Lula da Silva acelera los acuerdos con la Unión Europea, mientras Alberto Fernández busca ir “más despacio”

Alberto Fernández y Lula Da Silva, en la Casa Rosada
Alberto Fernández y Lula Da Silva, en la Casa Rosada - Créditos: @Presidencia

El próximo martes, y en un contexto de tensión indisimulada, los presidentes del Mercosur debatirán en Montevideo el futuro del bloque regional , con la decisión de Uruguay de avanzar en tratados de libre comercio con países extra zona como tema casi excluyente de debate.

Habrá en el cónclave una ausencia muy “presente”: la del electo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien a pesar de su nueva versión moderada pretende retomar el liderazgo regional luego de la gestión de Jair Bolsonaro, cuya participación en la cumbre está casi descartada.

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“Lula va a promover el regreso de Brasil a la Celac en enero, y va a ir a fondo con el acuerdo con la Unión Europea desde el Mercosur”, comentan fuentes de la Cancillería que encabeza Santiago Cafiero, convencidos de que el líder del PT intentará imprimir más velocidad a los acuerdos regionales.

“Con Lula se va a recrear un gran Mercosur, desde allí avanzaremos para lograr consensos con otros bloques”, afirmó a LA NACION el embajador en Brasil, Daniel Scioli, quien desde Brasilia sostiene contactos con el gobierno entrante, en plena transición con la gestión de Bolsonaro.

La expectativa positiva del Gobierno se sostiene en los encuentros personales de Lula y Alberto Fernández. El entusiasmo va de los abrazos en la noche triunfal en San Pablo a la próxima visita de Lula a Buenos Aires “durante diciembre”, según fuentes oficiales. También se apoya en el nuevo encuentro proyectado el 1 de enero, cuando Lula asuma formalmente la presidencia. De todos modos, en la Cancillería reconocen que la “estatura política” del inminente nuevo presidente brasileño y su decisión de acelerar, desde el Mercosur, los acuerdos con Europa, forzarán a la Argentina a sostener una velocidad de ensamble que tiene ribetes incómodos para el Gobierno , sobre todo por las presiones de sectores económicos internos que resisten una integración en defensa de “la industria nacional”.

“Con el nuevo escenario, Brasil va a ir más rápido para acordar con Europa, aunque el proteccionismo de Francia y Polonia son los escollos más evidentes. Y Argentina es, desde el Mercosur, la que quiere ir más despacio”, sostuvieron fuentes del Palacio San Martín, que reconocen la resistencia de determinados sectores de la industria argentina hoy protegidos con aranceles altos (textiles, farmacéuticas, automóviles, por caso) a una integración global con el gigante europeo.

El problema no somos nosotros sino (Emmanuel) Macron y los agricultores franceses”, se atajan cerca del canciller Cafiero. Mientras tanto, fuentes diplomáticas de dos países integrantes de la UE certificaron a LA NACION que Bruselas ya prepara una adenda renovada del texto original del acuerdo firmado en 2019, que incluiría exigencias de cuidado del medio ambiente que Bolsonaro ignoró, para “compartir con el Mercosur una vez que Lula esté en el poder”. Esta postura certifica la importancia del líder del PT en la aceleración de las gestiones en la búsqueda de un acuerdo.

La postura de Lula

Durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de Brasil por tercera vez, Lula aseguró que “hay que reunirse de nuevo alrededor de una mesa sin prejuicios, con la idea de hacer un acuerdo que pueda ser bueno” desde el Mercosur, y con la UE. La presidencia argentina del Mercosur, que asumirá el martes, pero por sobre todo la de Brasil (que se dará en el segundo semestre), ilusiona a la UE, que tendrá a España como titular del bloque en la segunda mitad de 2023. La proyectada cumbre de presidentes de la UE y América Latina, en Bélgica, hacia julio próximo, podría representar avances concretos en el demorado acuerdo, que ya lleva veinte años de marchas y contramarchas sin plasmarse en los hechos.

Para colmo, la decisión de Uruguay de acelerar acuerdos bilaterales, como los que busca con China y al Tratado Transpacífico, generó ruidos adicionales en el bloque, aunque en el Gobierno aseguran que “en este caso, Brasil y Argentina, también Paraguay, juegan juntos para avanzar desde el bloque”.

Otro ámbito en el que Lula avanzará es en la Celac, la confluencia de 33 países de la que Brasil se autoexcluyó durante la gestión Bolsonaro. El presidente electo de Brasil ya confirmó que estará en Buenos Aires el 24 de enero, cuando se realice la cumbre de mandatarios de esa organización, que también integran de modo activo Venezuela, Nicaragua y Cuba. ¿Querrá Lula tomar las riendas de la Celac, hoy en manos de Alberto Fernández? “Brasil se va a integrar, pero el que preside es Alberto”, aseguraron altas fuentes diplomáticas del Gobierno.

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No parece tan sencillo revitalizar la Unasur, otra institución de la que Lula participó en su fundación, junto a los fallecidos ex presidentes Néstor Kirchner y Hugo Chávez, en los días dorados de la denominada Patria Grande. Vaciada su sede central en Quito, Ecuador, y con la estatua de Kirchner desde hace años en el CCK, las últimas pertenencias de aquella unión progresista (computadoras, libros, cuadros) continúan en la Aduana, a la espera de ser liberados y llevados a la sede de la Casa Patria Grande, unas cuadras del Obelisco porteño. “Ahí habría que empezar de cero”, resumen en el Gobierno, aunque no se descarta que Lula, con el venezolano Nicolás Maduro fortalecido, también intente reflotar a mediano plazo aquella unidad que se fue descascarando, sobre todo desde la llegada a la región de gobiernos como los de Mauricio Macri, Sebastián Piñera en Chile y luego Bolsonaro en Brasil.