La leyenda del "difunto ahorcado" que esconde el Zócalo en CDMX

CIUDAD DE MÉXICO, octubre 22 (EL UNIVERSAL).- Los sucesos paranormales llaman la atención de muchos, y más cuando ocurren en lugares cotidianos como la Plaza del Zócalo de la CDMX que alberga la leyenda del Difunto Ahorcado.

Esta es la historia de un hombre que se hizo famoso por morir tres veces. Y data de la época de la Colonia.

Se cuenta que la mañana del domingo 7 de marzo de 1649, los alrededores del Palacio del Arzobispado fueron testigos de un hecho sin precedentes lleno de misterio. Atrévete a conocer esta leyenda que tuvo lugar en el centro de la Ciudad de México.

La leyenda del Difunto Ahorcado

La leyenda relata que la gente que transitaba por las calles ahora conocidas como Moneda esquina con Lic. Verdad, fueron sorprendidas cerca de las 11 de la mañana por una peculiar situación. Y es que, aunque este tipo de eventos era cotidiano en esa época, las circunstancias fueron motivo para dejar pasmado a más de un vecino al presenciar lo que se presumía era el cadáver de una persona montado en una mula.

La persona presumiblemente muerta, de origen portugués, se vio rodeada de decenas de curiosos. Estaba acompañada de un hombre voluminoso que impedía que se cayera de la mula, además de un tercero que fungía de pregonero, narrando a volumen alto y a todo pulmón los motivos de la muerte del extraño.

El pregonero relataba los delitos cometidos en vida por el portugués y expresó en forma de grito: "Sepan los habitantes de esta Ciudad de México, cómo hoy, a las 7 de la mañana, mientras oían misa los presos de la cárcel de corte, este hombre que había quedado en la enfermería a excusa de que se encontraba enfermo, y que se hallaba allí preso por haber asesinado a un alguacil del pueblo de Iztapalapa, bajó a escondidas y se ahorcó, sin que nadie lo sospechase".

Un destino trágico y fúnebre para el Difunto Ahorcado

Con la misma voz e intensidad, el pregonero continuó su relato, diciendo que, una vez acabada la ceremonia religiosa, muchas personas buscaron al extranjero a lo largo del penal, pues era muy extraño no verlo en la enfermería, Sin embargo, su suerte ya estaba pactada, y lo encontraron sin vida, ya ahorcado.

Se notificó a los superiores sobre los hechos, pidiendo de manera inmediata la aprobación del gobernador para proceder a la sentencia de ejecución y que pagara la condena que aún debía. Así es, se buscaba ahorcar al difunto. Sin embargo, la petición no siguió adelante por ser día de Santo Tomás de Aquino, pues no se permitía realizar ejecuciones en el sitio para no deshonrar al santo.

Pero bajo el argumento de que sí podía haber justicia para la patria, "se ordena que hoy sea ahorcado el ya difunto en la Plaza Mayor de esta ciudad para que sirva de escarmiento y ejemplo a los que cometen este tipo de actos".

Así es como se trasladó el cuerpo hasta la plaza mayor y, como la tradición lo marcaba en esas fechas, se le dio un paseo por todo el lugar, mostrando el cuerpo inanimado del presunto asesino, hasta llegar a las instalaciones correspondientes para proceder con el ahorcamiento.

Adaptándose como si se fuera a ejecutar a una persona viva, se dio con el cumplimiento de colgarlo frente al Palacio Real y se quedó ahí por las siguientes horas de manera que los pobladores pudieran verlo y hasta lanzarle piedras.

Posteriormente se tenía contemplado llevarlo con el Cristo de la Misericordia, pero como terminó ahorcado dos veces, no le fue concedida esa atención.

Hasta aquí todo parece un relato inhumano pero lo que erizó los pelos de los habitantes vino a continuación.

Un fuerte viento hizo sonar las campanas de la iglesia. La ventisca hizo que las capas, sombreros y hasta los vestidos de los espectadores volaran o se movieran de manera brusca, entonces comenzó a circular el rumor de que el ahorcado tenía un pacto con el diablo.

Llenos de miedo por lo que podría sucederles, los ministros dieron la orden de llevar el cuerpo al pueblo de San Lázaro, y allí fue donde terminó consumándose su tercera muerte, pues fue aventado a las aguas negras del lago.

Mito o realidad, este tipo de sucesos secretos ocurridos en calles de la Ciudad de México siguen pasándose de generación en generación y vale la pena conocerlos para entender un poco más la historia de nuestro país.