Los pulpos hembra mueren tras poner sus huevos, y la ciencia aún no sabe por qué

Ser pulpo significa estar programado para la muerte una vez que te has reproducido. Es lo que la ciencia conoce como especie semélpara, que solo procrea una vez en su vida. Si el pulpo macho es devorado por su pareja tras la cópula, el destino de las hembras tampoco es mucho más largo. Una vez ha puesto los huevos, mientra los vigila deja de alimentarse y varios días después comienza un ritual de autodestrucción que los científicos todavía no acaban de entender.

Pulpo hembra cargando con sus huevos recién empollados en Edithburgh, Península de York, Australia (Crédito: Auscape/UIG via Getty Images)
Pulpo hembra cargando con sus huevos recién empollados en Edithburgh, Península de York, Australia (Crédito: Auscape/UIG via Getty Images)

Se han dado casos de pulpos hembra que se autolesionan arrancándose la piel a tiras o mordiéndose la punta de sus tentáculos, y en el caso de ejemplares en cautividad se ha visto que algunas embisten los cristales de sus peceras con el objetivo de causarse el mayor daño posible. ¿Pero, por qué lo hacen?

Pulpo Cyanea, en el Parque Nacional de Komodo, en Indonesia. (Crédito: Prisma Bildagentur/UIG via Getty Images)
Pulpo Cyanea, en el Parque Nacional de Komodo, en Indonesia. (Crédito: Prisma Bildagentur/UIG via Getty Images)

Algunas teorías señalan que podría deberse a una especie de mecanismo de supervivencia de la especie. Se sabe que la conducta caníbal no es desconocida para los pulpos, y quizás es una forma que la naturaleza tiene de evitar que la hembra se coma a sus crías. La madre muere tras eclosionar los huevos, así que los bebés pulpos se ven obligados desde pequeños a buscarse la vida. Quizá sea la razón de que sean unos animales tan inteligentes.

Pulpo común en el Cabo de Creus, Costa Brava, España (Crédito: Reinhard Dirscherl/ullstein bild via Getty Images)
Pulpo común en el Cabo de Creus, Costa Brava, España (Crédito: Reinhard Dirscherl/ullstein bild via Getty Images)

Algunos expertos han encontrado que el mecanismo de autodestrucción se revierte al extirpar la glándula óptica de los pulpos, que hasta ahora se pensaba que solo estaba implicada en el proceso reproductivo. Y lo han publicado en Journal of Experimental Biology. Las hembras intervenidas abandonan sus huevos y comienzan a alimentarse e incluso a reproducirse de nuevo. Y la razón podría estar en los neurotransmisores segregados por esta glándula. Durante la etapa reproductiva desciende drásticamente el nivel de neuropéptidos, una molécula neurotransmisora implicada en la alimentación . Y se incrementa la actividad de las catecolaminas, unos esteroides que metabolizan factores como el colesterol y la insulina. Pero el efecto que estos neurotransmisores puedan ejercer sobre los pulpos y culparles de su tendencia al suicidio, todavía es un misterio.

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