Lo que podemos aprender de los 'preppers' sobre cómo enfrentar mejor catástrofes y pandemias

La epidemia de COVID-19 asaltó de improviso a sociedades de todo el mundo. Por ello, a escala global gobiernos, organizaciones, empresas, familias e individuos se han topado con la realidad de no estar suficientemente preparados, ni en estrategias y actitudes como en recursos, para lidiar con el azote del coronavirus y han tenido que adaptarse y reaccionar sobre la marcha.

Eso ha causado desasosiego y tensión y, en sus aspectos más trágicos, influido en una mayor pérdida de vidas.

Pero hay un grupo que se considera preparado ante la pandemia: los llamados ‘preppers’ o ‘survivalists’ (que podrían traducirse como ‘preparacionistas’), personas que se alistan activamente para encarar una catástrofe, incluso una de naturaleza mayúscula, y acumulan insumos básicos, crean infraestructuras de protección y se entrenan en estrategias y técnicas de supervivencia.

(Photo by NICHOLAS KAMM / AFP) (Photo by NICHOLAS KAMM/AFP via Getty Images)
(Photo by NICHOLAS KAMM / AFP) (Photo by NICHOLAS KAMM/AFP via Getty Images)

Y lo hacen con frecuencia con la noción de que nadie les prestará ayuda (incluso pueden enfrentar agresión) y deberán valerse por sí mismos para sobrevivir.

Ciertamente, cada uno con su enfoque, muchos preppers y survivalists están en condiciones de resistir la presente epidemia en condiciones mejores que personas que carecían, por ejemplo, de alimentos y otros insumos básicos para mantenerse en encierro durante semanas y debieron acudir en masa a hacer compras, en ocasiones de modo caótico y sin criterios claros sobre realmente qué necesitan comprar, en qué cantidad y cuándo.

Y qué decir de gobiernos que fueron remisos en actuar o han mantenido posiciones o determinaciones improcedentes y, con ello, perdieron tiempo vital para frenar la epidemia antes de que esta alcanzara proporciones mayores.

Kurt Wilson muestra algunos de los productos que él acumula en su tienda, dedicada a abastecer a preparacionistas en Idaho.  (AP Photo/Young Kwak)
Kurt Wilson muestra algunos de los productos que él acumula en su tienda, dedicada a abastecer a preparacionistas en Idaho. (AP Photo/Young Kwak)

Con todo, tampoco puede decirse que el caso de los preppers y survivalists sea replicable a gran escala. Y, en realidad, ni siquiera ambos son lo mismo. Los preppers, por ejemplo, se caracterizan mayormente por acumular alimentos, medicinas y otros productos básicos para sobrevivir durante meses, y en ocasiones construyen reductos con sistemas de energía, agua y vigilancia capaces de mantenerse activos incluso en casos de cataclismos para darles refugio a ellos y sus personas más cercanas.

Algunos añaden a todo ello armamento y estrategias de defensa en caso de que deban hacer frente, en un hipotético estado de disolución del orden social, a agresiones y competidores hostiles.

Por ejemplo, como narra USA Today, Josh Sutton, residente de Somerset, Kentucky, cuenta en su casa con alimentos para un año, cultiva tomates y frijoles en su jardín y los preserva en frascos e incluso tiene paquetes de alimentos listos para comer creados para militares en combate.

Paul Buescher ajusta su sistema de radio, que él usa para comunicar a los 32 miembros de su grupo de preparacionistas, que comparten una granja en Ohio dotada de alimentos y agua suficiente para sobrevivir por años. (AP Photo/Tony Dejak)
Paul Buescher ajusta su sistema de radio, que él usa para comunicar a los 32 miembros de su grupo de preparacionistas, que comparten una granja en Ohio dotada de alimentos y agua suficiente para sobrevivir por años. (AP Photo/Tony Dejak)

También se hizo tiempo atrás de una caja de mascarillas y guantes: “es algo que puedes conseguir por poco dinero… lo pones en tu garaje o en tu ático y no piensas más en ello pero cuando se dan tiempos como estos piensas ‘yo ya tengo una caja’…”, dijo Sutton al USA Today.

Muchos preppers son miembros de grupos cerrados en Facebook donde, al igual que en otras redes sociales, comparten estrategias, logros e inquietudes.

Y aunque son tachados como promotores de teorías conspirativas (en las cuáles algunos basan su noción de que una catástrofe mayor se avecina ante la que deben prepararse) y que su convicción de sobrevivir el “fin del mundo” es una suerte de ilusión (pues si un cataclismo realmente mayúsculo azotara el planeta posiblemente ni ellos ni nadie sobrevivirían), ciertamente tienen actitudes y estrategias que les han resultado útiles en la presente epidemia (que no es un evento de extinción masiva) y les da ventaja frente a otras personas.

Es el caso, por ejemplo, de las compras frenéticas y acumulativas que súbitamente muchas personas han realizado en esta crisis. “Yo lo llamo la fase de acaparamiento sin sentido… Es cuando la gente dice ‘viene un huracán y la electricidad puede fallar’ y entonces empiezan a acumular artículos esenciales”, comentó a The New York Times Ben Hansen, uno de los organizadores de PrepperCon, una convención de preppers que se lleva a cabo de modo ocasional en Salt Lake City.

Eso revela una peculiaridad clave de los preppers: no reaccionan al momento para tratar de mitigar carencias que pueden ser críticas cuando llega una crisis, sino que se preparan y obtienen lo necesario a lo largo de periodos mucho más extensos y, en realidad, de modo continuo, mejorando paulatinamente su nivel de preparación.

Mike Peters muestra su búnker 100% de acero, que al ser enterrado ofrece refugio en caso de caída de materiales radioactivos y otros desastres. (AP Photo/Rick Bowmer)
Mike Peters muestra su búnker 100% de acero, que al ser enterrado ofrece refugio en caso de caída de materiales radioactivos y otros desastres. (AP Photo/Rick Bowmer)

Esa es una cualidad que ciertamente resulta útil para el general de las personas, las entidades y los gobiernos, más allá de si se crea o no que hay un apocalipsis en ciernes.

Los survivalists comparten algunas de esas nociones de los preppers, pero tienen un enfoque más “activo”: con frecuencia se entrenan en técnicas de sobrevivencia como obtener alimentos y materiales básicos en la naturaleza –por ejemplo recolectando vegetales en los bosques, comiendo insectos e indentificando fuentes de agua– y protegerse de los rigores de la intemperie con conocimiento sobre cómo construir refugios, hacer fuegos y mantenerse alerta ante amenazas externas.

La creación de arsenales sistemas de seguridad es en muchos casos parte de la cultura de preppers y survivalists.

En contrapartida, lo llamativo de la cultura de los preppers ha motivado que surjan (además de reality-shows) fabricantes que ofrecen elaborados y costosos productos para que el ajuar de quienes se preparan para un desastre no pierda estatus ni estilo.

Por ejemplo, como se comenta en Wired, han aparecido kits de supervivencia en elegantes bolsas que pueden llegar a costar 5,000 dólares, como la bolsa de emergencia “ultraavanzada y a prueba de fuego” de la marca Preppi.

Preppi y otras empresas como Judy ofrecen también kits de emergencia y supervivencia por precios menos estruendosos, pero ciertamente con el planteamiento de unir estilo y funcionalidad.

Todo ello ha sido ciertamente criticado en el entorno de los preppers, pues muchos consideran que eso no solo un gasto excesivo (dinero que podría usarse mejor en otras cosas o de otras maneras) sino también una transgresión del espíritu de rigor y austeridad que muchos consideran clave.

Así, esa actitud de planeación y acción para encarar un desastre y sobrevivirlo que caracteriza, a su modo, a preppers y survivalist ciertamente les ayudan a lidiar, con mejor preparación y actitud enfocada, la presente emergencia sanitaria del COVID-19 en comparación con quienes se encuentran desprovistos de repente de lo básico incluso para unos pocos días y por añadidura no tienen claro cómo obtenerlo o qué hacer.

Pero el ejemplo de preppers y survivalists sería aplicable a escala individual y quizá grupal, para quien está en sintonía con su visión y discurso, pero es difícilmente una ruta a seguir a escala social por millones de personas. No todas las personas pueden o quieren realizar acciones sistemáticas duraderas de aprovisionamiento, ni cuentan con los recursos para hacerlo.

Un  refugio construido en un bosque por el sobrevivalista Dan Wowak en Pennsylvania. (Michael Bryant/The Philadelphia Inquirer via AP)
Un refugio construido en un bosque por el sobrevivalista Dan Wowak en Pennsylvania. (Michael Bryant/The Philadelphia Inquirer via AP)

Ya no se diga la construcción de sistemas de energía, vigilancia, protección, comunicación y almacenamiento que emprenden los preppers más entusiastas y convencidos de la inminencia del desastre o de la posibilidad de sobrevivir de la recolección de hierbas, hongos y gusanos en los bosques.

Lo que es indudablemente útil en situaciones como la presente pandemia de COVID-19 (y que es recomendado también para estar preparado en caso de huracán, terremoto u otros desastres) es la actitud de anticipación, planeación y preparación de los preppers rigurosos, pues más allá de si lo hacen por prudencia y sentido común o intoxicados por teorías conspirativo-apocalípticas, es claro que una dosis de anticipación y estrategia para casos de adversidad es de singular importancia. Provee recursos materiales de emergencia, líneas definidas de acción y, además, una cierta tranquilidad en la convicción de que se podrá resistir del mejor modo posible la crisis presente y las futuras. Y ciertamente debe estar basada en la ciencia y en datos concretos, y no en teorías conspirativas u obsesiones.

Ello es beneficioso para personas y familias como para empresas, instituciones y gobiernos.