“Tenemos que levantar la voz porque los abrazos no bastan”: religiosos piden a AMLO cambiar la estrategia de seguridad

peregrinación por la paz
peregrinación por la paz

Sacerdotes y activistas de colectivos de búsqueda marcharon en la Peregrinación de la Paz que se llevó a cabo en la CDMX, y otros estados del país, para exigir al gobierno de México que cambie la estrategia de seguridad.

Martha, de 68 años, es una firme creyente y católica. Pero dice que ya se hartó de callar y de poner siempre la otra mejilla. 

“No podemos guardar más silencio, ni mirar para otro lado ante todo lo que está pasando. Tenemos que decir ‘ya basta’ ante tanta violencia. El discurso de abrazos y no balazos no está funcionando”. 

Vestida con una chamarra vaquera, un bolso cruzado, y protegida por un cubrebocas azul claro, la mujer camina por Paseo de la Reforma sosteniendo con firmeza una hoja con la imagen de Javier Campos Morales y Joaquín César Salazar, los dos sacerdotes jesuitas que fueron asesinados el pasado 21 de junio en la comunidad de Cerocahui, en Chihuahua, junto al guía turístico Pedro Palma.

Como ella, las decenas de personas que participan en la Peregrinación por la Paz y la Justicia, convocada el martes 5 de julio en diez estados de la República, incluyendo la Ciudad de México, portan las mismas imágenes de los religiosos asesinados, así como las de hombres y mujeres que forman parte de la escalofriante estadística que asegura que en México hay 100 mil desaparecidos. 

Decenas de personas marchan para exigir paz y justicia. Foto: Manu Ureste.

“Dice el presidente López Obrador que la Iglesia, que los sacerdotes, han callado frente a la violencia. Pero eso no es cierto. Aquí está el ejemplo de que eso no es así, dijo Martha mostrando las fotografías de los religiosos-, luego de que el pasado 30 de junio el presidente criticara a la iglesia católica, a los obispos de México y a la comunidad jesuita, a quienes llamó “hipócritas” y acusó de no actuar en el sexenio del presidente Calderón. 

“Estas personas trabajaban con la gente más pobre y en comunidades remotas donde no llega el gobierno, ni ha llegado nunca. Y si a ellos, que se dedicaban a ayudar, los mataron a balazos… ahora imagine lo que no harán con los demás”, recalcó Martha. 

La peregrinación arrancó a las diez de la mañana en las inmediaciones de la Estela de Luz, en Reforma. Además de madres y familiares de desaparecidos, y de colectivos de búsqueda de Jalisco y el Estado de México, también participó el colectivo Iglesias por la Paz, que reúne a personas de religión católica, anglicana y bautista, principalmente. Aunque, desde un inicio, sus integrantes dejaron claro que la marcha no fue convocada por “ninguna iglesia en particular”. 

“Esto no se trata de ir en contra de ningún gobierno, ni en contra de nadie”, dijo Fray Julián Cruzalta, un fraile de avanzada edad que viste una túnica blanca, camina apoyado en un paraguas a modo de bastón y en una de sus manos lleva un cartel con el dibujo de una monja y la palabra “Justicia”.

“Se trata de convocar a un diálogo porque toda la sociedad está sufriendo y todos tenemos que ser escuchados. La estrategia del gobierno nos está afectando a todos; a las iglesias y sacerdotes también”. 

El religioso, que está rodeado de medios de comunicación, de lonas y carteles con los rostros de personas desaparecidas que sostienen sus familiares, afirma que no están pidiendo más guerra porque eso no funciona, solo piden que no haya más impunidad.

“La impunidad es lo que permite que los grupos delincuenciales puedan hacer con nosotros lo que quieran, porque nada les pasa”. 

Peregrinación por la paz
Peregrinación por la paz

Peregrinación por la paz. Foto: Manu Ureste.

Arturo Carrasco, un sacerdote de la Iglesia Anglicana de México y quien también viste una túnica blanca adornada con cruces bordadas, se pronuncia a favor del llamado emitido el pasado 25 de junio por la comunidad jesuita: un diálogo nacional para “detener el río de sangre” que corre en el país.

Pero también está a favor del polémico llamado que hizo Sigfrido Noriega, obispo de Zacatecas, quien sugirió un “pacto social” con los grupos del crimen organizado para lograr la paz ante la falta de resultados de la estrategia de seguridad del presidente López Obrador. 

“Coincidimos con el obispo de Zacatecas; es necesario un gran diálogo nacional, incluso con los perpetradores del mal, para convocarlos a que depongan las actitudes que arrebatan la vida a otros seres humanos. Para construir la paz no hay que hablar con quienes coincidimos, hay que hablar con nuestros adversarios”, recalcó el sacerdote.

Carrasco pide “levantar la voz” y exigir cambios: “Es necesario ajustar la estrategia de seguridad. Hay más de 100 mil desaparecidos y más de 120 mil víctimas de la violencia. Ya basta”.

Lee: AMLO descarta cambiar la estrategia de seguridad; ‘abrazos, no balazos’ es lo mejor

El llamado no solo es para autoridades, también para las instituciones religiosas. Carrasco quiere que adopten un papel más activo en la condena de la violencia:

“Es necesario también reconocer que la sociedad civil, y que las diferentes espiritualidades, no hemos hecho lo suficiente para frenar la violencia. Dejamos todo en manos del gobierno a pesar de que es un problema que nos atañe a todos”. 

 Tras el mitin de apertura de la peregrinación por la paz, que tuvo ‘marchas espejo’ en otras entidades como Chiapas o Morelos, los religiosos partieron rumbo a la glorieta de la Palma, rebautizada como ‘la glorieta de los desaparecidos’. 

 En el trayecto, Rocío Méndez, de 47 años, camina sujetando con una mano una lona blanca y con la otra la fotografía de Sofía Lorena Meneses Méndez, su hija de 25 años que desapareció el 28 de junio de 2018. 

 “El novio fue el que me la desapareció junto con otras dos personas. El novio, el muy cobarde, se suicidó cuando los detuvieron en Quintana Roo; y la persona que quedó detenida nunca ha querido decirme qué pasó con mi hija”, explicó la mujer originaria de Iztapalapa.

Tras la desaparición de su hija, Rocío tuvo que dejar su trabajo para dedicarse al cien por ciento a la búsqueda de Sofía. Vive inmersa en el terror porque nadie la ayuda, salvo su familia que la apoya para mantenerse.

“Esto es algo horrible que nadie, ninguna familia, merece vivir. Y mientras tanto, el presidente cree que con abrazos y besos todo se soluciona. Pero eso no es cierto- dice con enojo la mujer-. Quisiera ver que a él le faltara algún familiar y que le dijeran que con abrazos se soluciona el problema”.

Lee: “Abrazos ya no alcanzan para cubrir los balazos”: Jesuitas llaman a diálogo nacional para detener la violencia

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Foto: Manu Ureste.

“Nuestras iglesias no se tocan, señor presidente”

 A la par que avanzaba la marcha, María Herrera, férrea activista y madre de cuatro hijos desaparecidos, se desgañita gritando: “¡No necesitamos abrazos, necesitamos justicia!”.

Minutos antes, en el mitin de la Estela de Luz, Herrera, que recientemente fue noticia porque visitó al Papa Francisco y le pidió que interviniera para que el gobierno de López Obrador busque a los más de 100 mil desaparecidos que hay en el país, fue de las más combativas en su discurso.

“¡Nuestras iglesias, nuestras comunidades de fe, no se tocan, señor presidente! Respete nuestras creencias y nuestros valores. A nuestros sacerdotes nadie debe tocarlos. Si ustedes en el gobierno no pueden ayudarnos a defender a nuestros hijos, entonces tenemos que hacerlo con las iglesias”, gritó la mujer.

 A unos pocos pasos de María, camina Benita Ornelas, del Estado de México. Ella porta pancartas con el nombre de su hijo Fernando Iván Ornelas, también desaparecido el 21 de julio de 2019 en Ecatepec. 

“Le suplico a la sociedad que nos unamos, que pongamos nuestro pequeño grano de arena en esta lucha, en recuerdo de los padres asesinados”, pidió.

Adriana Martínez, de 47 años, también del Estado de México, camina portando junto a otras dos amigas una lona con las fotografías de Marwuan Uriel Andrade Martínez, de 27 años -su hijo, quien desapareció mientras trabajaba vendiendo pizzas-; y de sus compañeros Leonel León Hernández, de 22 años; y Juan Manuel Hernández Castro, de 25 años. Los tres desaparecieron en La Barca, Michoacán, hace un año. 

“Estamos aquí porque es el momento de alzar la voz para encontrar a nuestros desaparecidos”, dijo la mujer, que viste una playera blanca con la fotografía de su hijo. 

 “Y estamos aquí para decirle al presidente que mire lo que está sucediendo en el país. ¿Cómo puede decir que no pasa nada cuando van más de 100 mil desaparecidos? ¿Cómo puede decir que todo se soluciona con abrazos, cuando hay tantas familias rotas? No, los abrazos no son suficientes. Porque… ¿qué consuelo nos puede dar un abrazo? Un abrazo no me va a devolver a mi hijo. Lo que yo quiero es justicia”.

 

 

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