Los norcoreanos están tan desconcertados con Trump que buscan asesoría para entenderlo

Los dimes y diretes del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tienen confundidos a los norcoreanos.

“Su preocupación número uno es Trump”, dijo un analista anónimo a Anna Fifield, la jefa de la oficina del periódico The Washington Post en Tokio. “No pueden descifrarlo”.

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Y no debería extrañarnos, en realidad. Acostumbrados a una voz única, monosilábica, los funcionarios de la dictadura ermitaña de Asia no entienden por qué mientras Trump ha amenazado repetidamente con una guerra y descartado las negociaciones con Corea del Norte, el secretario de Defensa James Mattis se ha comprometido a impulsar las conversaciones diplomáticas con el país.

De acuerdo con el Post, Corea del Norte había contactado a personas como Bruce Klingner, un ex analista de la CIA que ahora trabaja en el ‘think tank’ conservador Heritage Foundation, y Douglas H. Paal, que sirvió en el Consejo de Seguridad Nacional bajo los presidentes republicanos Ronald Reagan y George H.W. Bush, en busca de asesoría. Ambos la declinaron.

No es para menos: Corea del Norte es un estado enemigo declarado, y por otro lado, su tratamiento de los ciudadanos estadounidenses -como el estudiante Otto Warmbier, quien murió tras ser encarcelado allí- ha sido despiadado. Warmbier llegó a Estados Unidos ciego y mudo, según revelaron sus padres esta semana, y acusaron al régimen de Pyongyang de torturar al estudiante acusado en 2016 de espionaje por robar un cartel de un hotel.

Evans Revere, ex funcionario del Departamento de Estado que ha participado en conversaciones bilaterales con Corea del Norte, dijo al Post: “Mi propia conjetura es que [los norcoreanos] están algo desconcertados en cuanto a la dirección en la que se está yendo, por lo que están tratando de abrir canales para tomar el pulso en Washington. No han visto a EEUU actuar así antes”.

Corea del Norte ha cursado unas siete invitaciones a organizaciones que han acogido conversaciones anteriores. Esto mientras amenaza a la vez con lanzar un ataque nuclear en EEUU. De modo que las contradicciones no provienen solo del lado estadounidense.

En los últimos dos años, Pyongyang ha enviado a funcionarios de su Ministerio de Relaciones Exteriores para celebrar reuniones con estadounidenses -ex diplomáticos y expertos de ‘think tanks’- en lugares neutrales como Suiza, Singapur y Malasia.

Pak Song Il, el funcionario designado por Pyongyang encargado de interpretar la política, las declaraciones y la política de defensa de EEUU tampoco puede descifrar a Trump, según Evan Osnos, un periodista neoyorquino que visitó Corea del Norte este verano.

Trump “podría ser irracional, o demasiado inteligente”, le dijo a Osnos. “No lo sabemos”.

La semana pasada ambos países blandieron la amenaza de una guerra nuclear, y Trump llegó a decir que Kim Jong-un y su ministro de Relaciones Exteriores, Ri Yong Ho, “no durarán por mucho tiempo”.

Ni Washington ni Pyongyang parecen dispuestos a ceder -el segundo en cuanto a impulsar su carrera nuclear, el primero en sus trece de no negociar- pero mientras tanto, la retórica inflamatoria que nos pone nerviosos a todos ha cesado. Veremos por cuánto tiempo.