Los partidarios de fe que votaron por Trump no pierden la fe, por ahora

En las semanas previas a la investidura, Yahoo News visitó poblados y ciudades por todo el país, para hablar con los votantes que habían apoyado a Donald Trump en la elección. Mientras emergía la forma que tomará su Administración, le preguntamos a los electores si estaban contentos con su elección y si sentían optimismo por el futuro. Aquí están algunos de nuestros descubrimientos:

OKLAHOMA CITY. – Había rezado. Había ayunado. Le había pedido a Dios que hiciera el más divino de los milagros y ayudara a Donald Trump a superar a sus oponentes políticos, a unos medios de comunicación hostiles e incluso a sus propios peores instintos para ganar la presidencia. Cuando Trump de hecho ganó, fue prueba del “milagro de la oración”.

Pero en las semanas posteriores a la elección, este pastor de Oklahoma, aunque entusiasmado por la victoria de Trump, no quería que se le citara con su nombre al hablar del presidente electo. Tras una contienda electoral que describió como una de las más importantes en su vida para la gente de fe, su congregación, dividida sobre si los buenos cristianos deberían respaldar a Trump, no había regresado del todo a la normalidad. En lugar de hablar con una reportera, el hombre de Dios pensaba que sería mejor hincarse a rezar para “sanar”, no sólo a su iglesia sino a la nación. Cualquier cosa, dijo, menos hablar de política.

Así están las cosas en lo profundo de la región conocida como Cinturón de la Biblia, o Bible Belt, en el estado más republicano de la nación, donde jamás hubo duda de que ganaría Trump. El estado había votado por el candidato presidencial republicano en todas las elecciones desde 1968 y volvió a hacerlo en noviembre, cuando Trump derrotó a Hillary Clinton con 36 puntos. Oklahoma fue uno de sólo dos estados (el otro fue Virginia Occidental) donde Trump ganó todos los condados.

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Pero fue la forma en que ganó el empresario neoyorquino lo que sorprendió incluso a sus partidarios más acérrimos en la región. La estrella de televisión de realidad, casado en tres ocasiones y quien alguna vez se jactó con regularidad de sus proezas sexuales como invitado frecuente al programa de radio “The Howard Stern Show” y quien, como candidato, había hecho gala de poco conocimiento sobre la religión o la Biblia, se convirtió en el candidato de elección para los votantes evangélicos. Aquí y por todo el país, acudieron a votar por Trump en cantidades sin precedentes.

De acuerdo con encuestas de salida en todo el país, el 80 por ciento de quienes se describían a sí mismos como evangélicos votó por Trump –lo que superó la cifra récord de 78 por ciento que votó a favor de George W. Bush en las elecciones del 2004. Trump había hecho lo que John McCain y Mitt Romney no habían logrado en sus campañas fallidas por la presidencia. Despertó por fin lo que Ralph Reed, ex dirigente de la Coalición Cristiana, había descrito desde hace tiempo como el “gigante dormido” de los electores con motivación religiosa. Muchos, incluidos algunos en el mundo de Trump, piensan que es una razón importante por la que ganó.

En Oklahoma, nunca hubo una oportunidad real de que Clinton tuviera una victoria sorpresiva. La gran interrogante era si los electores cristianos acudirían a votar por Trump o si no emitirían su voto. Trump quedó en tercer lugar durante las elecciones primarias del estado –después de Ted Cruz y Marco Rubio– en parte porque los votantes evangélicos dijeron no confiar en él en cuestiones importantes para ellos, como el aborto, y cuestionaban su carácter.

Hasta el día de la elección, algunas congregaciones estuvieron divididas sobre si los cristianos podrían respaldar de buena fe a un hombre que consideraban vulgar y poco confiable. Pero al final, la mayoría de los residentes de Oklahoma, entre ellos los “electores de fe”, respaldaron a Trump. No sólo los convenció en cuestiones económicas, como su promesa de crear empleos y ayudar a fomentar la producción de petróleo y gas, la industria más importante en la zona. También fueron influenciados por los llamados de Trump para los electores de fe durante las últimas semanas de la campaña, lo que incluyó su promesa de nombrar jueces que fueran conservadores estrictos para la Corte Suprema. “¿De verdad quieren dejarle eso a Hillary?”, preguntó Trump.

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Eso bastó para Bob Moore, un trabajador jubilado de correos, quien dijo haber apoyado a Trump a pesar de sus “defectos”. Durante una charla en Cattlemens Steakhouse, una institución en Oklahoma City que muestra con orgullo en su menú el bistec que el Presidente George H.W. Bush pidió cuando visitó el lugar, Moore dijo que originalmente apoyaba a Marco Rubio pero le dio su apoyo a Trump cuando el senador de Florida abandonó la contienda.

Trump, dijo, difícilmente era perfecto, pero los electores sabían a quién estaban apoyando. “Es un mujeriego”, dijo Moore. Añadió, “la mayoría de los hombres lo son, menos yo”.

“Es un fanfarrón. Es un engreído neoyorquino”, declaró. Sin embargo, era una mejor alternativa que Clinton quien, afirmó, habría llevado al país al socialismo.

Dijo sobre Trump, “pienso que será bueno para el país”.