Luisito Comunica y el peor pecado de su carrera como youtuber: hablar sobre el AIFA

AIFA, el tema que puso a Luisito Comunica en el centro de debate. (Youtube Captura/Luisito Comunica)
AIFA, el tema que puso a Luisito Comunica en el centro de debate. (Youtube Captura/Luisito Comunica)

El AIFA ya es un signo de politización inevitable. Todo lo que se diga en su favor o en su contra será visto con lupa. El ejemplo más reciente es el del youtuber Luisito Comunica, que realizó un video en el aeropuerto y todo estalló. En realidad, en el video completo se puede ver que también habla de los puntos que no le gustaron: la lejanía, lo caro que es llegar y la poca actividad en el área comercial; además, desde luego, de la conocida ausencia de vuelos internacionales.

El tema es para pensarlo: ¿realmente puede ser tan condenable hablar bien o mal de un aeropuerto? Parece que para el contexto actual, sí. Y más porque se comparó el video de Luisito con el del chef Aquiles Chávez. Ambos coinciden en muchas reseñas y hablan en el mismo tono de valoración sobre lo que ven. Las suspicacias brotaron de inmediato: ¿cómo pueden ser posibles tantas coincidencias?

Lo cierto es que nadie puede comprobar que a alguno de los dos se le haya pagado. Y sería bastante tonto en ambos casos: que el youtuber más visto de México y un chef reconocido tiren a la basura su estatus por hablar bien del AIFA. Todo se mantiene en el terreno especulativo: es fácil llamarle vendido a alguien sin tener las evidencias elementales. En nada ayudó la entrevista que hizo hace unos días el AIFA con la actriz Sabrina (luego la borraron) en lo que muchos interpretaron como una publicidad encubierta.

El problema, el verdadero, es que ya resulta imposible hablar bien y mal de cualquier cosa que tenga que ver con la política de este país. Y quien lo haga deberá de asumir los riesgos, porque no importará cuántas aclaraciones se hagan para decir que son videos no pagados: el que quiera encontrar algo mal lo hará. Quizá en eso sí le podría recordar a Luisito. Sabía que hablar del AIFA podía provocar reacciones de ese tipo y, de todas maneras, lo hizo. Bien por hacerlo, porque su valoración fue equilibrada, pero, desafortunadamente, era lógico que iban a buscar la forma de hacerlo ver como un vendido, y eso no es sorprendente —él mismo dijo después que por eso no graba tantos videos en México—.

Las teorías están a la orden del día incluso en temas que apuntan al hartazgo. Porque cualquiera podría saber que esto no será el fin de la tendencia: más personas famosas (y no famosas) hablarán de lo que piensan de AIFA y todo se encajará en el marco de polarización del país. Es anti o es pro, pero no tiene opinión propia, porque en este país las opiniones propias son inexistentes. Siempre hay un interés oculto. A ese punto se ha llegado: cualquier voz se vuelve sospechosa. ¿De qué? De lo que sea, pero de algo.

Ya pasaron casi cinco años del arribo de Morena al poder presidencial y de hay cosas que siguen sorprendiendo cada tanto en redes: como cuando alguien de ese partido utilizada un artículo caro que no se corresponde con la modestia que enarbola el presidente. ¿Cuántas veces se ha visto? Y siempre pasa lo mismo: un político imprudente, como si no supiera que lo van a criticar y así dará municiones, y los fiscales de la ropa cara que encontrarán el detalle, y lo expondrán en redes, y preguntarán si no es hipocresía, y se concluirá que sí, que lo es, y que no es posible que gente tan doble cara tenga cargos públicos. Likes, comentarios y discusión. ¿Y luego?

Nada. Será un catarsis y nada más. Y eso que hablamos de cosas que están a la vista, como ropa o bolsos caros. ¿Cómo saber y comprobar que Luisito Comunica o Aquiles Chávez se vendieron? Si alguien lo puede comprobar, que lo haga con evidencia en mano. Si cualquier otro famoso quiere opinar del AIFA o de cualquier tema politizado, que se atenga las consecuencias contextuales del país: le dirán vendido o golpista. Y no, no está bien, pero eso es lo que hay. Es la realidad que impera en México y a la que hay que atenerse si se quiere dar la pelea, y la pelea, en estos días de confusión sin matices, es tener una opinión propia.

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