La leyenda del galeón español que llevó caballos a una isla americana es cierta
Toda leyenda que se precie tiene una pizca de verdad. Las diferentes versiones, el paso de los siglos o el boca a boca pueden exagerar, modificar y tergiversar un hecho hasta convertirlo en una fantasía pero a veces, con suerte y las herramientas científicas adecuadas, se puede llegar a desvelar la verdad detrás del mito. La historia de este hallazgo reciente es una mezcla que bien podría ser una película de Hollywood: un galeón español hundido, una isla llena de caballos salvajes y un científico que encuentra por casualidad la clave de todo el misterio.
Assateague es un pequeño islote de apenas 60 kilómetros de largo frente las costas de Maryland y Virginia en Estados Unidos. No hay ningún residente humano, pero Assateague es famosa por albergar una nutrida colonia de caballos salvajes que campan a sus anchas por las campiñas, los pantanos y las playas vírgenes. Los caballos llevan viviendo allí durante siglos pero nadie sabe exactamente cómo llegaron allí… los rumores y leyendas locales hablan de un galeón español del siglo XVI que naufragó cerca de aquellas costas y del que se salvaron algunos caballos que lograron alcanzar la isla.
La historia reciente nos recuerda que los españoles fueron quienes llevaron los caballos a América desde Europa y aunque esta afirmación es correcta… no está completa. En realidad el continente americano sí poseía varias especies de équidos prehistóricos (pertenecientes al género Hippidion) pero se extinguieron en el Holoceno temprano, hace unos 8500 años. De esta manera el papel de los españoles fue realmente reintroducir una nueva especie de équidos, en esta ocasión el Equus ferus caballus, el caballo doméstico que todos conocemos. El encargado de esta reintroducción fue el propio Cristóbal Colón que, en su segundo viaje, embarcó algunos ejemplares de caballos (entre 25 y 30).
Sin embargo, el origen de los caballos de Assateague seguía siendo un misterio. Una de las hipótesis (muchos decían que la más probable) apuntaba a que fueron los británicos, el siglo XVII, quienes los trajeron a la isla en un intento de evadir los impuestos sobre el ganado. Otra opción, algo más literaria e imaginativa, decía que los caballos salvajes actuales descienden de unos antepasados del siglo XVI que sobrevivieron al naufragio de un galeón español, nadaron hasta la orilla y se asentaron en aquella isla desierta. Esta segunda teoría terminó plasmada en una novela infantil de 1947 titulada “Misty of Chincoteague”, escrita por la novelista Margaret Henry. Este libro se adaptó al cine, lo que ayudó aún más a difundir la leyenda del naufragio.
Hasta aquí los mitos, las leyendas y los cuentos infantiles. Es el momento de la ciencia… aunque, hay que admitirlo, con un toque de suerte inesperado. Nicolas Delsol es investigador postdoctoral en el Museo de Historia Natural de Florida y se disponía a analizar el ADN antiguo recuperado de un diente de vaca encontrado en el sitio arqueológico de Puerto Real, en la isla de la Española, en Haití. En realidad Delsol quería entender cómo se domesticaba el ganado en esa época y la información genética preservada en ese diente centenario era uno de sus objetos de estudio.
"Fue un hallazgo fortuito", explica Delsol en la web del Florida Museum. "Estaba secuenciando ADN mitocondrial de un diente de vaca para mi doctorado y me di cuenta de que algo no cuadraba cuando analicé las secuencias". Lo que todos pensaban que era un molar de vaca, tras los análisis pertinentes, resultó ser un diente de caballo… de hecho, el ADN obtenido de este diente es el más antiguo jamás secuenciado para un caballo doméstico de toda América.
Las sorpresas aún no habían acabado para este investigador. Su estudio, publicado en PLOS ONE hace unos días, revela que cuando Delsol comparó el ADN con el de los caballos modernos de todo el mundo, la lógica le hizo pensar que estaría relacionado con los caballos que los españoles trajeron de la Península Ibérica a esa isla de la Española. Sin embargo, los parientes vivos más cercanos del dueño de ese diente encontrado en la colonia española se encontraban a unos 2.000 kilómetros al norte… en la isla de Assateague.
El viaje ahora parece más claro, la opción británica se desvanece y la leyenda del galeón español toma más fuerza. Los caballos embarcaron en un navío español procedente de la Española que el viento y las corrientes pudieron desviar hacia el norte, donde terminó naufragando cerca de las costas de Virginia y Maryland. Los caballos nadaron hasta la orilla y allí prosperaron hasta la actualidad. A veces, la suerte (y los análisis de ADN) son todo lo que se necesita para desvelar una bonita leyenda.
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Referencias científicas y más información:
Delsol, Nicolas, et al. «Analysis of the Earliest Complete MtDNA Genome of a Caribbean Colonial Horse (Equus Caballus) from 16th-Century Haiti». PLOS ONE, (2022) DOI:10.1371/journal.pone.0270600.
Jerald Pinson “Oldest DNA from domesticated American horse lends credence to shipwreck folklore” Florida Museum