Los efectos a largo plazo que puede tener el coronavirus en el cuerpo

Los efectos a largo plazo que puede tener el coronavirus en el cuerpo
(Foto: John Fedele vía Getty Images)

Julia Ries

A medida que los médicos y científicos luchan por comprender las diferentes maneras en las que la COVID-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, afecta el cerebro y el cuerpo, también están intentando descubrir el impacto a largo plazo que podría tener la infección en los pacientes.

El virus apareció a finales de diciembre, o al menos eso es lo que sugiere la evidencia actual, por lo que incluso los primeros pacientes de COVID-19 todavía se encuentran en sus primeros días de recuperación.

Un estudio nuevo realizado en China nos brinda un primer vistazo de lo que podría esperarles a los pacientes que están sufriendo casos moderados o severos de COVID-19. Al probar los marcadores biológicos de los pacientes recuperados, los investigadores descubrieron que estos tenían problemas persistentes en la función hepática. El daño intenso que estamos viendo en los pulmones y el corazón de algunas personas preocupa a los investigadores, quienes creen que los problemas de salud quizá no desaparecen cuando la infección cesa.

Pasarán años antes de que comprendamos claramente el impacto a largo plazo de la COVID-19 en la salud de las personas, pero esto es lo que los expertos en salud creen que podríamos ver.

La COVID-19 puede desencadenar una gran inflamación que provoque daños orgánicos

Para comprender el impacto que la COVID-19 puede tener en el cuerpo, primero es importante observar el daño inmediato que provoca la enfermedad.

Cuando el cuerpo se expone a una infección como la COVID-19 se genera una respuesta inflamatoria, en la cual el sistema inmunitario envía células para combatir el virus. En el caso de la COVID-19, el cuerpo de algunas personas activa una respuesta inflamatoria exagerada que está dañando órganos vitales como los pulmones, riñones y el corazón, según Khalilah Gates, neumóloga y profesora asistente de cuidados críticos pulmonares y educación médica en Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad del Noroeste.

El cuerpo no puede recuperarse de ese nivel de daño de la noche a la mañana, sino que debe curarse a sí mismo. “Por desgracia, particularmente en el pulmón, este proceso de curación puede provocar cicatrices irreversibles (fibrosis) que pueden afectar en gran medida la función pulmonar a largo plazo”, explicó Gates. Esta pérdida de capacidad pulmonar podría implicar desde dificultades para respirar hasta la necesidad de usar oxígeno a largo plazo.

La COVID-19 también está ejerciendo un estrés extremo en el corazón de los pacientes. Los especialistas de la Universidad de Harvard lo llamaron “una gran prueba de esfuerzo para el corazón”, afirmando que la inflamación y la fiebre alta provocadas por el coronavirus debilitan el corazón y aumentan el riesgo de que se produzcan anomalías cardíacas como la coagulación de la sangre.

Len Horovitz, internista y especialista pulmonar en el Hospital Lenox Hill de Nueva York, espera que algunas personas que lucharon contra un episodio grave de COVID-19 desarrollen arritmias cardíacas, insuficiencia cardíaca congestiva y miocarditis o pericarditis, una inflamación del músculo cardíaco.

La intensidad del combate contra la enfermedad es importante. Las personas con síntomas más leves tienen menos probabilidades de desarrollar problemas de salud relacionados con la COVID en el futuro. De hecho, los casos más graves son los que preocupan a los expertos. Si tienes un caso leve, “no vas a tener problemas de cicatrización o respiración a largo plazo”, aclaró Horovitz.

En general, los expertos en salud predicen que cuanto menos inflamación experimente un paciente, menos efectos a largo plazo tendrá.

El SARS y el MERS provocaron cicatrices pulmonares

Se conoce que otras infecciones respiratorias que han sido ligeramente similares a la COVID-19, como el SARS y el MERS, tienen consecuencias duraderas para la salud.

Una complicación que se observa en la COVID-19 es una forma de insuficiencia respiratoria llamada síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), que requiere que los pacientes reciban oxígeno a través de un respirador artificial.

El SDRA no se debe solo debido a la COVID-19. También puede estar causado por otras infecciones como sepsis, influenza y neumonía. Estudios anteriores sugieren que puede disminuir la calidad de vida de las personas y provocar limitaciones a la hora de hacer ejercicio, así como generar trastornos neuropsicológicos, incluso después de que se hayan recuperado.

“Sabemos por la gripe, el SDRA y otras causas de este síndrome respiratorio que, según la gravedad de la enfermedad aguda, la inflamación y la cicatrización pueden provocar consecuencias a largo plazo”, afirmó Gates. Añadió que esto puede conducir a un “daño pulmonar irreversible y deterioro pulmonar que puede conducir a síntomas respiratorios crónicos y necesidad de oxígeno a largo plazo”.

Un estudio realizado en Beijing que analizó la salud de los pacientes con SARS recuperados después de 15 años encontró que aproximadamente un tercio de ellos tuvieron problemas pulmonares durante varios años tras la infección, pero el daño pulmonar desapareció en la mayoría al cabo de 15 años.

Se realizó un descubrimiento similar con el MERS: durante las consultas de seguimiento, aproximadamente un tercio de los pacientes recuperados tenían signos de fibrosis o cicatrización de los pulmones.

“Es evidente que existe una incidencia de cicatrices por SARS”, reconoció Horovitz, y agregó que las cicatrices están vinculadas a una pérdida de la capacidad pulmonar.

En la mayoría de los casos, estos problemas pulmonares parecen mejorar con el tiempo, generalmente en unos pocos años.

“Es posible que veamos más problemas en la función pulmonar, aunque en base a investigaciones previas sabemos que generalmente mejoran en los meses y años posteriores”, dijo Lauren Ferrante, neumóloga especializada en cuidados críticos y profesora asistente de la Facultad de Medicina de Yale.

Aun así, esta información está basada en lo que sabemos sobre enfermedades similares; no hay suficientes datos disponibles para determinar si se aplicará a la COVID-19.

Las personas podrían tener una movilidad reducida

Un síntoma que Ferrante está segura que se verá en muchos pacientes con casos graves de COVID-19 es la pérdida de la función cognitiva y física en las semanas y meses después de salir del hospital.

Es un problema que se observa con frecuencia en pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos por otras razones. El reposo en cama puede tener graves consecuencias en el cuerpo: las personas pueden experimentar una degradación muscular muy rápida cuando están atrapadas en la cama de un hospital. Un estudio de la Universidad Johns Hopkins encontró que por cada día que una persona estaba en reposo en la cama, su fuerza muscular se reducía del 3 al 11 % en los siguientes meses y años.

A Ferrante le preocupa que estos problemas puedan ampliarse después de la COVID-19. Los programas de recuperación de tratamiento en los hospitales que generalmente se utilizan para ayudar a los pacientes a ponerse en movimiento de nuevo no se están realizando. Además, los pacientes con coronavirus tardan mucho tiempo en recuperarse, generalmente alrededor de dos semanas.

“Estos pacientes pasan mucho tiempo en la cama sin poder moverse y atrapados en un respirador artificial”, dijo Ferrante.

Le preocupa que muchos pacientes con COVID-19, particularmente aquellos que son mayores y frágiles, tengan problemas con su función física.

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(Foto: sudok1 vía Getty Images)

Pasaremos años sin conocer completamente las consecuencias

Gates dijo que se necesitarán meses o años para comprender completamente el impacto a largo plazo en la salud de la COVID-19.

Los investigadores tendrán que dar seguimiento a los pacientes a lo largo del tiempo y buscar cambios en sus corazones, pulmones y otros órganos clave, para ver si el daño es duradero o si el cuerpo puede recuperarse rápidamente.

“Me gusta decirles a mis pacientes que se están recuperando de otras infecciones, incluso cuando les damos el alta y se sienten mejor, que su cuerpo todavía se está recuperando”, dijo Gates. “La curación y la recuperación llevan tiempo”.

Los expertos todavía están estudiando el nuevo coronavirus. La información que se encuentra en este artículo recoge cuanto se conocía o estaba disponible en el momento de su publicación, pero las orientaciones sobre la COVID-19 podrían cambiar a medida que los científicos descubran más detalles sobre el virus. Por favor, consulta los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades para leer las recomendaciones más actualizadas.

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