Los mítines son la base de la campaña de Trump, y una fuente de mentiras y desinformación

El presidente Donald Trump habla en un mitin de campaña en Janesville, Wisconsin, el 17 de octubre de 2020. (Doug Mills/The New York Times)
El presidente Donald Trump habla en un mitin de campaña en Janesville, Wisconsin, el 17 de octubre de 2020. (Doug Mills/The New York Times)
La multitud mientras el presidente Donald Trump habla en un mitin de campaña en Janesville, Wisconsin, el 17 de octubre de 2020. (Doug Mills/The New York Times)
La multitud mientras el presidente Donald Trump habla en un mitin de campaña en Janesville, Wisconsin, el 17 de octubre de 2020. (Doug Mills/The New York Times)

Hace poco tiempo, en un sábado por la noche en Janesville, Wisconsin, pasaron 2 minutos y 28 segundos de un mitin de campaña para que el presidente Donald Trump dijera su primera mentira.

“Al ver nuestras cifras en comparación con lo que sucede en Europa y otros lugares, nos está yendo bien”, mencionó Trump para referirse al coronavirus que está azotando a Estados Unidos.

¿La verdad? Estados Unidos tiene más casos y muertes per cápita que cualquiera de los principales países de Europa excepto España y Bélgica. Estados Unidos tiene tan solo el cuatro por ciento de la población del planeta, pero representa casi una cuarta parte de las muertes por COVID-19 en el mundo. El 17 de octubre, el día del mitin de Trump en Janesville, los casos estaban aumentando a cifras récord en la mayor parte del país.

Durante los siguientes 87 minutos, el presidente realizó otras 130 declaraciones falsas o imprecisas. Muchas de ellas fueron completamente inventadas. Otras fueron afirmaciones erróneas casuales de hechos simples, algunas con la clara intención de engañar. Mintió sobre su propio historial y el de su oponente. Exageró de una forma tan desenfrenada que violó incluso los límites maleables de la hipérbole política estándar.

Mientras Trump lucha por obtener un segundo periodo con encuestas que lo muestran detrás de Joe Biden, el candidato demócrata, los mítines como el de Wisconsin se han vuelto la columna vertebral de su campaña de reelección y una fuente casi inagotable de desinformación. Frente a reporteros, el presidente se ha jactado de que tal vez realice hasta cinco mítines por día mientras se acerca a toda velocidad a la meta del 3 de noviembre.

Y aunque los candidatos presidenciales usan un discurso político que a veces tuerce la verdad, Trump en esencia es diferente. Sus falsedades son la base de sus mítines de campaña y el tejido conectivo de la narrativa —a menudo de 90 minutos— que inventa en cada parada.

En un análisis detallado de The New York Times sobre las declaraciones que realizó en Janesville, se encontró que más de tres cuartas partes de las aseveraciones del presidente fueron falsas, engañosas, exageradas, objetadas o les faltó evidencia. Menos de una cuarta parte fueron verdaderas.

El mitin en Wisconsin no fue ninguna excepción. Desde el día de la investidura presidencial hace cuatro años, el presidente ha llevado a cabo más de 125 mítines en todo el país, de regreso al lugar donde se siente más cómodo —rodeado de sus simpatizantes– y donde su desconexión con la verdad se recompensa con aplausos entusiastas.

Después de recuperarse de una hospitalización de tres días a causa de la COVID-19, Trump ha dicho versiones similares de su discurso de campaña en los hangares de aeropuertos en Florida, Pensilvania, Iowa, Carolina del Norte, Georgia, Míchigan y Nevada. En cada uno de los lugares, repite muchas de las mismas mentiras, a menudo palabra por palabra, a pesar de que lo han desafiado verificadores de información.

Ocho falsedades en tres minutos

En Janesville, en un lapso de tres minutos, el presidente realizó ocho declaraciones imprecisas que ya se habían comprobado varias veces.

Aseguró que había promulgado la “reducción fiscal más grande de la historia” (no es verdad); que Biden iba a “aumentar tus impuestos de manera sustancial, como al cuádruple” (el candidato demócrata ha prometido que no aumentará el impuesto a las personas que ganen menos de 400.000 dólares); que “todo el mundo posee acciones” (la mitad del país no tiene ninguna); que “redujimos más regulaciones que cualquier otro gobierno en la historia” (no hay evidencia de que haya sucedido esto); que Biden va a “prohibir la fracturación hidráulica” (Biden dijo que no lo iba a hacer); que los demócratas iban a reducir el crédito tributario por hijos (Biden ha prometido expandirlo); que “tenían que pasar entre 18 y 21 años para construir una autopista”, pero que él había reducido el tiempo a dos años (el promedio ha sido entre tres y seis años, y sigue siendo tres años), y advirtió que Biden iba a imponer un “cierre draconiano y sin rigor científico” (Biden ha señalado que, si los científicos lo creían necesario, “Realizaré un cierre de emergencia, les haré caso a los científicos”).

El adorno de los datos

El presidente sí cita con precisión algunos datos para promover sus logros, pero a menudo no le parecen suficientes. A Trump le gusta añadir falsedades para adornar los datos y hacerlos sonar mucho mejores de lo que son.

En Janesville, Trump mencionó que había presidido las cifras de empleo “más geniales” para los estadounidenses negros, hispanos, asiáticos, mujeres y gente que no había terminado el bachillerato. Todo eso es verdad. No obstante, el presidente agregó una afirmación que durante su presidencia las cifras de empleo fueron las mejores para “gente con un diploma” y “los mejores alumnos de la generación en el MIT”. De hecho, los índices de desempleo para los graduados del bachillerato y la universidad eran menores antes de que él entrara al cargo.

Trump realizó una estrategia similar con los sindicatos de la policía. “Cada uno de los grupos de seguridad del país nos ha respaldado, incluso la policía de la ciudad de Nueva York”, le dijo a la multitud de Wisconsin, mientras un puñado de sus simpatizantes que estaban detrás de él agitaba pancartas que decían “Policías con Trump”. “Ya saben, nos respaldaron, es la primera vez que han respaldado a un candidato presidencial”.

El sindicato más grande de policías de Nueva York sí respaldó a Trump, pero otros, como un sindicato en Cleveland y algunas agrupaciones negras de agentes del orden, se han rehusado a hacerlo.

El presidente continuó al acusar a Biden de no tener el apoyo de la gente que se dedica a mantener el orden —más de 190 funcionarios de las fuerzas del orden lo han respaldado— y que el exvicepresidente se rehusó siquiera a mencionar las palabras “ley y orden” durante el primer debate presidencial (sí las dijo).

Misiles y un cepillo de dientes

Trump usa muchas de sus falsedades para caricaturizar a sus oponentes, una de las tácticas favoritas de su presidencia.

En Wisconsin, siguió repitiendo la mentira de que Biden pasa la mayor parte de su tiempo en el sótano de su casa de Delaware; en cierto momento dijo: “Ahora está sentado viéndonos en su sótano”, y en otro cuestionó: “¿Alguna vez sale de Delaware?”. De hecho, la semana anterior al mitin de Trump, Biden había viajado a Florida, Míchigan, Ohio y Pensilvania.

Para cuando terminó el mitin, el presidente lanzó un golpe impreciso a su más reciente predecesor.

“Misiles hipersónicos, los llamo los misiles superduper, viajan siete veces más rápido que los misiles normales”, comentó. “Bien, el presidente Obama no los quiso”. De hecho, los esfuerzos para modernizar el arsenal nuclear de la nación comenzaron con Barack Obama.

Trump también había confundido un misil hipersónico con el nombre de un cepillo de dientes.

Antes de cerrar con su promesa característica de hacer a “Estados Unidos grandioso de nuevo”, el presidente alardeó que mantuvo abierta una planta en Lima, Ohio, que fabrica los tanques M1 Abrams para el Ejército. La verdad es que no hubo ningún plan para cerrar la planta y el Congreso ha autorizado cientos de millones de dólares para seguir haciendo los tanques.

“El plan era cerrarla”, les aseguró Trump a sus seguidores. “En fin, la dejamos abierta. Y ahora está funcionando las 24 horas del día”.

La audiencia aplaudió en señal de aprobación.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company