrían estar cerca. “Sandy podría estar potencialmente a unos cientos de metros por el glaciar desde aquí hacia la montaña”, planteó a National Geographic.
En los días siguientes, Chin y su equipo comenzaron a tomar una ruta tortuosa a través de los pliegues y grietas del glaciar.
“En realidad fue Erich Roepke [cineasta] quien vio algo y dijo: ‘Eh, ¿qué es eso?’”, explica Chin. Era un pedazo de bota que emergía del hielo. “Creo que literalmente se derritió una semana antes de que la encontráramos”.
El legado de Irvine
Julie Summers, sobrina nieta y biógrafa de Irvine, afirmó que es “extraordinario” que el descubrimiento se haya producido casi exactamente 100 años después de que murieran. Se conmovió hasta el llanto cuando supo que habían encontrado la bota de su pariente consanguíneo.
“He vivido con esta historia desde que tenía siete años, cuando mi padre nos contó el misterio del tío Sandy en el Everest. La historia se hizo más real cuando los alpinistas encontraron el cadáver de George Mallory en 1999, y me pregunté si el siguiente sería el de Sandy”.
“Cuando Jimmy me dijo que había visto el nombre de A.C. Irvine en la etiqueta del calcetín dentro de la bota, sentí ganas de llorar. Fue y seguirá siendo un momento extraordinario y conmovedor”.
“Ni siquiera estábamos buscando” — Jimmy Chin
“Cualquier expedición al Everest sigue a la sombra de Irvine y Mallory”, observó Chin. “A veces en la vida los mayores descubrimientos ocurren cuando ni siquiera estás buscando”.
“Ha sido un momento monumental y emotivo para nosotros y para todo nuestro equipo sobre el terreno, y esperamos que esto pueda por fin aportar tranquilidad a sus familiares y al mundo del alpinismo en general”, añadió.
Chin se ha negado a revelar la ubicación exacta del hallazgo para disuadir a los cazadores de trofeos.
Traducción de Michelle Padilla