Macarena Olona deja al descubierto cómo es la guerra sucia de Vox

Vox ha basado su crecimiento en base a la difusión de mentiras y bulos en las redes sociales para atcara a sus rivales. Getty
Vox ha basado su crecimiento en base a la difusión de mentiras y bulos en las redes sociales para atcara a sus rivales. Getty

"Guerra sucia y no me gusta. Espero que la diputada de Vox, que ha iniciado una guerra sucia contra Olona distribuyendo este vídeo, reflexione tras esta publicación". Fíjense cómo será la cosa que quien reconoce que hay "guerra sucia" en Vox al punto de pedir una "reflexión" es el mismísimo Javier Negre. Obviamente lo hace porque, una vez despedido de 'El Mundo', montó un canal de televisión de dudosa credibilidad y básicamente financiado por la ultraderecha y cualquier división le afectaría. Pero la situación denota el sentimiento generalizado del universo de la extrema derecha en España que ve muy cerca el peligro real de que el conflicto interno explote del todo y arrase con ellos. Por de pronto, ya han empezado a sufrir los daños colaterales al haber quedado al descubierto el modus operandi que emplean para destruir a sus enemigos a base de mentiras, bulos y ataques personales. Todo ello con cierto aroma nazi.

Para entender lo que está sucediendo, hay que retroceder brevemente a junio. Como recordarán, la exdiputada de Vox, Macarena Olona, fue enviada por los líderes de su partido como candidata a las elecciones andaluzas. Al sacar un mal resultado, pidió volver a Madrid. Y esta petición acabó destapando lo que de verdad se estaba cociendo en la extrema derecha española: La abogada del Estado en excedencia no había sido enviada a Andalucía por el bien del partido, sino por el suyo propio. Para que los 'machos alfa' de su partido, a quienes ya estaba empezando a hacer sombra, se la pudieran quitar de encima por temor perder su privilegiada posición dentro del partido. Así que, al intentar emprender el viaje de vuelta, le dijeron que no. No le dejaban regresar ni como diputada, ni como senadora.

Tras ello, Olona, se apartó de la política por razones médicas. Como padeció varios episodios de ansiedad durante la errática campaña electoral que protagonizó, la prensa que habitualmente cubre la información de Vox no se sorprendió. Y en el cuartel general del partido se beneficiaron de esa pausa. Preguntada días después en una entrevista, la exdiputada contestó con una frase que en aquel entonces no levantó polvareda: "Mi lealtad hacia los españoles incluye mi silencio sobre cualquier cuestión interna de Vox". Es decir, lealtad marcial hacia un partido de extrema derecha. Los Abascal, Espinosa de los Monteros y cía. creían que habían evitado el problema.

Pero nada de eso. Aquellas palabras eran, en realidad, un aviso. Una especia de 'Guardaré silencio mientras me dejéis tranquila’. Dicho y hecho. Tras coger fuerzas, y recabar apoyos, Olona volvió a insistir en su vuelta a Madrid -lo que implica que debe de haber dejado atrás los citados problemas de salud-. La cúpula de su partido no se lo esperaba, y entendió que era el momento de dar largas hasta que se le quitara la idea de la cabeza.

Ante la impaciencia, y tesón de Olona -germinando la idea de que podría formar un partido todos aquellos dirigentes que, antes que ella, habían sido expulsados de Vox por opinar diferente a Abascal-, la cúpula del partido decidió tratarla directamente como una rival más. Su portavoz nacional, Iván Espinosa de los Monteros oficializó que la etapa de la exdiputada en el partido había terminado. Y, para asegurarse de que no había vuelta atrás, mandó a sus escuadrones cibernéticos a hacer el juego sucio.

Esto es, a atacar, insultar, injuriar, inventarse bulos, desprestigiar y colocarla como objetivo de las hordas de extrema derecha. Sí, lo mismo que han hecho anteriormente con líderes y exdirigentes de Podemos, PSOE, PP o Cs como Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Pablo Casado o Albert Rivera, entre otros. Lo que pasa es que Olona ya sabe de qué va esto, y ha decidido tirar de la manta. Ha puesto el foco sobre el perfil de twitter Españabola que es quien actuaba como director de orquesta. Una cuenta con referencias nazis y loas al dictador Adolf Hitler. "Mis llamadas a la unidad, pensando en el bien de los españoles, están siendo respondidas con juego sucio. A todos los votantes de Vox, que también queréis unidad, os apelo directamente: ejercer vuestra fuerza como base. Si se me ataca y me defiendo no se me puede acusar", ha señalado ella en twitter.

También ha apuntado al perfil de Twitter @espanacamarada que, dice, corresponde a "uno de los niños del partido" y ha calificado como "vomitivo" que a ese/a joven se le esté utilizando para "hacer el trabajo sucio de los mayores". “O paráis o entro con su identidad y de dónde recibe la financiación. No es amenaza. Pero voy a defenderme”.

¿Y quién es ese Españabola y ese Espanacamarada a los que señala Olona? Se trata de viejos conocidos de los rivales políticos de Vox desde donde se han difundido muchas mentiras que han calado en parte de la sociedad, y se han incitado a ataques directos. Al estilo Trump. La novedad es que, ahora, ya parece probado las campañas fascistas de los herederos del nazismo estaban sufragadas por Vox, aunque luego sus líderes mantengan un perfil un poco más bajo para eludir la ley y que el partido no sea ilegalizado.

En Vox ha cundido el pánico. De ahí que hayan publicado un comunicado en su Telegram pidiendo a sus cachorros que frenen sus ataques desde "cuentas vinculadas al partido o a cargos públicos del partido". No dice que cesen los ataques en general, lo que invita a que todos ellos se abran nuevos perfiles falsos para seguir haciéndolo. Pero sin verse salpicados.

Tras conocerse este hecho, Vox ha borrado el mensaje. Pero era tarde. Ya se entiende un poco mejor cómo funciona este partido de ultraderecha. Quien no quiera verlo es porque no quiere. Pero aún hay más basura que puede ver la luz. En realidad, toda. Porque Olona sabe todos los oscuros secretos de Abascal y sus acólitos. Y, como ven, no dudará en poner el ventilador si es necesario. De forma que la guerra sucia de Vox pueda volverse en su contra.

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