Las plantas se comunican entre sí a través de las raíces

Hace ya unos cuantos años descubrí asombrado que algunas plantas, como las acacias, eran capaces de comunicarse entre sí enviándose mensajes gaseosos a través del aire. Tal vez por eso ahora no me haya sorprendido tanto lo que un equipo de científicos suecos acabe de descubrir otras formas de comunicación entre plantas.

Según estos ecólogos suecos, comandados por Velemir Ninkovic de la Universidad de Ciencias Agrícolas de Uppsala, las plantas podrían emplear sus raíces para “escuchar” a sus vecinos. De confirmarse, sin duda crecerían las evidencias de que las plantas tienen sus propias formas de comunicación únicas.

Las plantas se ‘hablan' entre sí a través del suelo (y avisan a las demás cuando están estresadas). Crédito imagen: EUTERS/Vincent Kessler
Las plantas se ‘hablan’ entre sí a través del suelo (y avisan a las demás cuando están estresadas). Crédito imagen: REUTERS/Vincent Kessler

El estudio descubrió que en entornos atestados de plantas, estas secretan sustancias químicas al suelo que impulsan a sus vecinas a crecer con más vigor, presumiblemente para evitar quedarse a la sombra.

Tal y como lo explica Ninkovic: “si tenemos un problema con nuestros vecinos, podemos movernos y tomar distancia, pero las plantas no pueden hacerlo. Han aceptado esto y usan señales para evitar situaciones competitivas y para prepararse para la competencia futura”.

En estudios previos, los científicos habían demostrado que cuando las hojas de las plantas se tocan a medida que se rozan con las ramas de las plantas vecinas, estas alteran sus estrategias de crecimiento. Se ha observado que los árboles maduros experimentan “timidez del dosel” y frenan su crecimiento en condiciones de hacinamiento. Otros, adoptan un enfoque más combativo, desviando recursos del crecimiento de las raíces para expandirse más rápidamente sobre la superficie.

Este último estudio revela que este comportamiento se ve impulsado, no solo por las señales mecánicas recogidas por las hojas, sino por secreciones químicas en el suelo. Por lo que puedo leer, el trabajo se centró en plantones de maíz, que tienden a estimular su crecimiento en ambientes estresados. Ninkovic y sus colegas simularon el toque de una planta cercana, acariciando las hojas durante un minuto al día con un pincel de maquillaje.

Cuando más tarde retiraron la planta y colocaron una nueva en su solución de crecimiento, descubrieron que la nueva planta también desvió recursos para producir más hojas y menos raíces. Los plantones que se plantaron en una solución de crecimiento que previamente había hospedado a plantas “intactas” no mostraron este patrón.

La posibilidad de que las plantas se comuniquen aparece de forma periódica como una idea alocada: en los años ochenta se sugirió que los árboles enviaban pulsos eléctricos, llamados ondas W, cuando sus vecinos eran talados. Sin embargo, en los últimos años han surgido nuevas evidencias que sugieren que las plantas envían y reciben señales constantemente. Por fortuna, parece que los científicos por fin están aprendiendo a “espiar” estas comunicaciones.

Además de la timidez y la agresividad del dosel, las plantas advierten a sus vecinas de ataques inminentes de pulgones a través de filamentos en forma de hilo (producidos por los hongos) que conectan sus raíces en complejas redes de comunicación. Por si fuera poco, las plantas también son capaces de detectar si están rodeados por “extraños” o por sus propios parientes.

¿Saber todo esto no hace que ahora las observes con más reverencia?

El estudio del equipo de Velemir Ninkovic acaba de publicarse en la revista PLOS One.

Me enteré leyendo The Guardian.