Leales a su equipo de fútbol y a su puesto de hamburguesas

Fanáticos del Aston Villa FC piden comida jamaicana para llevar a Roshawn Hunter en el café Grandma Aida’s antes de un partido, en Birmingham, Inglaterra, el 6 de diciembre de 2023. (Mary Turner/The New York Times).
Fanáticos del Aston Villa FC piden comida jamaicana para llevar a Roshawn Hunter en el café Grandma Aida’s antes de un partido, en Birmingham, Inglaterra, el 6 de diciembre de 2023. (Mary Turner/The New York Times).

BIRMINGHAM, Inglaterra — Tony Aujla se ve satisfecho tras inspeccionar su territorio. Después de todo, su negocio gira en torno a la ubicación, y él tiene una excelente. Como un general que contempla un campo de batalla, señala hacia su derecha: a un corto paseo en esa dirección se encuentra la estación de tren de Aston. A la izquierda está el Villa Park, con su gran fachada revestida de ladrillos, sede del equipo de fútbol de la Liga Premier de la ciudad, el Aston Villa.

En los días que hay partido, cientos de aficionados desembarcan de los trenes de la derecha cada pocos minutos y corren —o, en algunos casos, deambulan— hacia el estadio de la izquierda. Eso es lo que hace que la ubicación de Aujla sea tan perfecta. Todos ellos tienen que pasar por este preciso lugar. Si alguno de ellos necesita sustento para completar su (no especialmente arduo) viaje, él está allí, espátula en mano, listo para venderle una hamburguesa. Posiblemente con queso.

Aujla ha sido una presencia fija fuera de Villa Park, en un lugar u otro, por más de cuatro décadas, pero Tony’s Burger Bar ha estado aquí, en esta propiedad envidiable y específica, durante tres años: es una de un puñado de furgonetas, que ocupan prácticamente el mismo espacio y ofrecen casi el mismo menú, todas envueltas en el vapor que emerge de sus freidoras.

Sin embargo, en fechas recientes, han tenido que lidiar con la llegada de un rival un poco mayor: una zona oficial para aficionados destinada a llamar a los clientes, y parte del dinero en sus bolsillos, lejos de las furgonetas y directamente al propio club.

En marzo de 2022, el Aston Villa convirtió Lions Square, un terreno trapezoidal a la sombra de Villa Park, en una “zona para fanáticos” —una especie de fiesta ilegal de estacionamiento pero con autorización oficial— con un escenario para música en vivo, entrevistas con exjugadores queridos, un par de bares y algunos camiones de comida.

No es el primer equipo de la Liga Premier que explora esta idea, que durante mucho tiempo ha sido un elemento básico de los principales torneos de fútbol internacionales. El Crystal Palace, Liverpool, Manchester City y varios otros han experimentado con variaciones del tema, y muchos más tienen la intención de seguir el ejemplo: Newcastle anunció planes para desplegar un espacio similar fuera de su estadio local, St. James’ Park.

Identificar la motivación principal detrás de esta idea no requiere un gran trabajo detectivesco. Según Phil Alexander, exdirector ejecutivo del Crystal Palace, las zonas para fanáticos generan varios beneficios adicionales. “Desde el punto de vista operativo, es útil que algunos aficionados lleguen antes y se vayan más tarde”, dijo.

Los clubes también están interesados en “mejorar la experiencia” de asistir a un partido, comentó Alexander. “Tradicionalmente, siempre se ha llenado tarde”, señaló. “La gente llega cinco minutos antes del saque inicial y se marcha justo después del silbato final. Mejorar la oferta del estadio, que durante mucho tiempo dejó mucho que desear, hace de esto una actividad de todo el día”.

Sin embargo, en general, el propósito es evidente: las zonas para fanáticos son otra fuente de ingresos a aprovechar.

La cantidad de dinero que se puede ganar con los servicios de alimentos —ya sea a través de los propios clubes o subcontratando a un tercero— es relativamente pequeña en comparación con las fortunas que les generan a los clubes de la Liga Premier los contratos de transmisión, pero de todos modos es un margen de ganancia. “No se puede descartar solo porque es un trabajo duro”, dijo Alexander.

Sin embargo, los clubes no existen de forma aislada. Al igual que la mayoría de los estadios británicos tradicionales, Villa Park no se encuentra en la periferia de una ciudad, rodeado de hectáreas de terreno vacío. Más bien, reside en el corazón de la comunidad en la que ha vivido durante más de un siglo, siendo a la vez una parte orgánica del vecindario y un motor de la economía local.

La furgoneta de Aujla, y las aledañas, son solo algunas de las docenas de pubs, bares, restaurantes y puestos de comida para llevar que salpican las calles con terrazas alrededor de Villa Park, un banco de rémoras que dependen de la gran ballena en su centro para subsistir. Las zonas para fanáticos, en cierto nivel, amenazan ese acuerdo tácito. La ballena, en efecto, ha decidido que quiere quedarse con más.

Aujla reconoció que le preocupó escuchar en un principio los planes que anunció Aston Villa; sus temores se disiparon un poco cuando se acercó para ver qué tenía para ofrecer la zona para fanáticos. Había hamburguesas y hot dogs, indispensables para él, así como ofertas más gentrificadas y vagamente hipster. (Según Alexander, los clubes son conscientes de los cambios en los gustos de los consumidores).

Sin embargo, la diferencia clave era el precio.

“Están cobrando 7 libras por una hamburguesa”, alrededor de 10 dólares, exclamó. “Por ese precio nosotros hacemos una triple”.

Otros se mostraron más confiados desde el principio. “Me pareció una buena noticia”, dijo Roshawn Hunter, de pie detrás de la caja de Grandma Aida’s, el café caribeño que él y su madre, Carole Hamilton, abrieron en 2019. “Cuanta más gente tengamos alrededor del estadio, y mientras más tiempo se queden, mejor para todos”.

El club, consciente de la necesidad de ser buen vecino, invitó a Hunter y a otros comerciantes locales a una reunión el verano pasado para delinear sus planes y atender cualquier inquietud. A largo plazo, dijeron los funcionarios del equipo, incluso podría existir la posibilidad de que Grandma Aida’s obtuviera un lugar dentro de la zona para fanáticos.

La zona para fanáticos oficial del Aston Villa FC, donde los aficionados del equipo de fútbol pueden comprar cerveza, comida y escuchar entrevistas con exjugadores y favoritos del club, en Birmingham, Inglaterra, el 6 de diciembre de 2023. (Mary Turner/The New York Times).
La zona para fanáticos oficial del Aston Villa FC, donde los aficionados del equipo de fútbol pueden comprar cerveza, comida y escuchar entrevistas con exjugadores y favoritos del club, en Birmingham, Inglaterra, el 6 de diciembre de 2023. (Mary Turner/The New York Times).

Una hora antes del inicio de un partido en diciembre, Grandma Aida’s estaba repleto. “No hemos notado ningún tipo de declive”, aseguró Hunter. Un hijo cariñoso, o muy consciente de que podrían escucharlo, Hunter atribuyó este éxito a la maravillosa cocina de su madre. “Es su pasión”, subrayó.

Sus clientes ofrecieron pruebas que lo corroboran. “No conseguimos comida caribeña tan buena donde vivimos”, comentó Richard Harris, un cliente habitual sentado frente a una bandeja de cordero al curry. Su padre había optado por el “pollo al jerk”, el plato más popular de Grandma Aida’s.

“Vinimos un día hace unos años y nos gustó”, relató el joven Harris. “Conocimos al propietario y es bueno apoyar a un negocio local. Así que ahora entramos cada vez que venimos a un partido”.

Eso, por supuesto, es tan importante como el costo y el sabor para la supervivencia de los restaurantes y pubs que rodean la mayoría de los estadios de fútbol en el Reino Unido.

El Aston Villa, como la mayoría de sus pares de la Liga Premier, está explorando una amplia selección de opciones mientras busca expandir lo que ofrece a sus visitantes —sus clientes— en un intento de monopolizar lo que gastan y cómo lo gastan. Los arquitectos de Populous, por ejemplo, diseñaron las explanadas del nuevo estadio del Tottenham Hotspur en Londres con el propósito expreso de “aumentar la variedad y calidad de la comida” disponible para los aficionados, según un representante de la firma.

La sabiduría recibida, como dijo Alexander, es que hay “más que suficientes negocios para todos”.

c.2024 The New York Times Company